La tienda de Calzados La Imperial, un día de rebajas de 1933, en la esquina de la avenida de la Libertad con la calle Loiola. El local lo cogería Ayestaran en 1962.

Avenida: un siglo de élite comercial

Lola Horcajo, Juan José Fernández Beobide y Carlos Blasco publican 'Historias de la avenida I'

AINGERU MUNGUÍA

Sábado, 16 de agosto 2014, 09:09

Antes de ser calle fue Camino Real, luego avenida de la Reina, de la Libertad, de España y, finalmente, Avenida de la Libertad de nuevo. Quizá por tanto cambio los donostiarras la llaman 'la Avenida'. Tras el derribo de las murallas (1864) y el desarrollo del Ensanche, ha sido durante más de un siglo la gran arteria comercial de la ciudad junto al Boulevard. Allí han estado los mejores hoteles, cafés, tiendas de moda, bazares y joyerías. Los bancos llegaron en la última etapa, salvo el Guipuzcoano (1902) que ahí sigue, pero por sus aceras paseaban reyes. Varios de sus establecimientos ostentaron el título de proveedores de la Casa Real. Fue la calle de los cafés cinco estrellas, del hotel de Londres, de sastrerías como Derby o Gutiérrez, de papelerías como Nerecan, de joyerías como Luis Sanz, Beldarrain, o Epelde, y de tiendas como Pluviax, Múgica Hermanas, Ramón Hernández, Calzados la Imperial o Elisa Arin. Solo por hablar de la acera de los impares. Los historiadores Juan José Fernández Beobide, Lola Horcajo y Carlos Blasco han recogido siglo y medio de establecimientos comerciales en su sexta publicación sobre los comercios donostiarras, y dejarán para más adelante el repaso a la historia de los comercios de los portales pares.

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El libro, que se podrá adquirir a partir del lunes en las librerías, es una continuación de las publicaciones sobre pastelerías donostiarras, ultramarinos, cafés y cafeterías, y del libro publicado con ocasión del centenario de cinco edificios emblemáticos. El ejemplar muestra a lo largo de 212 páginas, con una gran profusión de imágenes, cómo eran los comercios y la vida de los donostiarras «en la arteria principal de la ciudad», según explica Lola Horcajo. El derribo de las murallas (1864) propició una rápida expansión urbana, con la avenida como gran eje que permitía enlazar con el entonces único puente sobre el río, el de Santa Catalina. A finales del siglo XIX la avenida ya contaba con varios edificios y acogía los primeros cafés que aprovechaban el desarrollo de la ciudad balnearia al calor del casino recién inaugurado en 1887 (el actual Ayuntamiento).

La avenida acogió cafés de la importancia del Gran Café Kutz (esquina con el paseo de los Fueros), el Royalty, el Gran Café Rihn y, más en nuestros días, las populares cafeterías Mónaco y California, la primera que ofreció sandwiches, tortitas, batidos y platos combinados, o el histórico Café Madrid (1926-73).

Pescar desde casa

A finales del siglo XIX, en el edificio de los números 7-9, entre Etxaide y Bergara, dicen los descendientes de sus primitivos moradores que desde sus casas «se podía pescar». El Urumea aún no estaba encauzado y las aguas del río formaban una ensenada que llegaba hasta la actual calle san Marcial. En los cafés de principios de siglo tocaban músicos de renombre como Larrocha o Sorozabal y la condesa de la Laguna acudía a los salones del Gran Café Rihn tras el casino para degustar los cangrejos.

En la avenida se ubicó el mejor hotel de la ciudad, el Gran Hotel de Londres, el de más prestigio hasta la construcción en 1912 del hotel María Cristina. En 1900 se vendió una parte de esa manzana entre Fuenterrabía y Getaria para construir el Banco Guipuzcoano. El establecimiento financiero se hizo finalmente con toda la manzana y levantó allí en 1903 el Hotel du Palais, que entró en crisis con la I Guerra Mundial. La parcela quedó finalmente en manos de la Caja de Ahorros Provincial, que construyó entre 1917 y 1921, con proyecto de Ramón Cortázar, el imponente edificio de cinco casas que conocemos hoy. En su planta baja se establecieron a lo largo de la historia emblemáticos comercios como Derby (1920-2000). Moda inglesa y decoración inglesa. Hasta la madera de caoba que adornaba la tienda se trajo de Londres. Ocho personas atendían en la camisería y la sastrería, otras 30 trabajaban en el taller y además tenía una cajera, un mozo y un botones. Se hicieron famosas las 'tebas' que vendió el establecimiento, que las popularizó tras vérsela puesta al conde de Teba en una ocasión que entró con ella en la tienda. Pero es que esta manzana acogió al establecimiento de máquinas de coser Singer (1920-85), la histórica papelería y copistería Nerecan (1921-2002), y la joyería Epelde (1920-2005). Esta tienda no solo ofrecía joyería sino óptica. El rey Alfonso XIII compró un binocular para poder contemplar las regatas y al poco tiempo llegó a la tienda un funcionario para ofrecer al establecimiento el título de Proveedor de la Casa Real. Este emblemático comercio diseñó también la Copa de Oro que hoy se entrega al ganador de la carrera de caballos más importante de la temporada hípica donostiarra.

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La sombrerería de las Hermanas Múgica, en la placita del Guipuzcoano (hoy, Lottusse) fue una institución, incluso entre la familia real. Una sobrina nieta de las fundadoras, Itziar Múgica, formó parte de una red de espionaje durante la Guerra Civil. Su misión era llevar a París información de los condenados a muerte en la cárcel de Ondarreta. Introdujo la información en los forros de los sombreros y convenció a una clienta, mujer de un general, para que la llevará con ella a París con la excusa de traerse a San Sebastián los últimos diseños de la capital francesa. Cuando los nazis ocuparon Francia en la II Guerra Mundial destaparon en 1940 esta red de espionaje e Itziar fue encarcelada y condenada a muerte. En 1945 tras perder la guerra los alemanes, Itziar fue excarcelada.

La avenida fue sede de grandes bazares como Araluce, Picadilly, Zaragozano, Ayani, Munoa... Y también de populares tiendas como Calzados la Imperial que en 1962 traspasó el local de la esquina con la calle Loiola a Ayestaran, lo que catapultó a esta empresa que había iniciado su andadura en 1947 en la calle Elcano. En los buenos tiempos «el primer día de rebajas se llegaba a vender 900 pares». Los tataranietos de Antonio Ayestaran, el 'guantero' -hacia guantes para los pelotaris en Iparralde-, tienen hoy dos tiendas en la avenida, otra en la calle Fuenterrabía y una cuarta en Elcano. Pero es que en la avenida se creó en 1948 la muñeca Mari Cris, abrió su establecimiento Willy Koch y reputados empresarios como el joyero Luis Sanz tuvieron sus tiendas y engrandecieron el prestigio del comercio donostiarra.

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