Alguien se empeñó en que el Tambor de Oro era el máximo galardón donostiarra por excelencia, tal vez porque se concedía a personajes tan conocidos ... como Iñaki Gabilondo, Alfredo Landa o Txema Olazabal. Quizá porque se entregaba el día de San Sebastián, justo cuando las primeras compañías de los niños tamborreros comenzaban el desfile palillos en mano. El caso es que, al foco y al calor mediático del Tambor de Oro, quedaron oscurecidos otros galardones de relumbrón. ¿La Medalla de Oro? No, solo faltaba que la distinción máxima con la que esta ciudad reconoce a sus vecinos más insignes, quede aparcada en un rincón escondida tras el glamour del Tambor de Oro. Pero tal vez sí haya ocurrido con la Medalla de Plata, poco conocida en los últimos años de la historia de esta ciudad y que cuenta, por ejemplo, con el músico Nicanor Zabaleta entre sus galardonados. Otro músico, esta vez un pianista donostiarra del que acaban de recuperar su 'Sonata para cantos vascos', un inquieto Beltrán Pagola, también recibió esta distinción. Tal vez por su ingente labor docente en el Conservatorio de Música, por su papel en el Orfeón Donostiarra. Tenemos mucho más que el Tambor de Oro.
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