Cómo convertir la Variante donostiarra en una calle urbana
San Sebastián somete a un proceso de participación ciudadana el avance del nuevo Plan General que plantea hacer de la GI-20 una vía semaforizada con circulación a 30 km/h
Es una idea que lleva más de una década rondando en la cabeza de los responsables de Movilidad, pero hasta ahora no se había puesto negro sobre blanco. El Ayuntamiento de San Sebastián acaba de presentar el avance del nuevo Plan General de Ordenación Urbana para su debate ciudadano y en su seno se incluye una operación singular y cuando menos arriesgada: convertir la variante GI-20 entre Herrera e Illunbe en una calle urbana más con solo dos carriles de circulación, velocidad limitada entre 30 y 50 km/h, semáforos, viviendas y bidegorris. Esta propuesta urbanística, que transformaría por completo la ciudad, plantea como alternativa derivar los tráficos de paso por una nueva GI-40 ampliada y sin cruces (Garbera, polígono 27, rotonda de Martutene, Hospitales y A-8), una vía que es de titularidad foral y que requeriría de inversiones millonarias para hacerse realidad.
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Esta propuesta lleva tiempo mascullándose. Donostia crece principalmente por su flanco sur, donde están previstos sus principales desarrollos urbanísticos en la vega del Urumea. Es el caso de la actual transformación de Ciudad Jardín, bajo los actuales tableros de la variante, la operación de los cuarteles militares de Loiola, la segunda fase de Txomin Enea, Antzieta, Apostolado, Sarroeta, Trinkete... En total, 3.316 nuevas viviendas, que si se suman a las 3.000 que se barajan en el nuevo Auditz Akular (el reflotado ensanche de Altza), suman más de 6.000 nuevas viviendas en el futuro. Todos ellas se verían afectadas de alguna manera por esta operación de restar a la variante su actual carácter de infraestructura viaria de alta capacidad. San Sebastián busca ser una ciudad más compacta y articulada y en este horizonte la actual variante aparece como un muro, una brecha, que entorpece el objetivo.
Goia ha reconocido que esta idea ya estaba en su mesa en 2011 cuando era diputado foral de Infraestructuras Viarias
EH Bildu planteó en enero de 2022 y llevó el año pasado a la campaña electoral de las municipales en Donostia un planteamiento muy similar al que ahora recogen los trabajos de revisión del PGOU. Y el propio alcalde, Eneko Goia, ha reconocido en los últimos años que esta idea ya estaba en 2011 en su mesa cuando era diputado foral de Infraestructuras Viarias de la Diputación. La novedad es que ahora la propuesta ha sido estudiada por el equipo técnico que redacta el avance del Plan General y avalada por el gobierno municipal para pasar a la fase de debate ciudadano, con posibilidades que se incluya en el planeamiento general de la ciudad con vistas a los desarrollos urbanísticos de la próxima década. En todo caso, la última palabra de la cuestión la tendrá la Diputación Foral de Gipuzkoa, titular la de GI-20 y de la GI-40 que se propone como alternativa a los tráficos afectados. En una primera valoración el pasado jueves, la portavoz foral, Irune Berasaluze, advirtió que la Diputación antepone «las necesidades del territorio» sobre la urbanización de la GI-20. «Aunque a todo planteamiento se le puede encontrar un encaje», apostilló.
La propuesta plantea como alternativa derivar los tráficos de paso por una nueva GI-40 ampliada y sin cruces
«Se trata de convertir el tramo de variante entre Illunbe y el nudo de la Herrera en una avenida urbana con configuración de calle y no de autovía», indica el documento de avance del PGOU. Desde Illunbe hasta Intxaurrondo se utilizarían solo dos carriles (uno por sentido), no cuatro como hoy en día, en un trazado de una vía de 50 km/h que al llegar a Riberas de Loiola «se integra como una calle más, a 30 km/h, implementado las rotondas necesarias para distribuir el tráfico, más las semaforizaciones pertinentes hasta llegar al tramo de Herrera». Esta nueva configuración de la GI-20 «disuadirá al tráfico de paso actual que previsiblemente se trasladará al 'by pass'» planteado como alternativa.
El cambio de autovía a avenida urbana proporcionará «oportunidades diversas»: permitirá incorporar la actual Variante «a la red rodada de la ciudad posibilitando una conexión transversal permeable y efectiva para la movilidad saludable y el transporte público». Además de estas virtualidades para la movilidad urbana, la operación permitiría explotar nuevos usos al espacio liberado de la Variante. El avance del PGOU plantea que entre Marrutxipi y Herrera se podría construir, al reducirse notablemente la superficie de asfalto, «una calle corredor con edificios a ambos lados» con usos residenciales, equipamientos y actividades económicas. Se generaría «un parque/plaza central para el barrio» frente a la casa de cultura y el polideportivo de Intxaurrondo y se habilitaría una red de carriles bici y una nueva red peatonal en la nueva avenida. En concreto, el documento cree que esta transformación permitiría crear en la zona de Intxaurrondo 1.255 viviendas (502 libres y 753 protegidas), además de 17.300 m2 de actividades económicas. Eso sí, la operación también tendría dos efectos negativos: el nuevo pinchazo en la variante a la altura de Marrutxipi, a punto de entrar en funcionamiento, perdería su virtualidad, «dado que ahora quedaría conectado a una vía urbana y debería configurarse como tal, no como un enlace de autopista»; y la avenida Alcalde José Elósegui (Ategorrieta) vería aumentado su tráfico en dirección Herrera en 7.000 vehículos diarios más.
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Nuevas viviendas
La transformación de la variante en Riberas de Loiola suprimiría el nudo de viales que hoy conecta con la GI-20 en el extremo norte del barrio, lo que posibilitaría construir 700 nuevas viviendas (420 libres y 280 protegidas), además de 9.800 m2 de actividades económicas. Los cálculos del equipo redactor del avance del PGOU estiman que la eliminación de la variante a su paso por Riberas reducirá en 30.000 vehículos/día el tráfico en la zona. Además, los vecinos se ahorrarían de otros 12.000 vehículos diarios que desde la variante van por el paseo de Riberas de Loiola, quedando un tráfico de 2.000-3.000 vehículos/día en esta vía.
La viabilidad de esta operación pasa por ofrecer una alternativa a los tráficos de la variante que sea asumible para el titular de esta carretera: la Diputación. La transformación de la GI-20 en una avenida urbana será una quimera si los tráficos que hoy pasan por ella (más de 60.000 vehículos al día) no tienen una ruta alternativa.
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