Tres chicas de Hegalak Roller Skate en Sagüés. Con patines, naturalmente. Entre Adriana y Maider, Mariana. Que es de Celaya, México. SARA SANTOS

Ciudadanos | Mariana Mendoza Saavedra

«¿Con ruedas? Sí; son bonitos, femeninos, rudos y te hacen volar»

Patinar. Pero no en línea. Pero no sobre cuchillas. Pero no sobre hielo

Begoña del Teso

San Sebastián

Viernes, 15 de agosto 2025, 06:29

Tiene un marido vasco, David, y un perro mexicano, 'Pincho'. Viven en Intxaurrondo y ella trabaja en ese restaurante imprescindible bien seas omnívoro, crudívoro, o ... vegetariano, Garraxi taberna, en la calle Tejeria. Mariana, hija de Leti y Mario, hermana de Adrián, es de Celaya, Guanajuato, México. No supo cuál era su deporte, su estilo de vida, su filosofía existencial hasta que descubrió el Roller Skate, el Quad Skate. Cierto, se ha descalabrado un par de veces y tiene bastantes cicatrices. Pero aquellas cuatro ruedas, aquellos skateparks (el de Mazunte en Oaxaca, que ayudó a construir como la voluntaria de albañilería que fue) le volaron la cabeza. Cuando se vino para acá, ya tatuada, ya con David, hace poco, el conocer a tipas tan libres como las mujeres vascas también hizo que le explotara la cabeza. Conoció a esas furias de la Naturaleza que son las Donosti Roller Derby y aunque no es su modalidad, conectaron. Ahora da clases de Roller Skat8 y tiene un insta que es @hegalakrollerskate y otro lleno de guiones bajos @_morena_na_

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– ¿Por qué no sobre hielo?

– Porque en Celaya no hay hielo. La temperatura media anual es de 27 grados y llueve 72 días al año. Nuestro clima está definido como 'estepario árido'. Ni siquiera puede haber una pista como la del Txuri Urdin.

«Las mujeres del País Vasco son increíbles: fuertes, libres poderosas. No les importa lo que diga la gente. Entre otras cosas porque aquí la gente vive y deja vivir; nadie se mete en tus decisiones. Cada cual hace lo que quiere: ser madre, no serlo, tener pareja, no tenerla. ¿Cómo no van a patinar chicas con tanta fuerza y poder?»

– ¿Por qué no elegiste hockey sobre patines? Se usan de cuatro ruedas paralelas con freno...

– No te creas que soy una chica muy dsciplinada, muy dada a seguir las reglas de un deporte. Mi padre me llamaba 'marotas' que aparte de otras cosas ('marimacho', por ejemplo) significaba que era una chica muy 'extrema'. Una muchacha sin límites en una ciudad industrial, conservadora, donde si no te casabas a la edad que se supone que debes hacerlo ya decían que te habías quedado para 'vestir santos'. Una ciudad donde sí, hay delincuencia. Una ciudad que se me fue haciendo muy pesada. Una ciudad donde las chicas no patinan.

– Aquí patinan por las calles. O en velocidad. Con patines en línea y las ruedas colocadas en una continuación de las otras.

– Pero yo en los skateparks veía patines de cuatro ruedas paralelas, formando pareja en cada eje. Y me gustaban. Mucho. Eran bonitos. Hasta femeninos. Femeninos pero rudos. Y yo quería ser una mujer fuerte. Dura. Pasó sin embargo que en los skateparks solo había chicos...

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– ¿Y?

– Pues que me di cuenta que la sociedad no nos había educado a las chicas para patinar.

– ¿Ah no?

– En absoluto. A los muchachos se les educa para que si se caen, se levanten. Para que si se hacen daño o se rompen huesos no lloren. A nosotras siempre nos dicen 'ten cuidado', 'no lo hagas', 'te vas a hacer daño'. ¿Ves? Te has caído'... Quieras que no, todo eso se te va grabando en la cabeza. Sientes miedo y te asusta hacerte daño. A ellos, no. Y no puedes entrar en un 'bowl' con miedo. Ni quieres llorar si te partes algo.

– Entiendo. Resultado, descubriste que los patines eran tu forma de expresión y de empoderamiento. Empezaste a dar clases a alguna chavala. Acabaste marchándote de Celaya...

– Las chicas de mi ciudad jugaban al basket. Yo soñaba con los skateparks de Ciudad México. Mi hermano me dijo que había un californiano, Elliot, haciendo uno para niños en Muzante , en el Pacífico. Allá me fui pero quiero citar a mi amiga Itzel (nombre maya), la primera que me invitó a un skatepark y me hizo sentir ese gran chute de adrenalina...

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– Creas escuelitas ambulantes. Repartes folletos, convences a muchas madres para que lleven a sus hijas a patinar contigo...

– No tenían dinero para patines ni había tiendas donde los vendieran. Yo se los prestaba. Estuve en Pátzcuaro, famoso por sus luminarias el Día de los Muertos. Llegué a patinar con 50 niñas. Fuimos ganando seguridad en cada salto, cada pirueta y voltereta. Seguridad en nosotras como chicas y como rollers. Era feliz. Conocía a mucha gente. Me veían patinar en la ciudad y me preguntaban qué hacía. Notaba que inspiraba a la gente. Me gusta. A mí me inspiraron otros. Y otras.

– Al tiempo vienes a Donostia. Con David. Y con 'Pincho'. Choque. Cultural. No ves gente patinando. Pero te dicen que hay equipos de chicas patinadoras. Ves más gente con skate. ¿Por qué nunca has hecho skate?

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– Porque la tabla es un objeto exterior al skater mientras que los patines están atados a mis tobillos. Me los calzo. Me los ato. Me tocan la piel.

– De esta ciudad te asombra...

– Que todos hacéis deporte y a nadie le importa lo que haga el otro o la otra. He visto a mujeres de 50 años patinando, algo impensable en Celaya.

– Diste tu primera clase el 25 de julio de 2024. En la terraza del Kursaal.

– ¡En mitad del Jazzaldia! Pero yo entonces no sabía qué era eso. Salió bien. ¡Somos Hegalak!

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