El herbario de Chernóbil
Se exponen muestras vegetales recogidas por la artista Anaïs Tondeur y reflexiones del filósofo Michael Marder
ELI KORTA
Martes, 7 de febrero 2017, 07:37
El accidente nuclear de Chernóbil es uno de los desastres de mayor impacto medioambiental en la historia. Después de tres décadas, la artista Anaïs Tondeur ha querido recordarlo a través de un herbario realizado a partir de muestras vegetales de la zona. Se trata de 31 rayogramas que reflejan el daño sufrido por estos vegetales después de la fuerte radiación a la que fue sometido este lugar.
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rayogramas recoge la exposición 'Chernobyl Herbarium', tantos como el número de años transcurridos desde que ocurrió la catástrofe nuclear.
Bajo el título 'Chernobyl Herbarium', este trabajo, que además se completa con las reflexiones del filósofo Michael Marder, se expone en el Centro de Recursos Medioambientales de Cristina Enea hasta el 1 de mayo.
La catástrofe tuvo lugar el 26 de abril de 1986 como consecuencia de la explosión del núcleo de un reactor mientras se realizaban pruebas de seguridad. La contaminación por el material radioactivo y tóxico emitido tuvo un enorme impacto medioambiental y afectó directamente a la salud de miles de personas tanto ucranianas como de los países de su alrededor. La gravedad fue tal que aún no hay estudios que confirmen el alcance real de las consecuencias derivadas del desastre.
Hace dos años se reabrió la zona de exclusión de 30 kilómetros que rodea la planta nuclear. Anaïs Tondeur ha creado su herbario a partir de muestras vegetales de esta zona, inspirándose en las investigaciones que se están realizando en el Instituto de Genética de Plantas y Biotecnología de la Academia de Ciencias de Eslovaquia sobre las alteraciones sufridas por la flora en zonas de alta radiación, poniendo especial atención en la familia de las lináceas.
Tal como apuntan desde la fundación Cristina Enea, «entre otros experimentos, se han plantado semillas de estas especies cerca del lugar del accidente para analizar la repercusión de la radiación sobre ellas».
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Según explican, «las imágenes de la artista fueron capturadas mediante la técnica del fotograma, que emula el efecto de la exposición extrema a la luz que una bomba atómica emitiría al explotar».
Con todo, aseguran que Tondeur «pretende interrogar las cicatrices de una tragedia, las huellas traumáticas pero imperceptibles de una sustancia que la población ucraniana denominó el enemigo invisible».
Conciencia explotada
El filósofo e investigador Michael Marder, especializado en temáticas ambientales, estuvo expuesto a ciertas dosis de radiación cuando era niño mientras trataba de curarse de unas alergias en el sanatorio de Anapa, en Rusia. Conoció a Anaïs Tondeur a finales de 2015 cuando exponía su herbario en París y a raíz de este encuentro el año pasado editaron un libro con motivo del 30 aniversario del desastre. Este libro reúne 30 rayogramas, uno por cada año trascurrido desde la explosión, junto con las reflexiones de Marder que conforman los 'Fragmentos de una Conciencia Explotada'.
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En la exposición que estos días se puede ver en Cristina Enea se muestra una selección de estos «fragmentos de conciencia» que, según comentan desde la fundación, «trazan un recorrido íntimo y autobiográfico -de Marder-, a la vez que reflexionan sobre el acontecimiento de Chernóbil».
Para esta muestra la autora ha realizado un rayograma más que se suma a los 30 ya creados, teniendo en cuenta que el próximo mes de abril se cumplirán 31 años del accidente.
Crisis energética
En definitiva, tal como apuntan, esta exposición aborda «el paso del tiempo en relación a la huella ecológica interminable que produce la radioactividad». Al mismo tiempo, con ello se evidencia la crisis energética que atraviesa el ser humano «dependiente todavía de la energía nuclear». Y es que con esta exposición se critica que a pesar de lo sucedido, la producción de energía nuclear no ha sido detenida y que aún no ha tenido lugar un replanteamiento serio sobre los métodos de obtención de la energía.
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