Con la conciencia muy tranquila

Puede quedar la sensación de que la Real ha afrontado la eliminatoria con excesivo respeto, tanto allí como aquí, pero quizás era la única forma de plantar cara a semejante toro. Por mucho que se diga lo contrario, no hemos llegado en el mejor momento de la temporada, con una crisis de juego importante y bajas como las de Zubimendi, Januzaj e Isak en la ida, y Merino en la vuelta. Y para jugar de tú a tú a un conjunto como el Leipzig necesitas estar en plenitud individual y colectiva. Así que el plan de Imanol era seguramente el único válido para competir a dos partidos ante un rival superior.

Ahora, con la aventura en Copa y Europa League terminadas ante dos equipos mejores, queda centrarse en la Liga para intentar repetir por tercer año consecutivo clasificación continental, algo que sería histórico. Quedan 14 partidos y nos separa un punto del sexto, por lo que todo es posible. No hay que perder la perspectiva de las cosas.

El técnico realista salió igual que en la ida en Alemania, tanto en cuanto al sistema, 1-5-4-1, como en la táctica, un repliegue intensivo para limitar los espacios al Leipzig y dificultar que corriera. Eso sí, respecto al encuentro en el Red Bull Arena, entró Zubimendi por Merino en el centro y arriba Isak jugó en lugar de Sorloth.

Más que en Anoeta parecía que la Real jugaba fuera, porque en el primer cuarto de hora el cuadro de Tedesco ya dispuso de tres ocasiones claras para marcar que Ryan evitó que subieran al marcador. En la primera, una excesiva basculación facilitó el pase de Laimer a Klostermann para que este se plantara solo ante el meta australiano, que salió airoso del duelo. Después fue Kampl quien interceptó un pase del portero a Zubimendi, pero Ryan se echó encima para evitar el gol con el pecho. Y la tercera llegó en una falta lateral botada por Olmo que Orban remató solo ante el resbalón de Aritz. Ryan volvió a aparecer providencial.

A la Real no se le veía cómoda ni defendiendo ni atacando, porque apenas enlazaba dos pases con peligro en campo contrario y la posesión era siempre rival. Así las cosas, lo único que le quedaba era que el reloj corriera sin que pasara nada.

Tedesco había trabajado la forma de combatir el repliegue de la Real con línea de cinco atrás y lo demostró mandando a Nkunku a una banda para atraer a Zaldua y Aritz, dejó a Silva fijando a los otros dos centrales y lanzó desde segunda línea a Laimer, Kampl y Olmo, que jugaban siempre en ventaja ante Rafinha y Zubimendi, quienes hacían lo que podían.

Y ahí por dentro se rompió el partido en un gran pase al hueco de Olmo, que tenía siempre más espacio del recomendado entre líneas, para lanzar en velocidad a Nkunku. La defensa txuri-urdin tardó en recortar y Ryan se tragó al delantero francés dentro del área. Restaban siete minutos para el descanso.

Con todo, lo más doloroso fue el desenlace de la jugada después de que Ryan adivinase la intención de André Silva y desviase el lanzamiento. Porque el balón quedó suelto y Orban llegó desde atrás para adelantarse a Zubeldia y empujar a puerta vacía.

En la reanudación se mantuvo el mismo guion con una Real que esperaba su momento para lanzarse a la yugular del adversario. Pero tras una pérdida de Oyarzabal ante Simakan, el Leipzig montó su rápido contragolpe y el balón le llegó a Silva bastante solo. Zubeldia reculó demasiado y el ex del Sevilla la colocó en la escuadra. Espectacular golazo.

El 0-2 fue una lástima porque Imanol ya tenía preparados a Silva y Januzaj para jugarse todas las opciones en la media hora final. Lo que pasa es que cuando entraron había que igualar dos goles en lugar de uno. Retiró a Le Normand y Portu y volvió a su esquema habitual de 1-4-3-3 con Zaldua, Aritz, Zubeldia y Aihen atrás; Zubimendi, Rafinha y Silva en la zona ancha; y Januzaj, Isak y Oyarzabal arriba. De repente, se hizo la luz.

Zubimendi acortó distancias tras resolver dentro del área pequeña un balón ganado por Oyarzabal a Kampl tras una falta colgada por Januzaj.

Quedaba media hora por delante y el Reale Arena rugió como nunca. Volaban los blanquiazules ante unos alemanes que veían cómo se les complicaba un partido controlado hasta entonces. Una falta de Orban a Isak cuando se iba en velocidad a punto estuvo de convertirla Januzaj al intentar sorprender a Gulácsi en el primer poste. El sueco también la tuvo de cabeza tras una jugada por banda entre Oyarzabal y Aihen con centro de éste. Incluso Sorloth, con la portería vacía, fue incapaz de colocarla dentro de cabeza a un centro de Isak.

La Real ganaba las segundas jugadas, estaba mejor colocada y, por primera vez en la eliminatoria, medía la capacidad real de la defensa germana. Pero Nkunku, decisivo en el primer penalti, volvió a escaparse en velocidad y cuando Aritz se cruzó en su camino el balón golpeó en la mano del beasaindarra dentro del área. Ryan volvió a adivinar el lanzamiento pero Forsberg lo ajustó al palo. No hubo tiempo para mucho más que agradecer el esfuerzo de los realistas y animarles para lo que resta de temporada.