San Sebastián

Un pavimento con aspiración de icono

Donostia ha logrado marcar un estilo con las baldosas hexagonales que alfombran sus aceras y que hoy se emplean en calles desde Lasarte-Oria a Hondarribia

Domingo, 23 de junio 2024

La barandilla de La Concha es el icono por excelencia de la ciudad, pero Donostia tiene otro emblema más de andar por casa: la baldosa ... hexagonal de sus aceras. Un pavimento que estuvo vinculado a las calles más nobles en buena parte del siglo pasado y que ahora alfombra las vías más periféricas del municipio y mas allá, ya que se pueden pisar desde Lasarte-Oria a Hondarribia.

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El origen de esta baldosa es un misterio, que no son capaces de desentrañar los departamentos de Obras y Proyectos, ni en el de Mantenimiento urbano del Ayuntamiento, ni el Archivo Municipal. Durante las primeras décadas del siglo XX se colocaba la baldosas cuadrada de color gris de 15 x 15 centímetros, conocida como 'la madrileña', que ha permanecido en el paseo de La Concha hasta hace unas semanas, cuando se ha procedido a su sustitución por la hexagonal.

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La baldosa propiamente donostiarra se empezó a producir de forma bastante artesanal una fábrica que estaba emplazada en la zona de Zuhaizti, junto a la Casa de la Misericordia, pero cuando cerró la cantera de Aduna (Andoain) de la que procedían las materias primas se cortó su producción. Entonces su fabricación se trasladó a otras empresas de Navarra y La Rioja.

Lo que sí está constatado, por la imagen de algunas postales, es que la baldosa hexagonal ya aparecía en los años 30 en aceras de los alrededores del casino Gran Kursaal y en el paseo de La Concha. Se fue popularizando su uso por más zonas pero en los años 80 y 90 aún no había llegado a algunos barrios, y fue Odón Elorza quien se encargó de llevar este pavimento a los ámbitos más periféricos de la ciudad como expresión política de que le importaba tanto la Avenida como Larratxo.

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En Baldoexport S.L., una fábrica de Falces (Navarra) donde la producen, explican que la baldosa hexagonal donostiarra «está inspirada en la baldosa que se colocó en el paseo de Gracia de Barcelona y que fue diseñada en 1904 por Gaudí». Lo afirma Alberto Jericó, responsable de Calidad de esta compañía, cuyo padre, Gerardo Jericó, fue quien convenció al Ayuntamiento en los años 70 de la conveniencia de hacer una baldosa de seis hexágonos en vez de la de cuatro que se producía entonces para «abaratar su producción». «Se prepararon prototipos y moldes nuevos y obtuvimos la aprobación por parte del Ayuntamiento».

La baldosa es una evolución del mosaico hidráulico que se fabricaba de manera totalmente artesanal, de una en una, en prensas accionadas por agua, de ahí su etiqueta de 'hidráulico'. Los materiales con los que se fabrica son «granitos, polvo de mármol, árido silíceo de cantera (no de gravera de río) y cemento blanco del tipo 52.5 de altas prestaciones y resistencia».

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Prototipo. Todas las calles de la ciudad utilizan hoy baldosas con nueve hexágonos como las que se empezaron a colocar en los años 30.

Para su fabricación se emplean moldes de acero donde se vierte la mezcla y se aplica un proceso de vibrado y posterior presión para compactar la pieza. Transcurridas 48 horas la baldosa ya se puede paletizar para su transporte a la obra. Cada baldosa pesa alrededor de 5 kg y tiene un tamaño de 0,066 m2. El precio oscila entre 10-12 euros/m2 dependiendo del volumen del pedido.

En esta empresa no conocen otras ciudades que utilicen esta baldosa, aunque «se coloca también Laredo (Cantabria), pero en color gris, no blanco». Lo que está claro es que su expansión ha superado la ciudad de San Sebastián porque también se puede ver en los municipios del entorno (ahora mismo se está colocando en la calle Amutalde de Hondarribia). Y hay establecimientos comerciales y hosteleros que la utilizan para sus locales como prolongación de la calle y expresión de su amor por la ciudad, como en el bar La Espiga.

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Otra cosa es su funcionalidad. Javier Puldain, doctor arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura de la UPV, cree que la baldosa hexagonal «tiene algo de identitario donostiarra, y va bien en La Concha, en el Ensanche o en Amara, donde las aceras son anchas y llanas, pero en Igeldo o Altza, con sus aceras más estrechas y en pendiente, no resultan tan adecuadas». «Es una baldosa que funciona muy bien cuando la acera es muy ortogonal y los cortes son limpios, pero cuando la geometría se complejiza, delante de la Perla, en Altza, o San Roke, las bandas azules dejan de tener ese sentido de pauta/ritmo tan claro, los cortes en oblicuo no son muy afortunados y no va tan bien», añade. Puldain considera que las diferentes tonalidades de blanco de las baldosas nuevas y las antiguas «da sensación de desorden o poca limpieza» y también ve problemas cuando la baldosa hexagonal se junta con las de botones que sirven para guiar a los invidentes en los pasos de cebra. Otra disfuncionalidad evidente es el ruido que provoca el deslizamiento de maletas por este pavimento acolmenado y con tanta junta, un asunto lo suficientemente polémico para dedicarle otro reportaje.

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