Merquelanz, la constancia de un artista ilusionado
Expectativas. Sus 15 goles y 10 asistencias en Segunda con el Mirandés colocan al irundarra como una de las perlas de presente y futuro. Elogiado por varios equipos, Martín quiere darlo todo en su regreso a casa para su segunda etapa en la Real
iñigo villamía
Sábado, 1 de agosto 2020
La carrera de Martín Merquelanz (Irun, 1995) pasa por su momento más dulce. No lo ha tenido fácil a lo largo de estos años ... porque dos graves lesiones continuadas en sus rodillas parecían poner en crisis una trayectoria impecable de este artista del balón. Pero su fuerza mental y su constancia han acabado por imponerse y, tras una temporada para enmarcar en el Mirandés, mira al futuro con ilusión y esperanzas renovadas. Su vuelta a la Real Sociedad se ha confirmado este mismo sábado. La historia del irundarra es similar a la de esa colección casi innumerable de canteranos que, como las setas en primavera, están brotando en el fútbol guipuzcoano.
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Iñigo Santin, entrenador
Fue una de las personas que más le marcó a Merquelanz en su etapa en el Antiguoko. El ahora entrenador del Beti Onak recuerda al Martín que empezaba. «Ya estaba en Donostia y lo cojo en alevines hasta el último año de infantiles. Le recogía en Irun, le llevaba a entrenar y luego volvíamos a casa». Eso hizo que la relación con su familia fuera muy estrecha. Y es que para el futbolista, la familia, los amigos y el vestuario son centrales en su vida y los cuida mucho. En lo deportivo, ve a ese chaval «listo, que desbordaba muy bien, pero era un 'fideo', y así le llamaban todos».
Puestos a encontrarle un defecto, «era un poco intermitente», dice Santin. «Cuando aparecía era magia, pero otro día desaparecía. Aunque siempre ha sido un trabajador incansable». El técnico maneja con cariño los recuerdos: «hicimos dos torneos seguidos en Calahorra, con final contra Osasuna y en Zaragoza, donde nos tocó el Villarreal. Aprendimos la cicloterapia, tres minutos en agua helada y luego treinta segundos a la caliente para relajar los músculos. Merquelanz no aguantaba el frío, aullaba, y con eso siempre hacíamos risas», reconoce un Iñigo orgulloso de su pupilo. También alaba su toque de balón. «Siempre ha sido un asistente maravilloso, filtraba balones imposibles y Javi González -otro de los protagonistas- se aprovechaba de eso, porque Martín no centraba, las ponía a la cabeza, al pie o donde quisiera. Y tenía gol, sin pegarle muy fuerte, siempre las colocaba en los sitios imposibles para el portero».
Santin piensa que el irundarra ha desbordado los mejores pronósticos. «Estando en el Antiguoko ya vinieron la Real y el Athletic, y le dije a su madre que tenía que demostrar que era futbolista de verdad. Pero no se le notaba un crecimiento como el que ha tenido ahora». Y, claro, si vemos sus lesiones, «ha mostrado una fortaleza y una cabeza impresionante. Ha superado todo lo que esperábamos de él». Insiste en esa fuerza y esa constancia. «Después de la lesión de Eibar -dice con cierta emoción- le llamé, pero fue él quien me dijo que estaba roto y, pese a eso, me levantó la moral a mi. Y pensé: es fuerte de verdad».
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Cuando le preguntamos por su presente, el que fuera maestro de Martín no lo duda, «está en un gran nivel mental y deportivo. Hoy el gol, y más en Segunda, está muy caro y lo ha hecho de matrícula de honor. No sé si, como dicen, ha sido el mejor jugador de la categoría, ojalá, pero espero que pronto lo sea también de Primera».
Por último, Santin ve con optimismo el futuro del crack zurdo. «La Real tiene jugadores como Merino y Odegaard que hacen maravillas en el centro. Pero también necesita juego exterior. Oyarzabal, Janu y Merquelanz son genios en esto y pueden dar mucho al equipo. Martín es listo, desborda bien, filtra pases... Con Zubimendi y Barrenetxea, jóvenes descarados, se entenderá a las mil maravillas. Y todo son opciones para Imanol, que maneja muy bien el equipo. Martín viene con hambre y ganas de triunfar. Eso es su plus y ojalá le salga bien», concluye.
