¿Qué hacemos con Adnan Januzaj?

Recuerdo la primera vez que le vi en acción de cerca. Fue hace cuatro años en la concentración holandesa de Ermelo. La Real Sociedad acababa de ficharlo del Manchester United y era un entrenamiento vespertino. Eusebio había ordenado un ejercicio de ataque-defensa en el que su misión, apostado en la izquierda, era colgar centros a la espalda de la línea defensiva para ver cómo ésta reaccionaba en una situación comprometida ante los delanteros.

Cada envío era un caramelo. El balón iba con rosca pero muy tocado, de forma que los despejes eran un suplicio para los defensas, que se dolían de la cabeza de la fuerza que imprimía a los centros. Para los delanteros era lo contrario. Con solo tocar la pelota iba adentro. En el partidillo ofreció un recital de caños, regates, fintas, controles... Un espectáculo.

Al día siguiente teníamos concertada entrevista con él Ángel López, mi compañero de Mundo Deportivo, y yo. Habíamos quedado en el jardín, junto al estanque, porque era un lugar que daba juego para las fotos. Apareció con pantalón corto, chancletas, camiseta blanca y un reluciente rolex de oro colgado de su muñeca. Era un chaval tímido, que le costaba fijar la mirada pero que no dudaba de sus posibilidades. «Vengo a ser el mejor del mundo», nos dijo mientras Ángel y yo nos mirábamos con la boca abierta. Las fotos, por cierto, hubo que repetirlas más tarde porque aquella camiseta blanca no era de la marca deportiva que vestía la Real. Así son los genios. Viven en su mundo...

Un 'fichajazo'. Me vine de aquella concentración convencido del pelotazo que había dado la Real con ese fichaje que 'sólo' había costado 7 millones. Una ganga para las cantidades que se manejan en el fútbol. Desde entonces se convirtió en una de mis debilidades, aunque cuatro años después ya no lo tengo tan claro. Sigue teniendo momentos fantásticos, brochazos de artista único, pero en un negocio en el que mandan los números éstos no le acompañan demasiado.

Quizás sea injusto medir su fútbol a peso. ¿Cómo se valora atraer rivales para doblar un pase en ventaja? O colocarte de cara para hacer correr al compañero. Forzar una falta en campo contrario para que los tuyos ganen metros. Poner un centro a pie cambiado que nadie sabe cómo defender... Januzaj es el campeón de lo intangible, de ese juego que cuesta ver porque no se puede pesar en una balanza. Y ese aire despistado y natural aumenta su épica con el balón. Sin embargo, hace tiempo que el fútbol no va por esa dirección y luchar contra la realidad es difícil.

La dictadura de los números es implacable. Y los suyos hablan de 13 partidos de titular en Liga por temporada en estos cuatro años y 2,75 goles por curso. De sus 17 dianas como blanquiazul, tres fueron en Becerril y una en Ceuta ante rivales de Tercera División. Unas cifras muy alejadas del potencial que se le adivina y que a sus 26 años aún no ha podido explotar para desgracia del fútbol, porque este chaval enchufado y con continuidad tiene que ser una bomba.

El golpe de La Cartuja. Hace un mes se quedó sin jugar la final de Copa y aquello supuso un punto de inflexión. Tuvo la mala suerte de que Bélgica le convocara después de dos años en el peor momento, cuando tocaba preparar una cita histórica. Oyarzabal, Isak y Zubimendi también pasaron diez días con sus selecciones y fueron titulares en Sevilla, pero ellos no tenían a Portu con el cuchillo afilado disputándoles el puesto. Además, Monreal, Merino y Silva llegaban con el gancho, así que Imanol decidió apostar en la derecha por Portu acertando de pleno, porque el murciano firmó la jugada clave del partido.

En la locura colectiva que supuso celebrar un título después de 34 años contrastaba la decepción del Januzaj que no había jugado. Sus compañeros le quieren y le aprecian, por eso no se separó de ellos, pero el rostro es el espejo del alma y el suyo no trasmitía felicidad. Desde entonces no ha levantado cabeza. Ni siquiera la Eurocopa parece ilusionarle.

Después de una temporada tan cargada, él con apenas 1.300 minutos jugados era una de las esperanzas para tirar del carro en la recta final de Liga. Como Barrenetxea o Carlos Fernández, que llegan más frescos. Pero ha desaparecido de las alineaciones y cuando aparece es para confirmar por qué Imanol le sienta tanto en el banquillo.

Un jugador con caché. Llegados a este punto, y después de la experiencia en estos cuatro años, habrá que tomar una decisión más pronto que tarde. Porque le queda un año firmado y, o bien se le renueva o se rentabiliza su salida. Dejar que consuma su contrato es una opción que me cuesta imaginar.

Lo positivo del caso es que los jugadores de su talla siempre cotizan alto. El éxito de la Real en los últimos años ha radicado en fichar bueno, bonito y barato, lo que le ha permitido recuperar el dinero invertido y obtener incluso jugosas plusvalías cuando llega el momento de que los caminos se separen. Solo por Jonathas (10), Juanmi (8), Rulli (7) y Llorente (14) el club ha ingresado 39 millones en cuatro años cuando su coste fue de 23 millones.

Januzaj, con un valor de mercado de 10 millones, sigue teniendo tirón en el fútbol europeo. En este tiempo aquí han sido varios los clubes que han preguntado por su situación. Es internacional por la selección que ocupa el número uno en el ranking FIFA, su pasado en el Manchester United le avala y aún está en una edad para hacer grandes cosas. Empezando por estas cuatro jornadas en las que tanto se juega la Real.