Muy de Cerdeña. «De Italia igual no hay que tocar nada». USOZ

«Otra arquitectura es posible. Basada en regeneración , sostenibilidad, colaboración»

Ciudadanos ·

Alessandra Piretta Nostalgia de la albahaca y del mirto

Begoña del Teso

San Sebastián

Sábado, 1 de febrero 2020, 11:01

Italiana. De Cerdeña, la isla deseada por los piratas bereberes, los emperadores bizantinos, la Corona de Aragón; la de la bandera de los cuatro moros. A los 14 años ya supo que quería ser lo que es, arquitecta. Se matriculó en el Instituto de Arte de Sassari y cursó Architettura i Arredamento (diseño de muebles e interiores). Se diplomó en la universidad de Cagliari, hizo su proyecto de fin de carrera en Chile, se enamoró de un vasco y se vino para aquí. Comparte despacho y afanes con Sonia, la agente inmobiliaria y más de Dot, en la calle Echaide.

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Las Janas sardas

  • Son hadas, son brujas La hija de Alessandra y Mikel se llama Jana. Como unas fantásticas criaturas de Cerdeña que según quién las mire, quién hable, investigue o juzgue pueden ser hermosas y delicadas hadas benéficas o brujas hermanas de las de Macbeth. Habitan en las 'Domus Janas', tumbas neolíticas excavadas en la piedra.

- Me gusta, mucho, el video que tienes subido a tu portfolio.

- ¿?

- Andas entre las ruinas, las columnas agrietadas, los muros grafiteados, los suelos cubiertos de detritus del siglo XXI de un edificio antiguo. No se te ve del todo, solo tus piernas, enfundadas en vaqueros y calzas botas militarizadas.

- ¡Ah! Estoy andando por las ruinas del antiguo Ospedale Marino de Cagliari. En los años 30 fue una Colonia llamada Dux, luego se convirtió en el Hospital del Mar. Abandonado, llegó su deterioro. Hace tiempo que recalificaron el terreno para construir un 'albergo', un hotel, pero cuando filmamos el video solo conservaba la memoria, su memoria. También quise mostrar que al otro lado de tanta destrucción estaba la belleza del mar. Dos mares rodean Cerdeña, el Mediterráneo y el Adriático. De la ruina a lo hermoso.

- ¿Y qué es para ti esa 'memoria'?

- La del Tiempo. La del contexto histórico. La de la vida y la arquitectura. La memoria del propio sitio. La de quienes lo hicieron, lo habitaron. Sufrieron, trabajaron, fueron felices. Hay que saber 'leer' cada edificio. En mi país de eso sabemos mucho...

- Os contemplan y contempláis tantos siglos de Historia.

- De ahí que las discusiones sobre qué conservar y qué no sean enriquecedoras e interminables. De Italia acaso no deberíamos tocar nada.

- Pero los griegos construyeron sus templos sobre otros paganos. Luego llegaron los romanos, los godos, los árabes y usaron las piedras, los arcos, la sabiduría anteriores.

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- Por eso es una discusión sin fin. Por eso a mí me parece muy importante tener en cuenta el 'uso espontáneo' que se está haciendo del edificio sobre el que se discute.

- ¿ 'Uso espontáneo'?

- Ajá. Y no me refiero solo a los habitantes de los alrededores del Muro de Adriano, última frontera del Imperio Romano allá en Inglaterra cuyas piedra fueron reutilizadas por generaciones de britones para sus granjas, iglesias y cercas en los límites con Escocia. No, hablo de cómo la gente de esta ciudad ha sabido ocupar las magníficas estructuras del Paseo de Mundaiz y usarlas sin alterar ni su memoria ni su particularidad arquitectónica. Yo te diría que ahora se impone la regeneración y la legitimación del entorno.

- Estaba segura de que te atraería el lugar. Creo que hasta estuviste aquí en un taller de ebanistería...

- ¡Construí la cama para nuestra hija Jana! Con madera de haya. Recuerdo cómo olía la estancia, con la leña quemándose en la estufa de hierro de 'La casa rota'. Mundaiz habla un lenguaje distinto al del resto de Donostia. Respira de otra manera y eso ha de preservarse. Porque es memoria. Y porque está en el contexto perfecto. Es la continuación de Tabakalera. Está pegado al nudo ferroviario. Tiene el parque como frontera y cerca un barrio, Egia, que no es Miraconcha ni la Zona Romántica sino que marca cierto estilo de Soho. ¿Y ves que el uso espontáneo que le da la gente es el que le correspondía?

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- Tienes razón. Hasta el bar que hubo no era un bar cualquiera sino el Snooker, lugar de billares.

- No lo sabía pero sí que ahí está hoy el Dabadaba. Que cerca anda Emaús. Que hay talleres de carpintería, de teatro, de joyería. La gente sabe cómo usar los edificios de Paseo de Mundaiz. Sería ridículo plantear(se) una promoción de viviendas. A lo sumo, una idea de 'Cohousing' para que quienes creasen y trabajasen en esos edificios que fueron depósitos y talleres tuvieran ciertos servicios y espacios en común. Solo es precisa una regeneración laboral, urbana. Las relaciones ya están establecidas...

- ¿Qué relaciones? ¿Entre quiénes?

- Con el parque, el asfalto, TBK y las vías del tren. Con el barrio y otras maneras de entender la habitabilidad. Lazos de economía colaborativa. Hay muchos ejemplos en el planeta pero te citaré la Officine Zero cerca de la estación de Tiburtina en Roma. Fueron talleres para el mantenimiento de los Trenes Nocturnos de Wagon Lits. Hoy trabajan artesanos, artistas, abogados; gente joven en un espacio recuperado de solidaridad y sostenibilidad ambiental. No se ha construido nada nuevo ni se ha ocupado más suelo.

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- Y si todo eso surge del 'uso espontáneo', ¿para qué una arquitecta?

- Para interpretar el contexto y el terreno. Para evitar lo que pasa en las favelas, banlieus y bidonvilles. La gente conoce sus necesidades de espacio y poco a poco agranda su perímetro habitacional. Mediante contenedores, por ejemplo. Contenedores que la Arquitectura asume. Pero al 'expandirse' invade al vecino y surge la bronca. Una arquitectura caótica es germen de conflictos.

- ¿Y eso que dices de casas sin puertas ni tabiques?

- Antes, quien estaba en la cocina no brindaba en el salón y quien leía en la sala no saludaba al amigo que entraba por otro lado. Hoy la idea de compartir espacios, de charlar mientras preparas la cena a tus invitados ha sustituido al afán de privacidad.

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- ¿Nostalgia de mirto y albahaca?

- Siempre. El otro día paseaba por Peñas de Aia y pregunté a la gente si no echaba de menos ciertos perfumes. Que huela a lavanda. A romero. Son mis olores sardos. Más las bayas de mirto para el licor de mi abuela...

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