La historia de la ciudad reposa en Polloe

El camposanto de Polloe cuenta con una gran superficie en las que se juntan zonas olvidadas, algunas en desuso, otras modernas y muchas por descubrir. De eso se encargan estas visitas, de enseñar a todo el que se apunta los secretos que se esconden en sus tumbas. Leonor de Landía, responsable de la empresa y organizadora de los paseos por Polloe, invita a los donostiarras a conocer este «museo que merece ser visitado y está al alcance de cualquiera».

La historia y el arte son dos pilares fundamentales de las visitas guiadas y del propio cementerio. Su construcción data del siglo XIX, en plena transformación de la ciudad por la caída de las murallas y la Belle Époque. «Trataron de construir una ciudad de los muertos con una riqueza de arte y esculturas que casase con el conjunto de Donostia», explica De Landía. El camposanto cuenta con un callejero donde los difuntos descansan casi con dirección propia. Algunos en el pasillo Santa María y otros en el de San Vicente, por ejemplo. Según se recorren van apareciendo imponentes panteones de familias pudientes, capillas neogóticas con un gran trabajo artístico y personajes históricos que dan nombre a calles de la ciudad.

Además, De Landía señala que el simbolismo es otra de las patas de las explicaciones a los visitantes. «Figuras de animales, huesos o escritos en latín son solo algunos de los iconos que se pueden apreciar en este museo al aire libre», comenta. La guía explica cómo «las familias preparaban y decoraban las sepulturas a su gusto, usando todos esos símbolos mortuorios que tienen sus secretos».

Las personas que se apuntan a estas visitas son en su mayoría donostiarras y muchas del barrio de Egia que desconocen estas historias. «Los turistas ya tienen muchos planes alternativos, aunque eso no quita que puedan venir aquí, pero tratamos que la gente local conozca lo que guarda un lugar tan interesante como este».

A pesar de que una visita al cementerio se podría intuir como algo poco agradable, De Landía destaca que los visitantes salen con una sonrisa de Polloe. «La gente entra seria pero acaba contenta porque este es un lugar que guarda mucho amor», aclara.

En el cementerio hay tanto gente conocida públicamente como otros tantos que han guardado sus historias para sus círculos más íntimos. Hay quien ha acabado poniendo su nombre en el callejero de la ciudad como Fermín de Lasala y Collado, duque de Mandas; Raimundo Sarriegui, autor de las composiciones musicales de la Tamborrada, o Clara Campoamor, escritora, política y defensora de los derechos de la mujer española. También se encuentran otros ilustres, aunque no tan conocidos, como Víctor Hacha, que impulsó la ciudad balneario, o Bilintx, bertsolari. Nombres que causan sorpresa a más de un visitante.