Cinco años de Imanol, el gran patrón realista

Seguro que Imanol Alguacil (Orio, 1971) nunca imaginó que su nombre iba a estar codeándose en lo más alto del santoral txuri-urdin el día que le confirmaron como alternativa a Eusebio Sacristán. Eran los albores de la primavera de 2018 y el 1 de abril de 2018 el hijo predilecto de Orio se estrenaba en el banquillo de la Real Sociedad como primer entrenador -ya ejerció de 2º entrenador con David Moyes-. Lo hizo en Ipurua en un partido áspero, gris y de poco entretenimiento para el espectador. Será, seguramente, uno de los pocos 0-0 que ha pasado a la historia realista por lo que ha significado años después: el alumbramiento de otra gran época dorada del club.

Si en la gloriosa década de los 80 el jefe del banquillo era Alberto Ormaetxea, en estos últimos cinco años de éxitos -tres clasificaciones europeas seguidas y una Copa del Rey- lo ha sido también un guipuzcoano que es un gran exponente de nuestra sociedad: trabajador y humilde, pero con ambición también de ir siempre a más.

Pocos como Imanol conocen la idiosincrasia de un club que le vio pasar en Zubieta de chaval a hombre y le dijo hasta luego cuando se quedó sin sitio en el primer equipo en 1998. Imanol volvió en 2011 para entrenar a los juveniles y desde entonces su trayectoria dentro del organigrama técnico blanquiazul ha sido imparable. Hoy por hoy él es parte vital de esa santísima trinidad que gobierna el club -junto a Jokin Aperribay y Roberto Olabe- con tanta brillantez.

Estos 217 partidos oficiales le han servido para demostrar que es un profesional con altas capacidades para el fútbol de primer nivel. Es otro milagro de la cantera guipuzcoana. Tres clasificaciones europeas -la cuarta está en el horno- y un título de Copa avalan la incipiente trayectoria de un técnico que ya forma parte de la historia dorada del club. Para muestra, un botón: solo en la 17/18 acabó la Liga sin opciones europeas en la última jornada. La norma con él es pelear hasta la jornada 38 por acabar entre los siete primeros. Mirándolo con la perspectiva del tiempo, es algo extraordinario en la centenaria historia del club.

Poco o nada tiene que ver aquella Real que jugó en Ipurua el 1 de abril de 2018 con la que estamos viendo en los últimos tiempos. Hace un lustro Imanol fue el elegido para hacer las veces de bombero y apagar el fuego que se había originado en torno al primer equipo. La destitución de Lorenzo Juarros, exdirector deportivo txuri-urdin, y Eusebio Sacristán, presa de su estilo de juego y los resultados, le colocaron en el centro de todas las miradas.

Imanol, que no se amilanó en ningún momento, optó por una lógica versión de mínimos y armó al equipo a nivel táctico y defensivo. Una casa no se puede empezar por el tejado. Aquel primer 0-0 con el que se estrenó en el fútbol profesional denotó una de sus máximas: sus equipos tienen que ir al límite. Con esta Real de mínimos sumó 16 puntos en 9 jornadas de Liga que permitieron al equipo finalizar la competición en una tranquila 12ª posición. Con todo, solo habíamos visto una pequeña muestra de lo que era, es y será Imanol como entrenador.

Algo más se pudo ver la segunda vez que la directiva blanquiazul pensó en él como solución de emergencia. Imanol acudía al rescate de nuevo solo seis meses después de que se confirmara que regresaba a los banquillos del Sanse. La apuesta de ese verano fue la de Asier Garitano, que salió rana, y en las navidades de 2018 Imanol volvía al banquillo del primer equipo. Él no lo sabía, pero se encaminaba hacia una aventura gloriosa e inolvidable. La Real que heredó de Garitano era un grupo de jugadores talentosos pero confusos y con los niveles de autoestima por los suelos.

Con una renta mínima sobre los puestos de descenso, Imanol volvió a optar de nuevo por armar un bloque sólido que supiera maximizar todo lo posible sus virtudes y que se esforzase mucho en esconder sus limitaciones.

En 21 partidos de Liga el cambio fue tan radical que en la jornada 38 la Real llegó a Cornellá-El Prat con la posibilidad de entrar en la Europa League si ganaba al Espanyol... pero falló. Habría que esperar un año más para volver a viajar por el Viejo Continente. No era una Real brillante en cuanto a juego, sin embargo, se mostró muy fiable y consiguió, por ejemplo, sumar seis puntos ante el Real Madrid en dos partidos inolvidables para los blanquiazules -0-2 en el Santiago Bernabéu y 3-1 en Anoeta-.

