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Víctor Omar Torres en su «oficina», que coloca en el paseo de La Concha cada año desde 2002. Sara Santos
La trastienda de la fiesta

«He pintado el retrete de una casa»

Víctor Omar Torres muestra su arte cada verano en el paseo de La Concha. Pese a haber viajado por toda Europa, no quiere «traicionar a Donostia»

Josu Álvarez

San Sebastián

Domingo, 18 de agosto 2024, 06:56

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La Semana Grande es un escaparate para artistas callejeros como Víctor Omar Torres, un pintor argentino que se gana la vida dibujando azulejos en el paseo de La Concha y que recrea la postal de la bahía con sus dedos. Su vocación no se acaba con las ventas a pie de calle, a veces recibe encargos para fiestas multitudinarias u otras peculiaridades, como dibujar el retrete de un domicilio privado. «Me han llegado a pedir regalos para los invitados de una boda o decorar el váter de una casa».

Torres se sienta en su «oficina» del Paseo de La Concha todas las tardes de verano desde las 18.00 horas hasta la medianoche. En ella cautiva a todo tipo de viandantes, ya sean turistas o donostiarras. «En ocasiones las personas se quedan mirando cómo pinto un azulejo mientras se pierden la puesta de sol. Algunos prefieren llevarse un recuerdo de la bahía hecho a mano antes que una fotografía», asegura el pintor.

Donostia

«Llevo 23 años viniendo y es mi segunda casa. Me ha dado la felicidad y siempre quiero volver»

A pesar de que la afluencia de personas es mayor durante la Semana Grande, el artista no nota la diferencia en sus ventas, ya que él «no es una fábrica». El dibujante argentino crea la misma cantidad de cuadros en todos los días del verano, «unos 15 o 20», porque no dispone del tiempo suficiente al tener que dibujar, dejar secar, explicar y cobrar continuamente. Tampoco consigue distinguir la procedencia de su clientela. Desde que empezó a dibujar paisajes nublados, una postal que describe como «más fiel a la naturaleza de la ciudad», se dio cuenta de que «también me compran donostiarras».

Todos los veranos, Donostia se llena de artistas que muestran su talento en las zonas más transitadas de la ciudad. La visibilidad que le brinda a Torres y su arte un espacio como el paseo de La Concha ha provocado que le lleguen propuestas para llevar sus dotes a otros países como China, pero no le convence la idea. «Una mujer me ofreció trabajo en China, pero yo quería seguir aquí», confiesa Torres.

Postales hechas a mano

Muchos prefieren llevarse uno de mis cuadros como recuerdo antes que una fotografía»

El pintor nació en Río Tercero, una ciudad de la provincia de Córdoba en Argentina, aunque lleva 23 años trabajando durante la época estival en la capital guipuzcoana, a la que considera su segunda casa. «Llevo 23 años viniendo a Donostia y desde el primer día me fascinó, siempre quiero volver. Entre otras cosas, me ha dado la felicidad», asegura el dibujante. La primera visita de Torres fue en 2002, cuando vino por primera vez a Europa. Ha probado en otros destinos como Mónaco, Florencia o Venecia, pero siempre se decanta por Donostia. «Puedo irme a cualquier parte del mundo, porque solo tengo que llevar mis dedos», confiesa Torres, que no quiere abandonar Donostia porque siente que la «traicionaría». Una anécdota que recuerda con mucho cariño sucedió al inicio de uno de sus muchos veranos en la ciudad. Una familia que paseaba por la primera línea de la playa, exclamó: «¡Está el pintor, ya llegó el verano!».

De electricista a artista

«Tras 14 años en el oficio, mis hermanos me empujaron a vender cuadros y tuve éxito»

El día que nació un artista

Víctor Omar Torres no tenía claro su futuro tras 14 años dedicándose al oficio de electricista. Cuando la empresa estatal en la que trabajaba despidió a gran parte de la plantilla, el artista decidió seguir la estela de sus hermanos, también pintores. Torres portaba en sus manos el don de pintar con los dedos y comenzó a mostrarlo un fin de semana de 1998 en la calle principal de Córdoba (Argentina). Con sus creaciones logra que «tanto niños como adultos sonrían mientras miran lo que hago», un detalle que «no tiene precio», confiesa. Posee un talento que le permite «ganarme el pan» y ser «feliz».

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