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Urko González de Zarate disputa un balón con Ante Budimir. JOSÉ MARI LÓPEZ
El afilador

Dos libros en el autobús

Imanol lee el espíritu de la época con la alineación, pone el equipo que había que poner el día que había que ponerlo y gana

Miércoles, 17 de enero 2024, 01:00

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Llegó por la tarde desde Berlín Sheraldo Becker y trajo consigo una palabra: zeitgeist. El espíritu de la época. Imanol, una vez más, se erigió como su máximo intérprete, leyó a Hegel en el autobús camino a Pamplona y puso a Urko González de Zarate. Puso en el Sadar el equipo que había que poner el día que había que ponerlo y ganó. Ganó y señaló a París.

Más líder espiritual que entrenador, con la verdad revuelta por toda la casa realista, puso orden. Damocles nunca baila mejor que bajo la espada y la tensión creativa con las otras autoridades del club que ha marcado desde el principio su trabajo en el banquillo ha reportado grandes momentos. Imanol no da síntomas de pensar en aflojar. Le traen a Becker y seguro que, si le dejan, pedirá más. Pamplona no es París.

París, la ciudad de las letras. En el arte, lo que importan no son los hechos, sino la verdad, y las dos cosas no son necesariamente sinónimos. Los hechos, no la verdad. Elegir ayer a Urko, sentar a Brais y dejar en casa a Zubimendi. El corazón del litigio. El espíritu de los tiempos.

El partido que hacía falta, una eliminatoria a partido único con el sentido estratégico por delante del fútbol. Un partido canalla, como toda la vida fuera de casa. Roce. No pasar ni una. Minutos largos y al final, otro partido, si se puede. Y si no, a pelear.

Existen los hechos, la verdad, y existe la ilusión de la realidad. Soñar con un partidazo en Pamplona pertenecía a esta última categoría. La Real no cayó en la trampa y ese era el riesgo mayor del partido, porque todo llevaba a imaginar un desenlace en una acción atropellada, accidental. El fútbol es una narrativa, no una sucesión de acciones destacadas. Un penalti, un barullo, un gesto. Fue un penalti que acabó como el rosario de la aurora para Osasuna, incapaz de traducir el partido al alemán. Zeitgeist.

Hacía calor. De no haber estado en enero, se hubiera dicho que era primavera, cuando la Real florece. Hay ochocientos kilómetros a París, que no son ni muchos ni pocos. ¿Qué libro leía Imanol en el autobús de vuelta?

Lo mejor: De nuevo, a cuartos. La Real se clasifica por tercera vez consecutiva, por primera vez en 70 años.

Lo Peor: Calambres. Urko y Aritzpidieron el cambio por fatiga muscular.

El aplauso: González de Zarate. Ocupó la plaza de Zubimendi con la seguridad que da Zubieta.

El detalle: La Real acumula 17 partidos seguidos sin caer ante Osasuna (11 triunfos).

Se va a hablar de: André Silva. Imanol dijo que a Bilbao fue para hacer grupo y ayer jugó de titular.

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