Víctor expone sus pinturas en La Inversa. BORJA LUNA

Ciudadanos | Víctor Echevarría

«Y descubrí uno de los infinitos gestos de la mano: pintar»

El ganador del premio Arte Vital expone en La Inversa, Virgen del Camen 11

Begoña del Teso

San Sebastián

Domingo, 12 de octubre 2025, 07:52

V itoriano. López de Foronda de segundo apellido, el de su madre Rosa. Con ella y con su padre Iñaki iba de crío a la ... montaña alavesa. Hacían rutas y senderos. Subían al Yoar y al Gorbea. Pero también visitaban museos. El de Bellas Artes de Gasteiz. Aquel chaval alucinó con la obra de Fernando de Amárica, el impresionista de los paisajes luminosos. Desde aquel momento Víctor, que el viernes fue declarado ganador del Certamen Arte Vital 2025, no pudo dejar de dibujar. En el colegio también. Desde su mesa. Lo que veía por la ventana abierta. Edificios, calles. Más de una bronca ya se ganó porque pintaba siempre. Hasta en matemáticas creció y aunque la familia intentó que siguiese estudios que rentasen más, le apoyó a tope cuando decidió hacer Bellas Artes en Salamanca. También después, cuando, como tantos artistas de tiempos pasados marchó a empaparse de belleza a Italia. A Florencia. A Roma. Allí todo fue realismo pictórico. Luego, buscando respuestas, cursó un master en Investigación de Arte y Creación Contemporánea.

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–¿Y las encontraste?

– ¿Encontrar el qué?

– Las respuestas.

– No, por supuesto que no. No las hay. Pero tengo muy claro que me impresiona la manera con que William Turner utiliza los colores para lograr una espléndida expresividad. Me obsesioné también con él. Y con la idea, la lucha por llegar al público. La obra de arte que se queda encerrada en el estudio carece de sentido. Tiene que exponerse. El público es esencial en nuestro trabajo.

– ¿Que lo vea mucha gente?

– Busco más que eso. Busco que esa gente se sienta atrapada en una atmósfera. Que los colores te envuelvan. Que te parezca que no vas a poder salir de él porque sientas que estás dentro del cuadro. También me preocupan los límites. Me estoy planteando hacer mi tesis doctoral sobre eso.

– ¿Qué límites?

– Todos. Incluso los del lienzo. También sobre los de la relación del paisaje con el ser humano. Para mí la naturaleza es uno de nuestros principios básicos y el color el encargado de relatar cada una de las experiencias con ella. Me sirvo de sus graduaciones y tonalidades para explorar los horizontes que estructuran cada conjunto pictórico. También me pregunto si puedes exigirle a alguien que acepte un plátano pegado a una pared como arte, algo que tiene que ver después de pasar ocho horas currando. Será porque yo, para sobrevivir he hecho retratos. Retratos hasta de mascotas...

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– El plátano al que te refieres es, supongo, la obra 'Comediante' de Maurizio Cattelan, aquella banana pegada a la pared con cinta adhesiva exhibida en Miami.

– Sí. Según su galerista era 'un símbolo del comercio mundial, un doble sentido, así como un dispositivo clásico para el humor'. Según Cattelan, 'se supone que el plátano es un plátano'. También podríamos estar hablando de 'Mierda de artista' de Manzoni. No sé, yo prefiero aferrarme a la frase de Mark Rothko cuando dijo aquello de 'íntimo y humano'.

– Significando eso...

– Lo que estamos hablando, ¿no crees? La urgencia del artista de crear una experiencia espiritual y directa con el espectador, un encuentro donde los límites se rompan y donde el espectador se sumerja en el color.

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– Háblanos de la gestualidad infinita de la mano.

– No he abandonado para siempre los pinceles, los utilizaré en mi próximo proyecto pero en estos momentos y en mi estancia en La Inversa estoy usando las manos, pintando con ellas. Pasó, sin más. Un día me di cuenta de que de las miles de formas de gestualidad de la mano una de ellas era la convertirse en pincel, en brocha.

– Dicen que en tu obra el horizonte vibra como un mar de electrones.

– Quizás porque sea un deseo compartido; un punto que vemos, pero al que nunca llegamos. No es frontera sino movimiento, promesa, búsqueda.

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– Ayer, tras saberte ganador del premio Vital por tu obra 'Retales. Tercer Movimiento' te viniste de Gasteiz a Virgen del Carmen a pintar en directo acompañado del dúo Alitruta, buena mezcla de poetas, filósofos y músicos.

– Digamos que fue un viaje psicodélico a nuestro horizonte interior. Digamos también que me interesa mucho el proceso mismo de pintar, la práctica. El darte cuenta de que ese acto, el acto de pintar con las manos, se convierte en metáfora.

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– Partiendo de pequeños bocetos, de apuntes. De fotografías.

– Saco fotos sí. Pero no se trata, para nada, de copiar lo que has fotografiado. No, yo las uso porque retienen el instante. Y creo que también guardan las sensaciones que experimenté en aquel momento, ante lo que contemplé o cómo lo hice. Las guardo y al tiempo las cojo. Y las uso. Pequeños aliados. Los grandes son la Naturaleza y el paisaje.

– ¿Qué se siente?

– ¿Cuándo?

–Pintando en el Tíber.

– Algo inexplicable. Desmayo.

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