Ciudadanos
Vicente Sánchez Campayo
«Para cuando ves el cuchillo ya es tarde. Has de coger antes tu posición»Subirá de Albacete a Escolta Real para un cursillo. El día 13
Es de Chinchilla de Monte Aragón, Albacete, y trabaja de instructor y monitor en los polideportivos de la ciudad de las navajas y de ese ... equipo de fútbol llamado 'El queso mecánico'. Ha vivido y practicado las artes marciales filipinas en Cantabria y Londres. Miembro de la asociación Eskrima Norte, es uno de los grandes defensores en España de la disciplina llamada Balintawak, enfocada a la autodefensa, el combate cercano y la habilidad con armas cortas. El sábado 13 estará en el gimnasio Gracie Barre de Escolta Real 46 (el de Fox, Iván y Bego) para compartir todo lo que sabe de las maneras de combate en las ciudades del siglo XXI.
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– Tarde, así que cuando veo el cuchillo en la mano de mi atacante, ya casi no hay tiempo.
– Afirmativo. Es bien habitual que el agredido no se dé cuenta de que le han 'pinchado' hasta después de cinco, diez o más segundos de la cuchillada, del navajazo. No hay arma más invisible, más rápida, más difícil de percibir que una corta y afilada. Por supuesto, en cuanto la intuyes has de poner tiesas las orejas pero mucho antes habrás tenido que lograr una buena posición sobre el terreno. Para luchar a cuchillo, esa distancia tan corta, debes trabajar a tope la coordinación. Y los reflejos. Deberás tenerlos realmente de felino. De gato serán también tus movimientos. Serás rápido. Y habrás de acostumbrarte a la distancia que impone una navaja, un cuchillo. Casi no tiene nada que ver ni siquiera con un cuerpo a cuerpo de boxeo. Ni por supuesto con los artes marciales de los bastones largos, las katanas o con los látigos y las lanzas del kung fu. Ni con la espada, el sable o el florete de la esgrima deportiva.
«Las técnicas de combate, de defensa y ataque, están cambiando. El contrario ya no viene con una katana ni luchas en campo descubierto sino en la calle, entre coches»
– 'Esgrima' acabas de decir. Que no 'Eskrima'. ¿Cuál es cuál?
– Todas las artes marciales tienen puntos en común. Resumámoslo en la buena utilización del tiempo y la distancia. Eso sucede en toda lucha. Con guantes, dagas o palos, pero la palabra 'eskrima' hace referencia principalmente a las artes marciales filipinas, influenciadas por técnicas y sistemas tanto orientales como occidentales, incluida la esgrima europea (recuerda que Filipinas fue colonia española hasta 1898). Se usan bastones hechos con madera de ratán, existe el boxeo filipino: se emplean armas cortas, arrojadizas. Y el cuerpo a cuerpo. Eso, y mucho más, es la eskrima y quienes la practicamos, los 'eskrimadores'.
– Cuentan que fue un profesor, amigo y mentor tuyo, quien la renovó, la adaptó y en cierta menera, nos la trajo aquí.
– Paco Gómez. Yo le llamo 'mi padre marcial'. Fue muy curioso, yo de chaval iba al gimnasio Arena, de Albacete a practicar karate. Pero como vivía a 13 kilómetros tenía que coger un autobús que me dejaba una hora antes. La pasaba en el gimnasio. Mirando lo que hacían en otras disciplinas. Paco me vio y me dijo que probase, que entrase al grupo. Fue hacerlo y saber que aquel era mi arte marcial. Con el tiempo me fui a Londres...
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– ¿Y?
– Contacté con Richard Cotterill, desarrollador de un sistema basado en una variante de las artes filipinas, la llamada Baliantawak, probablemente la mejor disciplina para la defensa personal.
– ¿Por qué?
– Porque se enfoca al combate real, porque las habilidades que se adquieren son transferibles a la lucha sin armas; porque aprendes a manejar ataques desde muy cerca, porque ejecutas las defensas y los ataques de manera simultánea. Porque es efectiva.
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– Interesante, veo que aunque tengan sus orígenes en artes empleadas hace mucho tiempo entre tribus enemigas en sus combates, la sistemación de las formas filipinas de pelear es reciente.
– Cierto. La escuela 'Doce Pares' se creó en Cebú en 1931, y Anciong Bacon fundó la Balintawak en 1952. Por otro lado, son maneras de combate muy enraizadas en nuestros tiempos presentes. Creadas para salir indemne de cualquier intento de asalto en la calle, de un altercado con alguien que te mete la mano por la ventanilla abierta de tu coche. No somos los samurais al servicio de un señor feudal del Japón. Ni gastamos el tiempo filosofando sobre el honor y el camino de la mano vacía. En Filipinas la violencia corre libre por las calles.
– Allá fuiste alumno de grandes maestros.
– Fíjate cómo sería la situación que a los extranjeros nos enseñaban técnicas que nunca jamás transmitirían a los locales.
– Ahí va, ¿por qué?
– Porque nosotros volvíamos a Europa, a España, y no representábamos ni amenaza ni peligro para ellos mientras que si le enseñas a alguien de allá un agarre, una patada, una manera secreta de arrebatarle el arma, acaso las comparta con otros que sí pueden convertirse en tus agresores.
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– Y te derrotarían en una revuelta del camino usando la técnica (desconocida para ellos) que tú habrás enseñado a otros. Vaya. ¿Hablarás de eso el sábado 13?
– Claro. Vengo, principalmente, a dar el cursillo de combate con cuchillo pero también a hacer piña con la gente de Gracie Barre del Antiguo, apasionados de artes como el kajukembo, cuyo origen está lejos, en Hawai.
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