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David González, amigo y excompañero
Amigos desde la infancia. Juntos, en el colegio Dunboa de Irun empezaron a dar sus primeras patadas a un balón. A día de hoy, pertenecen a la misma cuadrilla y mantienen una relación casi de 'hermanos'. David González (Irun, 1995) disfruta recordando los años de jóvenes. «Íbamos al cole a echar unos tiros, a darle al larguero, al palo, a tirar latas que colocábamos en la portería. Jugábamos a un baloncesto especial en el que teníamos que encestar con el pie». En fútbol, siempre el pique con los amigos. Vuelan las anécdotas, claro. «Solo éramos ocho para fútbol siete; pero un día solo fuimos cinco, cuatro y portero. No querían jugar, pero nos pusimos Martín y yo a tope, ganamos 11-0, nos repartimos los goles y a casa». Como ocurre a menudo, Martín era bueno en fútbol, «pero también en balonmano o baloncesto, explica David. «Siempre competitivo, nunca quería perder a nada». Y parecen coincidir todos en la categoría humana de Merquelanz. «Es familiar, buen amigo, y sigue igual. Se puso Instagram porque todos le comíamos la cabeza, pero no le importaría pasar sin esas cosas. A él le va la actividad, el balón en los pies».
González y Merquelanz compartieron una infancia futbolera. «Cuando me llevaron a Donosti a entrenar, él ya estaba, aunque nunca me lo dijo, imagino que por no presumir. Josean Rueda pasaba a recogernos, se portó de maravilla con nosotros y siempre llevaba chuches. El que acertaba lo que nos preguntaba se llevaba el premio». Explica que se ha visto sorprendido con su despegue de la última temporada. «A ver, muy goleador no era, porque siempre ha sido generoso, el típico jugador de asistencias que prefiere regalarte un gol antes que meterlo él. Por eso me han sorprendido los números de este año en el Mirandés». Como buen amigo le desea lo mejor. «Ojalá vuelva a la Real porque, además, Imanol es como un padre para él, le ha ayudado mucho en lo personal y lo profesional. Me dejó mal sabor de boca su debut con lesión; por eso quiero que triunfe ahora».
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Confianza no le falta. «Da igual que seas Cristiano Ronaldo. Esto es trabajar y Merquelanz lo sabe. Si rindes, habrá recompensa y eso tiene que mostrarles a Imanol, Olabe y el resto, que es capaz de este difícil reto». Y además tiene la ventaja de que puede jugar por las dos bandas o incluso de mediapunta. Esa polivalencia es fundamental en el alto nivel. Y sonríe al pensar en la coincidencia en esta potente Real de Januzaj y su amigo. «Cuando jugó la Youth League, Janu se salía en el Manchester. Y en Inglaterra le llamaban el 'Janu español'. Y ahora juntos. Ojalá triunfen y la Real con ellos».
Las claves
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Entrenador en su niñez «Merquelanz viene con hambre y ganas de triunfar en la Real. Ojalá le salga bien», cuenta Santin
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Futuro técnico «Imanol es como un padre para él, le ha ayudado mucho en lo profesional y lo personal», dice un amigo
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Valores «Después de dos años sin competir se ha salido en el Mirandés y hará lo mismo en Primera», dice Capilla
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Javi González, amigo y excompañero
Formaban una dupla imparable. Javi González (Pasaia, 1995) ha compartido muchas cosas con Merquelanz, incluyendo lesiones. «Me rompí dos veces el cruzado y para mí se acabó el fútbol. Ahora trabajo de rotulista». Cuando el irundarra llegó al Antiguoko, con 12 ó 13 años, «yo ya estaba. Era un fideo y ahora me sorprende verle tan fuerte, con esas patas que no sé de dónde ha sacado. Era listo, regateador, aunque aún sin el golpeo actual».
