Génova fuerza al PP vasco a votar este jueves a su presidente para acelerar la elección de Iturgaiz

Génova llevaba días moviendo los hilos desde Madrid para acabar con el mandato interino de Amaya Fernández, quien asumió hace casi ocho meses el liderazgo en funciones, y encarrilar la designación de Carlos Iturgaiz como nuevo presidente. Una apuesta personal de Pablo Casado para afrontar la reconstrucción del PP vasco, como ya adelantó DV hace cinco meses, y así dar por finiquitada a la crisis interna que generó la salida de Alonso.

Finalmente, la dirección nacional volvió a poner en práctica aquello de que 'donde manda patrón, no manda marinero' y empujó la convocatoria de una junta directiva para someter a votación la candidatura de Iturgaiz como nuevo líder del PP vasco, como publicó este diario. Una decisión que se tomó hace un mes en la séptima planta Génova durante una reunión entre Iturgaiz, Fernández -que ayer se mantuvo en silencio- y el propio Casado.

Nadie pone en duda dentro del partido que Iturgaiz cogerá a partir de mañana las riendas del partido ya que cuenta con los apoyos internos suficientes, y también se descartan otras opciones alternativas porque, de lo contrario, se abriría una crisis interna difícil de reconducir.

La cronología de cómo se fue desarrollando la convocatoria de la junta directiva puso en evidencia, sin embargo, que las heridas en el seno del partido aún no están cerradas del todo. ¿El motivo? Las versiones contradictorias de unos y otros. La convocatoria inicial de este órgano no mencionaba al principio en el orden del día la elección del presidente, lo que provocó numerosas llamadas cruzadas Madrid-Bilbao para forzar a Fernández a que la junta directiva se reuniera específicamente para elegir a la persona que asumirá el cargo hasta que se celebre el congreso regional, pospuesto hasta el año que viene por la situación de crisis sanitaria. Había quienes entendían que Fernández, que no cuenta con la simpatía de Génova, estaba lanzando un órdago a Casado. Otros dirigentes de peso, sin embargo, lo achacaban a un simple error informático y quitaron hierro al asunto al defender que la junta directiva se reúne, precisamente, para demostrar que no hay divisiones internas y que las aguas ya bajan calmadas en el PP vasco. El resultado que coseche este jueves Iturgaiz en ese cónclave, que será presencial y telemático para no poner en riesgo la salud de ninguno de los dirigentes populares, determinará el grado de cohesión del partido.

La más que previsible designación de Iturgaiz como líder del PP vasco, en cualquier caso, deberá ser ratificada por los afiliados durante un congreso que aún no tiene fecha en el calendario a consecuencia de la pandemia. Aunque normalmente la votación congresual va en consonancia con la decisión adoptada previamente por la directiva del partido.

Génova llevaba tiempo asumiendo que la situación de interinidad que atraviesa el PP vasco se estaba alargando en el tiempo más de lo esperado y que tocaba votar en junta directiva al nuevo presidente. Una fórmula que ya experimentaron Alfonso Alonso, Arantza Quiroga o Antonio Basagoiti antes de medir sus fuerzas ante la militancia del partido en sus respectivos congresos regionales. Fernández, sin embargo, fue designada directamente sustituta de Alonso sin paso intermedio y sin haber sido ratificada por la directiva del PP vasco. De ahí que la cúpula del PP se agarrase como un clavo ardiendo al artículo 40.1.m de sus estatutos para obligar a Fernández a convocar la junta y así despejar el camino a Iturgaiz para que asuma todo el poder interno y no se limite solo a liderar al grupo parlamentario PP+Cs. En el PP, dicen, no son de bicefalias.

Iturgaiz tendrá ahora por delante el reto de pivotar un partido que en las últimas elecciones se dejó por el camino tres escaños y 47.472 papeletas menos respecto a los comicios autonómicos de 2016 votos tras la frustrada coalición con el partido naranja. Aunque su recorrido en el PP vasco le avalan: como presidente de la formación entre 1996 y 2004, Iturgaiz convirtió al partido en la segunda fuerza más votada.