Las dudas en torno a su figura, si es que las hubo, desaparecieron en el verano de 2019, porque fue cuando apostaron de lleno por él para que se hiciera cargo del primer equipo. Los fichajes de Odegaard, Monreal, Isak y Portu encajaron como anillo en dedo en la idea de juego que tenía un Imanol que se quitó el corsé para dibujar una Real más valiente, más asociativa y más salvaje.

En aquella campaña 19/20 la Real volaba por la Liga y por la Copa a una velocidad supersónica... hasta que llegó la maldita pandemia. En la jornada 26 los txuri-urdin ya tenían reservado un hueco en la final de la Copa -tras haber ganado todos los partidos- y se encontraban en la 3ª plaza con 46 puntos. Tras el confinamiento el equipo se cayó, pero después de sudar sangre consiguió su objetivo de entrar en Europa. El título de Copa ganado en La Cartuja en abril de 2021 fue la guinda perfecta de una de las mejores temporadas de la historia del club.

A Imanol solo le bajaron de su inamovible 1-4-3-3 en marzo de 2022, cuando Mikel Oyarzabal se lesionó en Zubieta de gravedad. Sin el eibartarra y sin Barrenetxea, también lesionado de larga duración, el de Orio se encontró con que sus otros dos extremos estaban en un momento de forma bajo, así que decidió variar el esquema para apostar por los centrocampistas, poniendo en práctica un 1-4-4-2 clásico en el que destacaron mucho Zubimendi, Rafinha, Silva y Sorloth. Un año después y con casi toda la plantilla a su disposición, aún no se ha decantado finalmente por uno de los dos esquemas.

En estos casi cinco años como técnico del primer equipo, Imanol, como no podía ser de otra manera, ha tirado siempre que ha podido de la inagotable mina de diamantes de Zubieta. Solo con mirar a la confección de la actual plantilla -15 jugadores formados en la base- basta para confirmar que con él la cantera realista tiene el futuro garantizado en la élite.

Con él como entrenador, por ejemplo, han debutado con el primer equipo jugadores como Álex Sola, Martin Zubimendi, Roberto López, Aihen Muñoz, Urko González de Zárate, Aritz Arambarri, Andoni Zubiaurre, Jon Magunazelaia, Ander Martín, Jon Ander Olasagasti, Julen Lobete, Jon Karrikaburu, Nais Djouahra, Beñat Turrientes, Pablo Marín, Robert Navarro y Jon Pacheco. Ander Barrenetxea -que debutó con Asier Garitano- se ha consolidado en el primer equipo con el técnico oriotarra como máximo responsable del banquillo.

Han sido numerosas las ocasiones en las que en los últimos cinco años el equipo txuri-urdin ha saltado al campo con 5, 6 o 7 canteranos en el once inicial, algo insólito en un deporte tan globalizado y mercantilizado como el fútbol del siglo XXI.

¿Le quedan cosas por hacer a Imanol en la Real? Sí, por supuesto. Pero esa exigencia no se le impone desde el exterior, sino que él es el primero que cree que su equipo está listo para seguir haciendo historia. Para empezar este curso ya ha derribado, finalmente, el muro de los dieciseisavos de final de la Europa League. Ganar en Old Trafford fue el impulso que necesitó la Real para liderar hasta el final la fase de grupos y avanzar directamente hasta los octavos, donde se cruzó con la Roma de Mourinho y Dybala. El escollo de los italianos fue insalvable pero seguro que servirá de lección para futuras ocasiones.

Otro de los grandes objetivos de la temporada es el de repetir clasificación europea. La misión parece encarrilada, aunque hay que esperar para ver en qué clase vamos a viajar de nuevo en los torneos de la UEFA. La afición está ansiosa por oír el himno de la Champions League en un Anoeta a reventar con 40.000 espectadores, aunque para eso los realistas deberán confirmar su mejoría e imponerse en este 'rush' final a Betis y Villarreal, sus dos grandes adversarios por la cuarta plaza.

De conseguir terminar entre los cuatro primeros, los txuri-urdin volverían a competir en la vetusta pero prestigiosa Copa de Europa, torneo en el que solo han estado presentes en cuatro ediciones (81/82, 82/83, 2003/04 y 2013/14). Es hora de reverdecer viejos laureles y de que la Real se vuelva a codear con los mejores equipos del mundo más allá de los Pirineos. ¿Y quién mejor que Imanol para enarbolar la bandera txuri-urdin en los estadios más imponentes de Europa?

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