En la foto, a Kevin solo le falta su bolso, donde lleva... ¡alfiletero! ¡hilo! lápiz y pasta de dientes. DE LA HERA

Ciudadanos

«Soy bueno. Mi mirada envuelve la prenda y mis manos son ágiles»

Kevin Blandin ¿Modisto? Sí, pero no. ¿Costurero? Sí, pero tampoco. ¿Sastre? Tal vez. ¡Vestuarista!

Begoña del Teso

San Sebastián

Viernes, 20 de octubre 2023, 07:21

Recibe a su clienta y amiga Conchita Vicens, la actriz portorriqueña afincada a ratos en La Farándula, vestido con un traje de lana fría en ... color azul marino. Pantalón con delicadísima raya diplomática amarilla limón. Pañuelo rosa marfileño en el bolsillo superior. Camisa amarilla tenue con botones en imitación de gemelos. Todo un sí es no 'oversize', pura tendencia. Pelo caribeño, rizado, voluminoso. Zapatillas blancas. Básicas. Bolso Karl Lagerfeld. Conchita le trae el café de los reyes, el boricúa de San Juan. Quiere la opinión de Yasmin, una de sus hermanas, catadora de café. Quiere también ultimar los detalles del vestido para una cena a la que en diciembre asistirá en Miami.

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– Tu hermana Yasmin... ¿no es a la que cuando tenía seis años, y tú ocho, le hiciste un primer vestido con una sábana?

– Ella, sí. Me acuerdo de aquella sábana. Era verde. Verde y puro trabajo de 'patchwork', esa unión de retales, y piezas textiles sobrantes. En casa se reciclaba, se remendaba todo. Aún me pregunto cómo fui capaz de hacerle con aquella sábana un top, una falda y hasta ponerle cremallera. Yasmin, sí. Ya es una dama y yo le hecho su vestido de novia y su vestido de fiesta para después de los esponsales. Se ha casado en Venecia. Y sí, es catadora de café. Mi familia es productora. Soy de Honduras, tierra de tabaco y cafetales. El séptimo de diez hermanos y hermanas. Nacido en El Paraíso, al oriente del país.

«Sabía desde los ocho años que quería ser lo que soy. Que mi 'El rincón de la costura' sería mi paraíso. El auténtico. Hasta este Paseo de los Fueros he llegado vía Tegucigalpa, vía México. Vía los cafetales, vía Byme. Vía la academia de Asun Domínguez. Vía Venecia»

–Y habiendo nacido en el departamento de El Paraíso ¿dices que el auténtico lo has encontrado aquí, en Paseo de los Fueros 3 esquina con San Marcial?

– Realmente sí. He luchado mucho desde aquel Paraíso hasta este de Donostia. Yo siempre supe que este era mi oficio y mi sueño. Pero allá coser, arreglar prendas, diseñar era tarea de mujeres. O de, decían, 'maricones'. Me fui a estudiar. A Tegucigalpa. Tendría 13 años. No solo costura. También formación general. Mis profesores intuyeron que era bueno. Vieron que miraba la prenda envolviéndola. Desde su largura y su anchura hasta su caída. Vieron que entendía que un patronaje debía ser como ahora lo son los míos, efectivo. Estudié. Pero al tiempo volví al primer Paraíso.

– ¿Ya aclamado, ya reconocido?

– En cierta manera, sí. A los 14 años me había comprado mi primera máquina de coser. Y en mi pueblo la necesitaban. Necesitaban esa máquina y alguien que supiera usarla: yo. Se acercaban las navidades y es entonces cuando la gente de allá, estrena. O arregla sus mejores prendas . Y cuando hay un poco más de dinero en la bolsa. Fue bonito aquello. Pero volví a marcharme. A México. Al ICATEQ, Instituto para Capacitación para el Trabajo del Estado de Queretaro.

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– ¿Por qué a México?

– Por pura proximidad con mi país y además porque allá la produción de telenovelas que luego triunfan en toda América Latina y en el mundo está muy consolidada. Yo quería entrar como modisto, costurero, sastre, en ese mundo. Volví a tener suerte. Había estudiado y practicado tanto que el curso que duraba dos años pude hacerlo en seis meses. Regresé a mi país. Con proyectos. Abrí talleres. Presenté mis diseños en pasarela. ¿Sabes? Yo en Honduras había aprendido a hacer pantalones. En México me enseñaron a hacer blusas, faldas. Todo iba bien. Tanto que, de hecho, tengo allí dos proyectos en marcha. Pero me vine a aquí.

– Aunque estabas triunfando allá.

– Precisamente. Hay lugares donde tener éxito es peligroso. Piensan que nadas en dinero. Te piden una 'contribución' a cambio de seguridad. Te amenazan con agredir a tu familia (lo saben todo sobre ti) si no pagas... Me vine. Pude pagar tranquilamente el pasaje de avión pero hube de trabajar mucho para regularizar mi situación.Tuve que estar muy atento para interpretar, con mirada del vestuarista que soy, las nuevas realidades que encontraba.

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– ¿Fue grande el choque?

– Bastante, no creas. Aquí los cuerpos son menos voluminosos, más delgados. Las líneas más rectas. Los colores más tranquilos. Allí se entallan más las prendas. Aquí se llevan más sueltas. Trabajé con Henry y Nerea y me apunté a la academia de Asun porque me faltaba formación selecta en diseño. El Paraíso iba tomando forma. Hace cinco meses abrí mi taller. Aquí. Mi penúltimo diseño ha sido un vestido de novia 100% en seda natural. Soy feliz y libre. Sigo soñando. Con...

– ¿Qué?

– En la puerta de mi atelier Iker Jiménez y yo hemos jugado con la palabra 'customize/custom/customer/customizer' que sabes que significa 'personalizar'. Hay motos custom, customizadas. Yo personalizo las prendas para mis clientes. He trabajado en hoteles y festivales, dando ese último toque que hace brillar a la prenda y a quien la luce. Pero yo me siento... ¡vestuarista!

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– Suena tan a teatro, a escena.

–¿Verdad? Bambalinas, focos, cámaras. Cambio de vestuario. Cine. Series. Y yo, el ¡vestuarista!

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