Real-PSG: una cuestión de Estado

La Real Sociedad afronta este miércoles en el Parque de los Príncipes de París el que probablemente sea el desafío más grande y más difícil de su historia. Y no solo por la entidad de un rival que cuenta con una plantilla impresionante, sino porque se va a enfrentar a un adversario que es mucho más que un equipo de fútbol. Tras el Paris Saint-Germain se encuentra un estado que no duda en utilizar su poder en sus diferentes ramificaciones para conseguir que el conjunto parisino se convierta en el mejor equipo de Europa y en la imagen del éxito del país.

Y en ese camino se cruza ahora una Real convertida en una suerte de David contra Goliath.

Nunca antes el equipo txuri-urdin se ha enfrentado a un rival que cuente con la ingente cantidad de recursos de los que dispone el PSG. Hasta que en 2011 Qatar Investment Authority se hizo con el 70% de la propiedad de la entidad parisina, se puede decir que Real y PSG eran dos clubes de una entidad similar. No por historia, ya que el club parisino es relativamente joven, con poco más 53 años de vida porque se fundó en 1970 de la unión del Paris Football Club y del Stade Saint-Germain. Antes de que la familia Al Thani aterrizara en el aeropuerto Charles de Gaulle y asumiera el control, en sus vitrinas lucían las mismas dos ligas que reposan en el museo realista, además de ocho títulos de Copa, dos Supercopas de Francia y una Recopa de Europa, título continental que sigue siendo a día de hoy el único que tiene en su palmarés. Sin embargo, el chorro de millones que inyectó Qatar en el PSG viró el rumbo de su historia, pasando a establecer una tiranía en el fútbol francés que no ha logrado trasladar a Europa, donde sigue sin poder conquistar una Champions League que se ha transformado ya en una obsesión, en prácticamente una cuestión de estado.

Durante más de una década, y merced a su poderío económico, por el PSG han ido pasando algunos de los mejores jugadores y entrenadores del mundo, conformando plantillas monstruosas que año tras año se han estrellado en su camino por reinar en Europa. Sin ir más lejos, en agosto de 2017 abonó al F. C. Barcelona los 222 millones de la cláusula de rescisión de Neymar en lo que todavía sigue siendo la mayor cantidad pagada por ningún futbolista en toda la historia del fútbol. Ese gasto desorbitado en fichajes, en sueldos, en primas a jugadores y agentes ha provocado que el PSG, según algunas estimaciones, haya asumido unas pérdidas de más de 700 millones de euros solamente desde la pandemia, unas cifras que habrían llevado a la ruina, y seguramente a la desaparición, a cualquier club del fútbol europeo. Pero no al PSG.

Tras su enésimo fracaso europeo el pasado año, los dueños del club decidieron dar un giro radical a su proyecto, desprendiéndose de futbolistas de renombre y con enormes fichas, pero en la cuesta abajo de sus carreras como Messi, Neymar, Sergio Ramos o Verratti, apostando por jugadores más jóvenes y con proyección, además de por un entrenador reputado como Luis Enrique, para arropar convenientemente a la joya de la corona e imagen del club: Kylian Mbappé. Todo con la idea de intentar que esta temporada, por fin, se produzca el asalto definitivo al trono europeo. Para ello ha seguido sin escatimar en fichajes, gastándose este verano la friolera de 349,5 millones de euros -en invierno acaban de pagar otros 20 en el defensa brasileño Lucas Beraldo- que dejan los 20,4 millones invertidos por la Real Sociedad en mera calderilla. Las ramificaciones del estado catarí a la que nos referíamos con anterioridad han permitido que el PSG esquivara las normas de sostenibilidad financiera de la UEFA gracias a los 85 millones recaudados por la colocación de tres jugadores curiosamente en equipos de Qatar -Verrati por 50, Drexler por 20 y Diallo por 15-, además de los 87 obtenidos por el traspaso de Neymar y Wijnaldum a Arabia Saudí.

Este cambio de dirección en la política de fichajes del PSG le ha permitido aliviar un tanto su tesorería en lo que a gastos en salario se refiere, pero aún así el club galo se ha gasta, según la web especializada Capology, 288.410.000 millones de euros en pagar a su plantilla, prácticamente el triple de lo que anunció en su junta de accionistas la Real para toda su plantilla y cuerpo técnico (88.295.319).

Gran parte de esos casi 300 millones de euros en salarios la absorbe la figura de Kylian Mbappé, que cobra 72 millones brutos por temporada -prácticamente la mitad del presupuesto de la Real- a los que hay que añadir los 180 millones que cobró como prima de renovación en su último contrato, más otra prima de fidelidad que alcanzará los 240 millones al término de su vinculación con el PSG en 2025. Otro dato que llama poderosamente la atención, y que ayuda a poner en contexto a lo que se tiene que enfrentar la Real, es que sólo con lo que el club francés destina al salario de sus seis jugadores mejor pagados -Mbappé, Dembélé, Lucas Hernández, Skriniar, Marquinhos y Marcos Asensio- cubriría de sobra el presupuesto completo de la entidad realista.

No es de extrañar por tanto que, pagando lo que paga, el PSG sea capaz de reunir la pléyade de estrellas que tiene en su plantilla, valorada en algo más de 1.000 millones de euros por la web especializada Transfermakt, que valora a la de la Real en 486 millones.

Otro ejemplo: si Take Kubo es el jugador de la Real con mayor tasación con un valor de 60 millones de euros, el PSG dispone en su equipo de ocho jugadores que igualan o superan en valoración al japonés, liderados por un Mbappé que junto a Jude Bellingham y Erling Haaland está tasado en 180 millones de euros.

Todos convenimos en que la Real tiene probablemente, junto a la de las dos ligas, la mejor plantilla de su historia. Trece jugadores txuri-urdin son internacionales con sus respectivas selecciones y Remiro, que ya ha sido convocado pero aún no ha debutado, está en puertas. Entre los trece acumulan 267 internacionalidades, una cifra lejana a las 827 que suman los 23 internacionales del club parisino.

Este elevado nivel de gasto que asume el PSG lo puede sostener gracias a unos ingresos que superan los 800 millones de euros -es el tercer club tras Real Madrid y Manchester City que más ingresa-, una cantidad sustentada en un 50% en los ingresos comerciales y de publicidad, que rondan los 400 millones -para hacernos una idea, el club txuri urdin tiene presupuestados algo más de 25-. Así, mientras la Real ha obtenido 7,6 millones de euros por el patrocinio de Yasuda Group y por la explotación del Naming Right por parte de Reale Seguros, el PSG ingresa 60 millones únicamente por el patrocinio de Qatar Airways, a los que suma otros 60 de Nike o 50 de su acuerdo con Goat, entre otros sponsors. Otra fuente importante de ingresos son los derechos de televisión por los que la entidad gala recauda casi 250 millones tras su acuerdo con CVC, una cifra muy superior a los 76 que ingresa la Real. Y es que sólo el PSG supone el 33% de los ingresos ordinarios de toda la Ligue-1.

Afortunadamente para la Real, el fútbol no es economía y dos más dos muchas veces no suman cuatro. La calidad técnica de la plantilla txuri-urdin resulta incuestionable y es suficiente por sí sola para poder eliminar a este PSG que cuenta con una idea de fútbol mucho menos desarrollada y arraigada que la de la Real, así como con una plantilla mucho menos identificada e implicada con el club al que representa. Con sus virtudes, los txuri-urdin buscarán darle al PSG su particular 'jeque-mate'.

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