«El espíritu de la Compañía de María sigue vivo y fuerte»
Desde 1868. Pese a la desaparición del antiguo convento de San Bartolomé, la congregación mantiene su presencia en Donostia con sus proyectos socio-educativos
La fachada norte del antiguo convento de San Bartolomé, que una vez rehabilitada forma ahora parte de la estructura del hotel Catalonia, es el único vestigio que queda del antiguo hogar de la Compañía de María. «Pero no nos hemos ido, la congregación sigue en Donostia, aportando a la sociedad, como lleva haciendo desde hace cuatro siglos», asegura la madre superiora, Arantza Odriozola.
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Las religiosas se vieron obligadas a cambiar de residencia, con motivo de las obras que han transformado el cerro en un nuevo entorno residencial. Eso despertó voces y rumores que apuntaban a su marcha de la ciudad. Pero no. Su nuevo hogar está ahora en la residencia universitaria femenina levantada en el número 2 de la calle Estella-Lizarra. «Y ahí se mantiene vivo y fuerte el espíritu con el que nació la congregación en 1607: la doble finalidad de transmitir el evangelio y atender a la mujer. Y todo ello adaptándonos a las necesidades de los tiempos», explica Odriozola.
LA CIFRA
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10 Es el número de religiosas de la Compañía de María que permanecen en Donostia. Algunas viven en un espacio de la nueva residencia universitaria de la calle Estella-Lizarra, donde desarrollan el proyecto Ondoan Topagunea, y otras en el barrio de Intxaurrondo.
La impronta la mantienen a través de distintas formas. Por una parte, el proyecto educativo de la Compañía de María se ha fusionado con el de Marianistas y Villa Belén, convergiendo en el nuevo Aldapeta María Ikastetxea. Por otra, la residencia universitaria, que ya existía en el antiguo convento, continúa en su nuevo emplazamiento, renovada, pero con «sus características especiales: a las personas que están aquí se les plantea una educación más integral, más allá del estudio, en cuanto a la espiritualidad o crecimiento personal o la solidaridad, entre otros aspectos», cuenta.
LA CIFRA
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10 Es el número de religiosas de la Compañía de María que permanecen en Donostia. Algunas viven en un espacio de la nueva residencia universitaria de la calle Estella-Lizarra, donde desarrollan el proyecto Ondoan Topagunea, y otras en el barrio de Intxaurrondo.
Y a ello se suma un nuevo espacio promovido por la propia Compañía de María, denominado Ondoan Topagunea, destinado a jóvenes y a adultos «donde ayudamos a mejorar la sociedad». Lo hacen en ámbitos como la solidaridad, por ejemplo mediante la formación y promoción de voluntariado entre los jóvenes. O trabajando el crecimiento personal, favoreciendo espacios de inclusión intercultural con personas migrantes de diversas culturas o acompañando a mujeres en su proceso de empoderamiento. A ello se suman actividades de tiempo libre y otras de espiritualidad.
«Todas ellas de la mano de profesionales voluntarios», apunta. «Nos hemos encontrado con la oportunidad de hacer algo diferente y mostrárselo a la ciudad, tenemos algo que ofrecer. Cuando la gente duda de si vamos a seguir en Donostia tenemos que decir alto y claro que si hacemos esta apuesta es para seguir».
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Su nuevo hogar está ahora en la residencia universitaria femenina levantada en la calle Estella-Lizarra
La respuesta de la gente avala el papel que realizan. «La residencia está al 100% de ocupación y el servicio de Topagunea ha crecido en tiempos del covid, porque estamos respondiendo a situaciones que la pandemia ha sacado, de dolor, de aislamiento. Estamos en esa apuesta, de dar una respuesta diferente en estos momentos difíciles».
Al compás de los tiempos
La Compañía de María se creó en 1607 en Burdeos. «En aquellos años no había educación para las mujeres y la fundadora, Santa Juana Lestonnac, lo que quería era ofrecer la misma opción que a los hombres. Fue la primera congregación en hacerlo», recuerda Odriozola. A partir de ahí, relata, la congregación ha ido evolucionando, «teniendo claro que en cada momento histórico había que adaptarse a las necesidades de la mujer y de la juventud». Todo ello, explica, desde una visión creyente. Primero con una educación integral de jóvenes y mujeres, para pasar a una educación mixta y seguir ampliando su labor a otros campos más allá de la educación, como es el socio-educativo que prestan ahora en Ondoan Topagunea. «También nació como una congregación de clausura, y hoy mira lo que somos», cuenta esta hermana, que también recuerda que el hábito y las cofias son elementos que prácticamente quedaron en el pasado.
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En San Sebastián quedan en la actualidad diez religiosas de la Compañía de María, repartidas en dos espacios, unas en la nueva residencia de la calle Estella-Lizarra y otras en el barrio de Intxaurrondo. En un contexto en el que cada vez más congregaciones desaparecen, ellas confían en seguir formando parte de la ciudad.
Ahí han puesto en marcha Ondoan Topagunea, un espacio donde fomentar la solidaridad, la inclusión y el autoconocimiento
«No tenemos intención de marcharnos y tenemos futuro aquí. Ahora somos un equipo de 10 voluntarios con 2 religiosas en Ondoan Topagunea. Los demás son laicos que hacen la apuesta con nosotras. Nuestra esencia no va a desaparecer mientras haya gente que crea en el proyecto y lo hagamos juntos», asegura.
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Más de 150 años en la ciudad
Ha pasado siglo y medio desde que un grupo de siete religiosas llegaron un 9 de marzo de 1868 a San Bartolomé desde Bergara, donde la Compañía de María tenía un colegio de educación femenina fundado en 1799. Fue el alcalde Eugenio Ripalda quien les vendió su finca llamada Vista Alegre en el alto del cerro. Se encontraba junto al cementerio, que ocupaba el antiguo solar del convento de las Agustinas, arruinado y abandonado en la primera Guerra Carlista. La adquisición se inscribió a nombre del bergarés Antonio María de Murua, para evitar que las leyes desamortizadoras les pudieran desposeer de la finca.
La Institución Teresiana celebra un siglo en San Sebastián
La Institución Teresiana celebra este curso el centenario de su presencia en Donostia. Su actividad dio comienzo en el curso 1921-1922 con la apertura de un centro (en régimen de internado) destinado a chicas que estudiaban Magisterio o estudiaban para preparar oposiciones. Al poco tiempo, la Institución amplió la oferta formativa poniendo en marcha un colegio de Educación Infantil, Primaria y Bachillerato en el Paseo de Francia de Donostia que funcionó durante medio siglo, hasta el curso 1971-1972. Actualmente realiza en Donostia actividades enfocadas a la Cooperación internacional y la educación transformadora. Actualmente tiene su sede en la calle Bengoetxea 4.
Es el número de religiosas de la Compañía de María que permanecen en Donostia. Algunas viven en un espacio de la nueva residencia universitaria de la calle Estella-Lizarra, donde desarrollan el proyecto Ondoan Topagunea, y otras en el barrio de Intxaurrondo.
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