Marta Sagastizabal: «Centella asiática, veneno de abeja, minerales de la isla Dokdo, ¡Viva Corea!»
En Azala hay moléculas, dinastías, agua de lluvia y piedras dálmatas
En un entorno privilegiado. En la calle Nueva. Cerca de Fabo (frutería de alta gama), Velomoto, Miner. Arteuparte (galería boutique) y la carnicería de Axier ... Igareta. Ahí está Azala, templo moderno de la cosmética coreana (aunque también se admiten productos bien formulados entre Francia y Zaragoza y otros herbales llegados de Bélgica). Al mando, Marta que hasta no hace mucho fue pescatera. En la pescadería Ander de la Bretxa. En la cabina de tratamientos, su madre Koro Osteritz, 30 años de experiencia en estética. En la sombra, negociando con proveedores, distribuidores y acaso hasta con piratas, Lorea.
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– ¿Cómo llegasteis a la cosmética coreana?
– Durante la pandemia las mascarillas provocaron en gente de nuestra familia alergias que no remitían con otros tratamientos. Nos pusimos a investigar y encontramos los productos coreanos, que surtieron efecto. Como no era fácil acceder a ellos, como nos fascinaron y como yo quería darle otro rumbo a mi vida, abrimos Azala. Y aquí estamos. Y estamos fascinadas. Productos altamente (algunos totalmente) orgánicos. Productos unisex. Veganos. Libres, naturalmente, de cualquier indicio de crueldad animal. Hasta los caracoles cuya baba se utiliza viven con total garantía de no ser maltratados ni malcriados. Quizás los únicos productos que no son 100% naturales sean las cremas de protección solar. Porque la protección solar es, sí o sí, química. A cambio son respetuosos con los océanos.
«La importación de estos productos cosméticos es complicada. No porque el país del K pop, el cine de Bong Joon-ho o Hong Sang-soo y de El juego del calamar no esté abierto al mundo o no haya distribuidores europeos sino porque los piratas atacan a los buques mercantes y en las aduanas revisan las formulaciones...»
– ¿Con los océanos!
– Sí porque mayormente es en el mar donde se queda o se vierte gran parte de las cremas solares que usamos así que las formulaciones coreanas intentan que no degraden ni el agua ni la flora ni la fauna marina. Otra característica es que no son tan aceitosas como muchas de las occidentales. Te lo repito, cuando investigas y cuando las pruebas caes bajo su seducción.
–¿Cómo no sentirte fascinada? Cuéntales a los lectores cómo se dieron cuenta los cosmetólogos de Mizon que la centella asiática era calmante y reparadora? A tan alto grado que en sus formulaciones usan ocho de las 77 variedades que hay.
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– Por los tigres.
– Hermoso pelaje el suyo...
– Vieron que los tigres heridos en una pelea, tras una caza en la que la presa les había hecho frente o en un enfrentamiento con cazadores se frotaban el cuerpo contra esas hierbas perennes y rastreras, contra esa planta anual.
– Y como son cosmetólogos orientales sabían también que hace siglos que se usa en la medicina ayurvédica.
– Y en la tradicional china así que no dudaron en emplearla en cremas para pieles maduras. En combinación con el colágeno que actúa para devolver o proteger la firmeza y elasticidad de la dermis.
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– Que Gwyneth Paltrow se aplique cremas con veneno de abejas no cuenta porque ella es capaz de cualquier locura pero que lo utilizaran las grandes damas de la antigua Grecia o de la China milenaria es otro cantar...
– Se considera un 'botox natural' por su gran capacidad para 'rellenar' las arrugas, pero también posee un asombroso poder regenerativo. El veneno posee sustancias antiinflamatorias y relajantes. Todo ello contribuye a recuperar las líneas de expresión de nuestro rostro.
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– Y además tiene su punto eso de jugar con venenos. Como si fueras Cleopatra pero no para morirte sino para revivir. Me gusta la frase que utiliza para presentar su línea de productos Quinque la farmacéutica Mercedes Marcos. Lo sé, no es coreana sino zaragozana.
– Tenemos unos pocos creadores cosméticos que no son orientales. Tampoco lo son Herbar que trabajan con hongos, formulando cremas que luego te aplicas con piedras como la dálmata o la ojo de tigre. Sí, a mí también me agrada eso que proclama Mercedes de que no es cuestión de rejuvenecer sino de madurar, incluso de ir envejeciendo... mejor.
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– Sé que Corea y Japón se disputan la soberanía sobre el archipiélago Dokdo pero no que hubiese una compañía que extrajese sus minerales y los usara en sus productos cosméticos.
– No son solo minerales del fondo del mar sino que en esas islas en las que solo habitan dos civiles y 37 soldados hay más de 60 especies diferentes de plantas y hierbas y la marca Round Lab las utiliza. También utiliza la savia del abedul. Como hidratante.
– Koro, déjame hacerte una pregunta a ti, que llevas 30 años siendo esthéticienne, ¿se siente algo diferente al aplicar tratamientos coreanos?
– Todavía hoy me impresiona su increíble capacidad de penetración en la piel.
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– Fuerte lo de los piratas, ¿eh?
– Secuestraron el barco que traía productos cosméticos coreanos a Europa. Nos quedamos sin stock. Fue terrible pero épico.
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