Fernando y Pablo posan el domingo en Zubieta antes del comienzo del partido entre el Sanse y el Alcoyano y en el recuadro Pablo, con apenas dos años, aparece en brazos de su padre en el Nuevo Las Gaunas. DV/La Rioja
Real Sociedad

Los Marín, dos añadas con denominación de origen

El riojano Pablo Marín, última promesa de Zubieta, es hijo de Fernando, que jugó en Primera con el Logroñés en los noventa y eliminó a la Real de la Copa del Rey

MIGUEL GONZÁLEZ

Miércoles, 23 de noviembre 2022, 06:23

La Rioja no es solo tierra de excelentes vinos, sino también de buenos futbolistas. Solana, José Ignacio, Aranzubía, Fernando Llorente, Ezquerro, De la Fuente, Pinillos, ... Nacho Martín, Arpón... La Real lo sabe muy bien porque ha catado la calidad de los jugadores nacidos allí, los dos más relevantes de nombre Javier: Zubillaga, de la época de los títulos, y De Pedro, la mejor zurda que ha pasado por Anoeta. Pardo, Hervías, Viguera o Toño Ramírez también han defendido el escudo txuri-urdin y ahora la última promesa de Zubieta, Pablo Marín, es de Logroño y tiene detrás una bonita historia que nos cuenta su padre Fernando, que también fue futbolista.

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Aprovechamos que el domingo se acercó a Zubieta para ver jugar a su hijo con el Sanse contra el Alcoyano para charlar con él y que nos ayude a conocer mejor a Pablo, que aún no puede hablar ante los medios al militar en el filial. Y lo hace a la perfección porque tiene una memoria privilegiada y es un torrente de anécdotas.

Fernando (Arnedo, 1971) fue de los pocos canteranos riojanos que vio cumplido su sueño de jugar en Primera con el Club Deportivo Logroñés. «Es que traían muchos jugadores de fuera y los de casa no teníamos oportunidades. Yo llegué en juveniles a la capital y pasé por el filial antes de subir al primer equipo. Recuerdo que con el segundo jugué en Atocha contra el Sanse de los De Pedro, Idiakez y Aranzabal. Empatamos a cero y fallé un penalti».

Se estrenó en Primera División el 5 de marzo de 1995 en Las Gaunas en un partido contra el Athletic «que se decidió con un gol de Julen Guerrero en el descuento». Dice que hay ciertas similitudes con el debut de su hijo en Valladolid. «Los dos perdimos por 1-0 y los dos días llovía muchísimo. Lo que pasa es que en nuestra época el campo se embarraba y en Zorrilla se podía jugar perfectamente a pesar del agua». Ese día se cumplió un hecho histórico y es que Fernando y Pablo se convirtieron en el primer padre e hijo riojanos en haber jugado en la máxima categoría. «Cuando me lo comentaron sentí mucho orgullo».

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En el Logroñés compartió vestuario con Abadía, Cedrún, Rubén Sosa, Nayim, Lopetegui, Iturrino, Poyatos... y con el máximo goleador del Mundial 94, Oleg Salenko. «Era la temporada anterior a mi debut. Yo estaba en el filial pero entrenaba con el primer equipo. Metía todo lo que le llegaba. Nuestro entrenador, Carlos Aimar, hacía la táctica en los entrenamientos sin él, con un portero y nueve jugadores, porque luego en el partido lo dejaba descolgado arriba y el resto le hacían llegar balones. Y salía bien».

En la campaña 99/00 formó parte de aquel equipo que, estando en Segunda, eliminó a la Real de la Copa. En el partido de vuelta hizo su debut Xabi Alonso. «Nos llevamos una gran alegría pero como en la Liga no andábamos bien, fue algo que apenas saboreamos. De hecho, esa temporada acabamos en Segunda B».

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Los problemas económicos llevaron al histórico club riojano a Tercera División, por lo que se marchó dos años a jugar al Badajoz en Segunda. Regresó a casa en 2002 para jugar en Segunda B con el Logroñés y un año más tarde nació Pablo, que estaba predestinado a ser futbolista. «Nos fuimos a vivir al lado del campo de fútbol, por lo que no se perdía un partido mío, y estudió en el Colegio Las Gaunas».

