Yaneris y Nairobi. En los platos, el pollo asado con sazón y el pollo frito, el 'broaster'. Con patacones. IÑIGO ROYO
Ciudadanos

«En la vida, la familia, los estudios, la emigración, la cocina y el negocio ¡sazón!»

Yaneris Peña Castillo | En el 2 de la plaza Armerías, entre arepas y pollos asados, imperio de mujeres

Begoña del Teso

San Sebastián

Jueves, 8 de diciembre 2022, 08:19

En realidad, aquella tarde de domingo nosotros habíamos quedado con Oliver, ecuatoriano. Allá, en Amara. Cerca del Reale. Y del Txamarta, el Tic Tac y ... Super Amara. Pero cuando vimos el poderío femenino desplegado por Yaneris y otras chicas macanudas en Pimpollo, asador de pollos, freiduría de pollos, cantina donde tomar sopa sabrosa, decidimos que mejor nos lo montábamos entre ellas mientras la hija pequeñuela de Yaneris y Oliver, Saray, se recuperaba, bien mimada y atendida, de una infección en el hospital.

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– Quiero el nombre de todas estas chicas nada del montón que controlan lugares tan intensos como el Fair Play, la discoteca Channel y este Pimpollo. Además de estudiar. De lo lindo.

– Soy Yaneris. De Santiago, de un barrio pobre, Rafey. A los seis años ayudaba a mi madre, Leónida, que hoy lleva el Fair Play, en la venta ambulante de carteras, zapatillas y otras cosas. No teníamos dinero. Yo me hacía mis muñecas. Con lodo. De lodo. Mi madre nos tenía a mí, a mi hermana Gisselle, que es ahora la cocinera de Pimpollo. Y a nuestro hermano.

– ¿No será vuestro hermano por un casual...?

– Sí, él, El cantante. De regetón. 'El capitán del dinero' se hace llamar y le llaman. ¿Le has oído?

– ¡Claro! Tiene en YouTube un video cantando 'Bum Bajo' impresionante. Manejando quads de muerte en la noche.

– Tampoco está mal 'Amiga'. El son de nosotras, el de todas las chicas que citas en esta página, es la bachata. En República Dominicana naces ya con ese ritmo. Sales a la calle y está ahí. En el aire. Te impregna, te envuelve.

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– Tú estudiabas. Y siempre quisiste ser abogada. De hecho, trabajabas y estudiabas para poderte pagar la carrera. ¿Universidad pública o privada?

– Privada. Y por lo tanto, cara. Por eso había que trabajar pero es que en la universidad pública dominicana puedes tardar 8 años en sacarte el título. En la otra, 4.

– Hubo un momento en tu vida en que te vienes aquí. ¿Por?

– Hacía un año que mi madre se había venido. La situación económica no era buena. Yo ya tenía mi primera hija, Nairobi. Está detrás de la barra. Ha estudiado en Amara Berri y ahora anda en el instituto. Lo que te contaba...

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– Espera, ¡qué nombre, Nairobi! Lleno de memorias de África.

– Había nacido, pasaban los días, no nos decidíamos por ningún nombre y de pronto mi madre dijo ¡Nairobi! y ahí está. Cuando me vine la dejé allá muy chiquita. Al cuidado de su tía Gisselle. Se enfadó mucho conmigo. Tan pequeña, no entendía por qué la había 'abandonado'. Pasó meses sin hablarme... Yo tuve la suerte de venirme con contrato. Trabajaba. En todo lo que trabaja una mujer emigrante. Iba saliendo para adelante. Hacía dinerito. Lo enviaba allá. ¿Tú sabes lo que son en Rafey 50 euros? Fui a la universidad de aquí para ver cómo continuar mis estudios de abogacía. No sé, tuve una mala sensación. Como si no se creyeran mis ganas de sacarme un título. Pensé que no encajaba y también que ganaría dinero, ahorraría, volvería a República Dominicana y finalizaría allí los estudios.

– Qué pena esa sensación en nuestro campus. En fin, perdimos una mujer de leyes, ganamos una empresaria...

– ¿Sabes? Yo creo que al principio todo emigrante está convencido de que va a volver a su tierra. Pero la vida te empuja y no vuelves. Mandas dinero. Te construyes una casa (que luego hipotecas para sacar adelante uno de tus negocios de aquí...). Vuelves de vacaciones y te sientes muy bien porque llegas en coche, empoderada, y los tuyos se enorgullecen porque has triunfado.

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– Aguantas como puedes las distintas crisis que sacuden al planeta, 2008, pandemia...

– Prioridad absoluta: pagar el alquiler de nuestro piso. Sin casa, ¿qué haces? Luego, comer. Voy a Lanbide. Consigo la RGI. 850 euros para el piso, 150 para comer.

– Te recuperas. Un día te enteras de que buscan quien se haga cargo de la discoteca Channel.

– Buscamos dinero. Lo encontramos Voy a abrir. Y me doy cuenta de que no sé ni quién trae los refrescos ni cómo se prenden las luces. Pero aprendes. Con ayuda de todos. Incluido Tony el Oso. Para entonces ya soy madre de Leticia y de Leire. Luego llegará Saray.

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– Te vas convirtiendo en una mujer de negocios. Creando puestos de trabajo. Te apetece tener un sitio lo más parecido a un bar. Comida y cervezas.

– La señora colombiana que llevaba Pimpollo en Donosti estaba cansada de trabajar tantísimo. Lo cogemos. No os diré el secreto más secreto de nuestros pollos; sal, ajo, limón y... Pero os podéis imaginar que, como pasa en la vida, en el amor, en todo, el misterio está en la sazón. El asado es el asado. Pero el 'broaster' sabe brutal. Frito y empanado con huevo, de origen escocés pero reinventado por los esclavos de las plantaciones del Sur de USA. Le añadimos nuestros patacones (plátano frito verde). Ni os cuento...

– Estáis a dos pasos del estadio...

– Si el partido es al atardecer la gente pide bocadillos pero aquel domingo que fue al mediodía, ¡se nos llevaban los pollos enteros!

– Dadle un beso a Saray.

– De vuestra parte.

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