La trastienda de la fiesta
«A la hora de los fuegos cerramos»Muchos hosteleros aprovechan el espectáculo pirotécnico para darse un respiro en mitad de unos días frenéticos
Olga Itarte
Domingo, 13 de agosto 2023, 08:10
Si la Parte Vieja y el centro de Donostia se llenan en verano de visitantes y donostiarras que disfrutan de su ciudad, los ocho días de Semana Grande el trajín de personas se multiplica. Los bares y restaurantes, que de por sí rebosan en las jornadas veraniegas -no es raro ver colas de turistas para degustar pinchos-, estos días viven jornadas frenéticas de trabajo para dar servicio a un aluvión de clientes.
Pero no todo es trabajar. «Los hosteleros también disfrutamos de las fiestas, aunque de una forma diferente», asegura Adrián Miranda, encargado del bar Fermín Calbetón, en plena Parte Vieja donostiarra. También hay momentos, aunque breves, para darse un respiro. «Justo antes de los fuegos notamos mucho agobio, pero en cuanto llega la hora de que empiecen, como todo el mundo va a verlos, aprovechamos para cerrar el local y disfrutarlos nosotros también. Los tenemos justo al lado», asegura el encargado, que tiene ya siete 'Semana Grandes' a su espalda. «La primera vez que trabajé en Semana Grande no me imaginaba que el bar se iba a quedar tan desolado y me sorprendí mucho», recuerda Miranda. Luego el bar se abre de nuevo y se vuelve a llenar de personas.
«Como todo el mundo va a los fuegos, aprovechamos para cerrar el local y disfrutarlos nosotros»
«Justo antes de los fuegos se llena el local y no damos abasto pero de repente se vacía»
«Lo que más agradezco, sin duda, es la satisfacción del cliente. Me encanta ver cómo disfrutan de los pintxos y nos lo hacen saber», reconoce Miranda detrás de la barra mientras sirve una de las tapas más emblemáticas del local a una pareja de turistas. «Lo que más se consume, no solo estos días, sino durante todo el año, son los pintxos de barra», señala.
3.000 pintxos en un día
El mismo ajetreo que en el Fermín Calbetón estos días se vive en Casa Alcalde, otro de los bares emblemáticos de la Parte Vieja donostiarra. Joseba Ciaurriz, responsable de este centenario local, confirma que el pico de afluencia en el momento previo al espectáculo pirotécnico suele ser habitual. «Justo antes de los fuegos hay un momento muy fuerte. El bar se llena y no damos abasto», asegura.
Y de repente todo cambia. «Un cuarto de hora antes de que empiecen, el bar se vacía por completo. Ahí es cuando cerramos cocina, aprovechamos para descansar un poco y se acaba el suministro del día». Un suministro que, según Ciaurriz, gira en torno a los 3.000 pintxos vendidos en una sola jornada de Semana Grande.
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