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González se aprovechaba de su juego. «Al ser yo delantero Martín era un regalo, iba hasta la línea de fondo, te daba el pase de la muerte y yo solo empujaba. Me forré a goles en aquel equipo de locura. Le aprecio infinito como compañero, es un lujo y me alegro de que ahora esté tan bien». Y se ríe con sus anécdotas juveniles. «En la Donosti Cup hicimos un grupo con los de clase, algunos ni sabían jugar. Pero llamamos a unos amigos, entre ellos Merquelanz, y ganamos el torneo», rememora Javi.
Ahí ya se vio que el atacante irundarra era especial. Como buenos amigos, ha seguido su trayectoria. «Le seguía en el Sanse. Además hemos compartido lesiones, pero su respuesta, con el físico que exige la Segunda División, es tremenda. Tiene unos números de escándalo y en Primera triunfará». Pero sigue quedándose antes con el amigo que con el jugador. «Ahora tenemos más relación. Hicimos hace poco cena de la quinta del 95, compartimos play, Fortnite y además nuestras amas son muy amigas». González cree que «va a tener la oportunidad de demostrar lo que vale en la Real. En el Mirandés ya lo ha hecho y pienso que encajará perfectamente en el esquema de Imanol. Se lo ha ganado fuera y ahora solo deseo que triunfe en casa».
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Eneko Capilla, excompañero
Han compartido grandes momentos juntos. Son muchos minutos de campo y habitación con Merquelanz. Y traduce en sus respuestas las palabras del amigo, del cómplice. «El primer año en el Sanse fue complicado. Yo disfruté minutos, pero Martín tenía por delante a Alain Oyarzun. Yo le apoyaba, y él nunca tenía bajones, lo pasaba bien, era la alegría del vestuario».
La cosa cambió al año siguiente. El 'fideo' tuvo más protagonismo. «Luego yo fui cedido al Numancia, pero le seguía y veía qué bien iba», cuenta Capilla, quien se entristece cuando narra los tiempos difíciles. «En mi último año en la Real, Merquelanz iba a dar el salto al primer equipo, con el que hicimos la pretemporada. Pero en Holanda se lesionó de la clavícula y tuvo que volverse a Zubieta. Le eché de menos, pero se recuperó pronto».
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Y luego vino la lesión del cruzado. «Es un recuerdo malo. Todo se vino abajo porque le tenemos un cariño especial. Yo he vivido la misma lesión y ahora entiendo su valor», responde con fuerza, «animándonos a todos, venía el primero y se iba el último. Me sorprende esa fuerza y esa actitud tan positiva».
Era un Martín muy maduro para su edad. Eneko vuelve a la risa cuando nos cuenta que, tras el verano de Países Bajos, Merquelanz volvió de vacaciones de Conil «gordo gordo. Nos lo tomábamos a risa. Él, también. Enseñaba la panza y le decíamos: ¿quién se ha comido a Martín? Pero de inmediato recuperó la forma». Entre la tristeza y la ilusión, nos recuerda la segunda lesión del futuro extremo txuri-urdin. «Fue como un jarro de agua fría después de ver cómo había trabajado y encontrado su hueco en el primer equipo».
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Pero Eneko le ve incansable. «Salió tan fuerte o mejor. Mira, cuando me lesioné me dio todos los ánimos y de vacile me dijo riendo que pidiera cita para la otra rodilla». Comparte con el resto de entrevistados su agradable sorpresa en esta temporada. «Me sorprendió su trabajo en el Mirandés. Después de dos años sin competir se ha salido y ahora hará lo mismo en Primera. Es para quitarse el sombrero y se merece todo. Tuvo mala suerte y espero que ahora cambie su destino».
Lo cierto es que, tras escuchar estas opiniones, da la impresión de que la Real ha conseguido generar un mundo de amigos, de apoyos, de bienestar. Y eso, con la mano sabia de Imanol Alguacil, solo puede traer éxitos o, cuanto menos, un trabajo solidario asegurado.
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