Domingo de mercado en Girona
El seguimiento a... Sorloth-Kubo ·
Se regalaban goles en Montilivi; el noruego se anotó dos y no firmó un hat-trick porque dio uno al japonés y porque Carlos Fernández le sustituyó en el 87Tarde de mercado en Girona. Estupendas charcuterías, embutidos de categoría. Butifarras, longanizas, fuet, secallonas. No se andan con bromas los catalanes en este asunto. Lo ... de los goles se lo toman más a la ligera. Había de sobra para repartir en Montilivi y la Real agradeció la hospitalidad y se llevó cinco para casa.
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Ocho goles en un partido no son una buena señal. Cabe imaginar que los puristas harían cola en las taquillas del Girona para que les devolvieran el dinero desde mediada la segunda parte. El que más disfrutó en el mercado fue Sorloth, que se anotó dos goles -el segundo, un golazo que habría merecido ser el único del partido y no uno más- y no se llevó el balón a casa con un hat-trick porque estrelló un balón en el poste y porque fue sustituido en el minuto 87 por Carlos Fernández, que volvió 498 días después de su último partido. El noruego se quedó a un paso de igualar a su amigo y compañero de selección Erling Haaland, que le hizo tres al Manchester United. Se ve que también era domingo de feria en la ciudad inglesa, porque si lo de Montilivi acabó 3-5, lo del City of Manchester se fue al 6-3. Y no jugaban ni Mike Summerbee ni George Best.
La 'connection'
Haaland dio dos asistencias y Sorloth, una. A Kubo, para el quinto de la Real. La 'connection' llama a esa sociedad en noruego, según confesó al final del partido el japonés. «Le entiendo y él me entiende», resumió Kubo. «Y nos llevamos bien». Su gol fue la culminación de una jugada del punta escandinavo, en la que la confianza jugó un papel decisivo. «Le tengo mucha fe a Sorloth y sabía que iba a superar al defensa. Cuando me dio el balón, amagué para fuera y solo pensé en ajustar el remate». Dos asistencias le había dado en lo que va de Liga Kubo al noruego, que ayer se la devolvió.
El partido fue de una calidad pésima. El sol bajo del inicio no auguraba nada nuevo. La Real nunca se sobreponía a los elementos. Era salir al campo y, uff, que si la hierba alta, que si seca, que si el campo duro, que si calor... En los viejos tiempos, la Real jamás habría ganado el partido. Pero este equipo no tiene memoria y no conoce esa tradición, así que gana en cualquier parte. No entiende de gafes, maldiciones ni excusas. Hizo todo lo que hay que hacer para perder, sin olvidarse ni un capítulo del libreto, con una falta de contundencia estrepitosa. Y, sin embargo, ganó.
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Funcionó la sociedad Sorloth-Kubo. Cuatro goles el noruego, dos el japonés. En una tarde en la que los goles caían de los árboles, naturalmente Brais Méndez pasó al recoger el suyo. El quinto de la temporada, cuatro en Liga y el de Old Trafford. Hasta Martin Zubimendi hizo el suyo, dado lo generoso de la oferta disponible ayer en Girona. Tierra generosa. Excelentes embutidos y goles para regalar. Un lugar al que volver.
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