«Los pintxos nos duran dos horas»
Mikel Martínez, propietario del Martínez, vive de forma frenética la Semana Grande donostiarra. «Las dos horas previas a los fuegos son una locura»
Josu Álvarez
San Sebastián
Domingo, 11 de agosto 2024
La Semana Grande significa ocho noches de locura para los hosteleros cuando se acerca el espectáculo de fuegos artificiales, sobre todo para los que están situados en la Parte Vieja. «Los clientes se acumulan de 20.00 a 22.00 y vendemos toda la comida», asegura Mikel Martínez, el dueño del bar Martínez desde hace seis años. Las tardes se reducen a ese espacio frenético de dos horas y justo después «el bar se queda vacío y la gente desaparece».
El bar Martínez se prepara por las mañanas para ese tramo del día durante Semana Grande y elabora una gran cantidad de comida que se agota en la mitad del tiempo. El propietario reconoce que «se consume en dos horas lo que solemos preparar para toda la tarde». Un cambio de rutina para los empleados del negocio, que suele cerrar a las 23.00 horas y que a raíz del espectáculo pirotécnico empiezan a recoger una hora antes por la ausencia de clientela. «Es la semana en la que antes salimos de trabajar en todo agosto porque empezamos a recoger a las 22.15», explica el regente de establecimiento, quien cree que sucede por dos razones. Una es el cambio en los hábitos de las personas, que «cada vez deciden cenar más temprano, al estilo europeo»; y la otra es el horario de los fuegos artificiales, porque «influye directamente en los planes de los clientes».
Para el dueño es una época «muy curiosa», puesto que el trabajo se concentra en una franja horaria concreta. La diversificación de las actividades implica que los bares tengan ciertos periodos de inactividad por las tardes. Después del movimiento que se vive en la Parte Vieja al mediodía, sucede un reposo vespertino que termina cuando se acerca la hora de cenar y de presenciar los fuegos artificiales.
«Los clientes se acumulan en las dos horas previas a los fuegos y luego desaparecen»
Se trata de uno de los famosos establecimientos de la calle 31 de Agosto, los cuales viven jornadas intensas durante la festividad. Un callejón que es «especial», afirma Mikel. Tomó el relevo de sus padres, quienes hicieron lo mismo con sus abuelos. El hostelero cree que «la 31 de Agosto es una calle de parada obligatoria en estas fechas» y que en ella se encuentran «todos los bares de referencia de la ciudad». Tal y como demuestran las abarrotadas calles de la Parte Vieja cada verano, la cultura gastronómica de Donostia es muy atractiva para los turistas, que deciden deleitarse con los pintxos que ofrecen los bares.
También asisten donostiarras que regresan de su lugar de residencia o guipuzcoanos que optan por visitar la capital del territorio en sus días festivos. El dueño del bar Martínez ha notado en los seis años que lleva al frente del negocio familiar que durante la temporada estival la procedencia de la clientela se iguala en un «50/50», ya que muchos vecinos del barrio se van de vacaciones y llegan los turistas. Pero no todos son visitantes extranjeros, muchos donostiarras que residen fuera no se pierden las fiestas locales: «Lo bonito de Semana Grande es ver cómo los donostiarras que viven fuera vuelven para ver a sus familiares».
Un día de descanso
El bar Martínez suele cerrar los jueves, que en esta edición de la Semana Grande coincide con el día de la Asunción de la Virgen. Una jornada de descanso que Mikel describe como «ideal», porque «muchos se encuentran de comida familiar y no se trabaja tanto, ni siquiera como en la víspera o el día después de Semana Grande», hecho que le permite al nieto de los fundadores cerrar el bar sin preocuparse por los clientes.