Que de los 853 asesinatos que cometió ETA en sus más de cuarenta años de macabra trayectoria se encuentren sin resolver un 40% de los ... crímenes muestra que existen muchas víctimas que aún no han podido superar su duelo -en muchos casos anónimo- porque, simplemente, no se sabe quién o quiénes mataron a 379 personas. Les falta conocer la verdad para que algún día se pueda hacer justicia y los culpables de aquellos asesinatos se sienten en el banquillo. Por ese mismo motivo, la visita de eurodiputados a Euskadi para auscultar la ausencia de datos de los sumarios que se apilan en los juzgados, en muchos casos cerrados en pocas semanas, pone de relieve la necesidad de que las instituciones concernidas aprieten los dientes para poner los medios necesarios para que, por ejemplo, se conozca la identidad de los tres activistas de ETA que el 25 de octubre de 1978 vaciaron los cargadores de sus pistolas para asesinar a sangre fría en Durango a un humilde chapista, Epifanio Benito Vidal, de 28 años, que dejó viuda y un hijo que ahora tendrá 44 años. Los familiares de esta víctima, que el próximo mes recibirán de Urkullu su reconocimiento, junto a otras cuarenta más, deberían contar con todo el apoyo político e institucional, en todos sus frentes, para posibilitar que las tragedias que aún siguen grabadas en sus retinas no queden irremisiblemente sepultadas en sumarios judiciales inconclusos. Sobre el archivo mayoritario de esos casos sin resolver debería prevalecer el justo derecho a la verdad para que, como sugiere el Memorial de Víctimas, la investigación de estos asesinatos sin esclarecer pueda seguir desarrollándose en todos sus frentes al margen de que judicialmente estén prescritos. Quienes estuvieron y fueron ETA en aquellos años deberían ser contribuyentes con la verdad.
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