Asier Laskibar García: «La imagen del buggy por el campo es lo más irreal; el golfista anda, anda, anda»
Donde hubo unos estudios de TV ahora hay palos, bolas, greens ·
BEGOÑADEL TESO
Jueves, 11 de febrero 2021, 08:07
Inaugurada en octubre: Z1 Golf Academy. 'Z' por Zuatzu, el parque empresarial. '1' por cuestiones de geolocalización: está en el número 1, donde estuvo TeleDonosti. ... Inspirada y apadrinada por una leyenda con chaqueta verde, Txema Olazabal. Tecnológicamente casi futurista, con profesores de buena genealogía y mejor currículo labrados por los campos mejor diseñados: Lorea Iguaran, Juan Sarasti. Hablamos, entre Miuras, con su promotor. Tiene un buen swing y buenos hierros.
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– Así que pasaste del césped de Anoeta (antes de que fuera Reale Arena) al hoyo 10 de Basozabal. Como si tal cosa...
– Como si tal cosa, no. Yo en mi equipo de fútbol, el de la UPV (llegamos a ganar a la Real Sociedad B) no acostumbraba a pensar demasiado. Era delantero. Ratonero. Bastante 'mosca cojonera' para los defensas. No pensaba. Demasiado. Me llegaba el balón y chutaba. De pronto, me encontré en lo que hemos dicho, en el hoyo 10 de Basozabal. Que tiene un barranco directo al infierno. Debías hacer que la bola lo pasase... volando 150 metros. Y además, eso, había que pensar. Porque como futbolista lo tenía todo automatizado. Y el golf, ay, es el deporte de los pensamientos infinitos.
– Cuenta en qué pensaba aquel delantero que iba para golfista.
– La bola debía estar quieta, el brazo bien colocado, la muñeca dispuesta porque pronto debería llevarla hacia arriba mientras empezaba a bajar la cadera. Abajo ahora la muñeca. Golpeo. La cabeza sigue alta. No mires la trayectoria de la bola aunque la debas mover (la cabeza, no la bola...).
– Perdón, no me lo creo.
– Te lo juro que fue así; pasé de recibir el balón, ratonear y tirar a puerta a tener que saber con suma precisión cómo y para qué tenía la cabeza y las muñecas.
– Ya pero no me imagino yo a Txema ni a Seve, ni al 'Pisha', ni a Adrián Otaegui, ni a Lorea, ni a Juan, ni a Chambeau, ni a Tiger, ni al 'Tiburón blanco', ni a la mismísima María Estuardo, que dicen que ya jugaba al golf en el campo de Old Links antes de que su prima la mandara decapitar, pensando en todo eso antes de dar un buen golpe... O te metes las muñecas y las caderas muy dentro del cerebro o...
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– No, claro. Cuando ya estás en el 'tee' (el punto de salida), cuando ya la calle y el rough y el green y el bunker están ahí no te paras a a pensar. Como no lo haces al acelerar o frenar con la moto. Pero en la cancha sí. Según Olazabal se necesitan 3.000 bolas antes de que sepas que, más o menos, estás en lo que y a lo que estás.
– ¿Y tras esas 3.000 bolas el golf sigue siendo lo que dice el título de ese libro que tanto te gusta?
– ¿El de Bob Rotella, un grande de la psicología deportiva, 'El golf no es el juego de la perfección'? Absolutamente cierto. Siempre gana no el que mejor juega sino el que mejor falla. Y es que es imposible, totalmente imposible, terminar un recorrido o levantar la Ryder Cup sin haber cometido ni un error. Más aún, si aspiras a la perfección, Michael Jordan y yo podemos jurarte que la perfección no se logra practicando.
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– A ti te tengo delante, Michael andará en Carolina gestionando asuntos de sus Charlotte Hornets así que dime tú qué dice él...
– Puedes pasarte horas y más horas practicando tiros libres y tal vez solo logres convertirte en el peor mejor tirador de tiros libres.
«¿Un campo? Zarautz. Al principio la gente lo creía 'cosa de veraneantes. Ricos'. Hoy, como está camino a la playa, quienes pasan se paran, miran y aplauden. Ya ves, el golf del pueblo»
– Entendido. O no. Entonces, ¿a qué vengo a Z1 Golf Academy?
– Pues por de pronto a discutir sobre si lo que estamos diciendo es verdad o mito. A participar en el debate abierto por Chambeau, el golfista de la pegada brutal. Hay dos maneras de entender el golf, una muy moderna que exige el diseño de campos inmensos porque la bola es golpeada por gigantes armados de hierros. Otra, más clásica y elegante, que lo fía todo (bastante al menos) a la genialidad, al juego de las muñecas y las caderas, a la calidad del palo. Jon Rahm tiene un golpeo poderoso pero también es genial. Como lo era aquel Tiger Woods jovencísimo que maravilló a Olazabal. Y sin embargo...
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– ¿Qué?
– Ningún deporte puede (ni quiere) renunciar a la tecnología. En estos terrenos donde estuvo TeleDonosti, el simulador Trackman, el diseño de Txema y las tomas aéreas de drones perfectos ayudan a tirar las líneas, rectificar, remodelar, angular las características del juego. Es un lugar de golfistas federados y donde quien quiera probar podrá hacerlo. Un cursillo personalizado porque ¿sabes? el problema del golf es que para ver si te gusta casi casi has de ser accionista de un club. En esa academia, con Juan, con Lorea, con Adrián, con tantos buenos, sabrás si lo tuyo es el swing y te darás cuenta de que nada más alejado de la realidad que esa imagen del golfista viejo en buggy. El golfista de verdad anda y anda; camina y camina.
– Dime, en golf que es 'Miura'?
– Leyenda pura. Cabezas de palos forjados, a mano, una a una, en la fundición del castillo de Himeji, Japón.
– Un gol (no un hoyo) tuyo...
– Aquel día prometí a mi madre, ya muy enferma, meter uno. Me pidió dos. ¡Los marqué!
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