Eibar - Real Sociedad, un derbi guipuzcoano sin prisioneros

El conjunto armero apura sus últimas opciones de permanencia desde la última plaza y necesita los tres puntos para mantener viva la llama de la esperanza. Lo tiene muy difícil pero una victoria le haría ver las cosas de otra manera. La Real llega inmersa en plena batalla por la Europa League con Betis y Villarreal, que esta jornada han empatado y perdido, respectivamente, y tiene que aprovechar la ocasión.

El conjunto local es el más necesitado. Su situación es dramática, sobre todo después del triunfo del Elche que le sitúa a siete puntos de la permanencia a falta de seis jornadas. Mendilibar admitió tras la derrota del jueves en Granada que «tenemos pocas opciones», pero también advirtió de que van a apurarlas.

El primer paso para soñar con la salvación es volver a ganar después de 14 jornadas sin hacerlo, desde que un lejano 3 de enero se impusiera al Granada en Ipurua con el doblete de Bryan Gil. Después solo ha podido sumar cuatro empates, en Vigo y en San Mamés y contra el Valladolid y el Huesca en casa. Curiosamente, todos ellos a un gol. Seis derrotas en los últimos siete partidos le han condenado al farolillo rojo.

El Eibar es uno de los equipos más perjudicados por la falta de público. En las seis temporadas en Primera que alcanzó la permanencia lo hizo apoyado en sus resultados en casa después de convertir Ipurua en un fortín. A excepción de los grandes, pocos eran los equipos que salían vivos de Ipurua y ese factor ambiental reportaba al conjunto azulgrana un buen colchón de puntos que le hacía llegar cómodo al final de Liga. Pero estos 13 meses con las gradas cerrados han supuesto un golpe difícil de digerir, hasta el extremo de que es el peor local con diferencia, con nueve puntos sumados en quince partidos.

No hay más que mirar la experiencia en los enfrentamientos guipuzcoanos en Ipurua. En los cinco que se dieron con público entre la 14/15 y la 18/19, el bagaje fue de cuatro triunfos armeros y un empate, éste logrado por la Real en el debut de Imanol en el banquillo el 1 de abril de 2018. Pero en el único disputado a puerta cerrada, el curso pasado, el triunfo fue visitante por 1-2 con goles de Oyarzabal y Willian José.

El conjunto blanquiazul llega muy debilitado por las ausencias. A las consabidas lesiones de hombres como Merino, Silva, Illarramendi, Aihen, Sangalli y Moyá se añaden las sanciones de Aritz y Carlos Fernández, uno de los realistas en mejor momento. Imanol tendrá que hacer de la necesidad virtud para conformar un once competitivo. Aunque Le Normand y Zubeldia han entrado en la convocatoria hay dudas sobre su estado físico, sobre todo en el caso del segundo, y Oyarzabal tiene el depósito de gasolina muy justo después de un curso tan exigente y cargado.

Por otra parte, este tipo de duelos ante conjuntos que parecen desahuciados nunca se le han dado bien. El último precedente de un partido así fue el de hace tres años, el 22 de abril de 2018 en La Rosaleda, con el agravante de que el Málaga ya estaba descendido. La Real llegaba de golear cuatro días antes al Atlético (3-0), subcampeón de Liga, pero perdió por 2-0 en una de las peores tardes de Imanol en el banquillo. Ahí se fueron las escasas opciones de ir a Europa ese curso.

En la campaña 18/19 los enfrentamientos ante los de abajo también le costaron el billete continental porque solo ganó un partido de los seis contra los que descendieron –Girona, Huesca y Rayo–, mientras que el año pasado mordió el polvo en Leganés (2-1), ahora en Segunda. Cualquier exceso de arrogancia se suele pagar caro en días así. Por cierto, que no gana fuera desde el 14 de febrero, cuando lo hizo en Getafe (0-1) con gol de Oyarzabal.