Pablo, con apenas dos años, aparece en brazos de su padre en el Nuevo Las Gaunas.; La última promesa de Zubieta de niño en su casa con varias de las camisetas que utilizó su padre. y Fernando Marín, junto a Bonilla en aquel partido de Copa jugado en Anoeta en 1999. Aygües

Esta circunstancia acabará siendo determinante para su devenir como txuri-urdin, porque el centro escolar tenía un acuerdo con la Escuela de Fútbol de Logroño a la que enviaba a sus alumnos para que jugaran al balón fuera de las horas lectivas y ésta, a su vez, con la Real. Primero jugó en fútbol-sala, luego a fútbol-7 en alevines hasta acabar en fútbol grande a partir de categoría infantil.

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Un día Javier Valgañón, técnico de la EDF y que también jugó en el Logroñés, le comentó a Fernando que su hijo fuera a disputar un torneo con la Real a Vitoria y ahí empezó todo. «Solían llevar a varios jugadores a torneos de Navidad o Semana Santa y llamaron a Pablo. Fue encantado. En aquel momento no piensas en que va a ser futbolista sino en que se lo pase bien y disfrute».

Fernando y Pablo se han convertido en el primer padre e hijo riojanos en haber jugado en Primera División

El colegio en el que estudió mandaba a sus alumnos a la Escuela de Fútbol de Logroño que, a su vez, tenía convenio con la Real

En edad infantil venía a Zubieta a entrenar el viernes, jugaba el sábado y se volvía a casa. En cadetes se quedó ya aquí

Pero la cosa fue a más, los técnicos realistas quedaron prendados con su desparpajo y calidad técnica, y acabó en Zubieta. El último año infantil vivía en Logroño pero el viernes un taxi iba a buscarle para que entrenara con la Real, el sábado jugaba el partido y regresaba a La Rioja con su familia. Así hasta que en cadetes vino a vivir a Olarain. «Al principio le echas de menos, pero la Real está muy bien organizada y nos transmitió mucha confianza. Nos enseñaron la residencia donde iba a vivir, el colegio Larramendi, nos presentaron a sus tutores... Estábamos al corriente de su día a día como si viviese en Logroño».

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La opción del Athletic

Con el histórico CD Logroñés desaparecido, la ciudad tiene dos equipos en Primera Federación pero carecen de estructura para liderar el fútbol base, por lo que tanto la Real como el Athletic trabajan allí. Pablo Marín pudo acabar perfectamente en Lezama porque Edu García León, compañero en el Logroñés y amigo personal de Fernando, es el responsable del Athletic en la zona. «Edu le quiere un montón. Somos muy amigos y tiene un hijo de la misma edad. Andamos mucho juntos». La confianza con los García León es tal que dos de los hermanos de Edu, Moisés y Candelas, son sus representantes.

«Pablo estaba en la EDF Logroño y, al tener convenio con la Real, no podía ir a jugar con la escuela de Oyón del Athletic. Todos teníamos muy claro que la cosa era así y no hubo ningún problema a pesar de ser amigos de Edu, que es el primero que se alegra por cómo le están yendo las cosas a Pablo», confiesa Fernando.

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En la Real fue subiendo peldaños, primero en cadetes y luego en juveniles. «Aquí se trabaja muy bien y desde el principio nos dimos cuenta de que mejoró muchísimo. Pero lo que ha vivido en el último año ha sido impensable, porque ha pasado de jugar en el tercer equipo a hacerlo contra el Manchester United».

Fernando destaca de su hijo la naturalidad con la que le ve jugar con el primer equipo. «Mantener la misma espontaneidad con el juvenil que en Primera es muy difícil. Y desde que salió en Valladolid o contra el Manchester le vi jugar como él sabe. No se arrugó en ningún momento y siempre pidió el balón. Si llega a marcar ese remate que le sacó De Gea habría sido la leche».

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Su irrupción ha sido tan fuerte que la Real le ha renovado hasta 2027 con una cláusula de rescisión de 60 millones. La saga de los Marín, blanquirroja de corazón, solo ve el futuro en blanquiazul. Tanto Pablo como Fernando. Y es que de tal palo, tal astilla...

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