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Primero proponer sin renunciar a tu estilo, luego resistir las embestidas del vigente campeón. La Real hace historia consiguiendo alcanzar su segunda final de Copa arropadas por 15.625 aficionados y aficionadas, partícipes en el resultado después de no parar de empujar durante más de noventa minutos. Más allá del hito deportivo, que también, ver tanto niño y niña emocionados con la victoria de su equipo es un síntoma más de que al fútbol femenino ya no hay quien lo pare. Y a esta Real, de momento, tampoco. A saber qué sucederá esta tarde con el todopoderoso Barcelona, pero no queda otra que disfrutar del camino realizado. El sueño es Real.
La velada acabó en fiesta, con los clásicos rituales postpartido de los días grandes. El equipo fue despedido con el «ahí está, ese es, el equipo txapeldun!» antes de que retumbara el Txoria Txori y el Dale Cavese. Las pequeñas que poblaron el Reale Arena sueñan con jugar un día esa final y con la camiseta txuri-urdin puesta. Que se lo digan a Apari, que con quince años disfrutaba de esa semifinal ante el Sevilla. Luego vino la gloria levantando la Copa al cielo de Granada. ¿Cuántas Aparis habría ayer en Anoeta? Triunfos como los de ayer no hacen más que echar más carbón a la máquina. Gipuzkoa siempre responde, da igual en qué disciplina y quiénes sean los nombres.
Esta Real se ha hecho mayor. Natalia Arroyo, una enamorada del balón, renunció por momentos a él para ser mucho más peligrosa. La edad media del equipo ni se acerca a los 25 años y estas jugadoras parece que llevan diez años jugando juntas. Cada una entiende su rol y todas brillaron con luz propia en Anoeta. Lete mantuvo con vida al equipo en la ida y aportó seguridad en la vuelta. Emma supo sufrir. Tejada celebraba los despejes como goles. Vanegas frena hasta un trailer. Bernabé sube la banda una y otra vez, Apari es el pulmón, pero también el cerebro. Jacinto puso el orden y el saber estar, Nerea la experiencia, Amaiur la garra y las nórdicas, los goles.
Capítulo aparte merecen Jensen y Franssi. La Real no se entiende sin Lete, Santana, Etxezarreta, Izarne, Cecilia, Amaiur, Mirari, Apari, Nerea, Uranga, Sarriegi y todas esas futbolistas que vienen pisando fuerte y pidiendo paso. En 2018 se creó el filial. Se le ha dedicado tantísimo tiempo y trabajo que ahora solo queda recoger los frutos. Sin embargo, para buscar el gol en el fútbol normalmente se va al mercado. Synne y Sanni, Sanni y Synne. Dos fueras de serie que terminan contrato y a las que hay que hacerles entender que este proyecto todavía no ha acabado, independientemente de lo que pase el 18 de mayo. La Real tuvo que bajar al barro, en Alcalá de Henares y en el Reale Arena. Pero disfrutó en él. Esto era competir.
Los abrazos de Natalia Arroyo con Roberto Olabe y Garbiñe Etxeberria en las entrañas de Anoeta quién sabe si llevan otro mensaje puesto que todavía no ha renovado. Y ojalá más Remiros, animando en la grada como ellas hacen cuando juega el equipo masculino.
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