José María Felices y José Eizmendi, en la terraza de Aldapeta. Sara Santos

San Sebastián

Primer director laico de Marianistas en 136 años

El mayor colegio de Gipuzkoa pone en manos del arquitectoJosé Eizmendi la dirección deAldapeta Maria Ikastetxea

Aingeru Munguía

San Sebastián

Viernes, 22 de septiembre 2023, 07:27

Son tiempos de cambios enormes en la educación, pero lo que ha vivido el colegio Marianistas (Aldapeta Maria Ikastetxea) en los últimos años es una ... auténtica revolución. El centro de la cuesta de Aldapeta, el mayor de Gipuzkoa (2.200 alumnos), ha fusionado en una misma comunidad educativa a tres colegios (Marianistas, San Bartolomé y Belén), construyó sus nuevas instalaciones en plena pandemia, en un proceso complejo que estuvo a punto de irse a pique y hoy, superada la fase del Covid, inicia una nueva etapa con su primer director laico en sus 136 años de vida. José Eizmendi (San Sebastián, 48 años) releva a José María Felices (Zaragoza, 70 años) en el pilotaje de este 'transatlántico' educativo en el que lleva vinculado de una u otra forma «desde los 6 años».

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La institución, explican el director saliente y entrante en un encuentro con DV, entendía que se abría una nueva etapa para el colegio, superada la compleja transición, y se planteó la necesidad de un relevo en la dirección. Un proceso que Aldapeta Maria Ikastetxea ha realizado sin mucha prisa y de una forma relativamente sencilla, al haber accedido a coger las riendas del colegio el primero de los dos candidatos que barajaba. «La institución acordó conmigo planteárselo a José Eizmendi y este se tomó su tiempo pero respondió afirmativamente al reto. La decisión se la comunicamos a toda la comunidad educativa en febrero», explica Felices.

Clave en el nuevo edificio

Buscaban «un ejecutivo de confianza y marianista de vocación» y José Eizmendi reunía todo eso y más. Cursó estudios en el colegio de 1980 a 1992 y desde entonces forma parte de la fraternidad marianista. Fundó su estudio de arquitectura en el año 2000 y en 2006 empezó a compaginar su trabajo en el estudio con clases de Dibujo Técnico en el colegio.

En 2016 abandona el estudio para dedicarse 100% a sus clases de Dibujo y Matemáticas en Marianistas. 2018 es un año clave porque la institución pone en sus manos el diseño y la dirección del proceso de edificación del nuevo colegio, una obra con tantas complicaciones que Felices afirma hoy que «sin José el edificio no se hubiera acabado», un buen hacer que Eizmendi achaca a la visión clara que tuvo el entonces director general, Javier Cortés.

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Las reuniones semanales que han mantenido director saliente y entrante en los últimos meses han hecho que la transición o el relevo se haga «muy fácil» en palabras de Eizmendi.

El nuevo director no solo participó en el diseño y pilotó la construcción del nuevo colegio (18.000 metros cuadrados que exigieron 20 millones de inversión) sino que lleva el recuerdo de lo que fue el antiguo edificio muy dentro: «Lloré cuando derribaban el centro de enseñanza».

«Evitar los cantos de sirena»

El nuevo director se pregunta «por qué me han elegido a mí» para dirigir esta nueva etapa cuando «yo no soy el que más sabe de pedagogía del mundo, ni el mejor gestor económico. La conclusión que saco es que puedo ser útil en el objetivo de mantener los valores del espíritu marianista y afrontar los retos que yo creo que tiene el colegio hoy en día».

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Y estos cuáles son en opinión de este joven marianista de pro: «Evitar los cantos de sirena» en materia educativa, y centrarse en la «transmisión de conocimiento con valores»; hacer de la escuela un factor «tranquilizador» frente a una juventud «emocionalmente tocada»; proporcionar una «educación integral poniendo el acento en las relaciones entre las personas»; apostar por lo digital (incluyendo la inteligencia artificial) sin olvidar el equilibrio con lo analógico; y buscar un «mayor entendimiento con las instituciones», en primer lugar con el Gobierno Vasco.

El 'constructor' del nuevo colegio del Centro de san Sebastián es además un convencido de que lo que hay que hacer ahora es «romperlo». «Construimos este colegio para que la ciudad entrara dentro de él y para que sus alumnos salieran, interactuaran y se integraran más en la ciudad».

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