Las urnas de Iparralde ponen diques a la marea Le Pen
El nuevo Frente Popular de izquierdas parte como favorito para la segunda vuelta pero debe cortejar al voto centrista vascofrancés
El Nuevo Frente Popular (NFP) de izquierdas afronta la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas del domingo con una agridulce moral de victoria en un paisaje de volantazo a la extrema derecha. La entente entre socialistas, comunistas, ecologistas y abertzales ganó después de que en las últimas europeas del 9 de junio, el partido de Marine Le Pen venciera por primera vez en el País Vasco-francés gracias a una fortísima abstención. El aumento espectacular de la movilización electoral –20 puntos más– ha provocado el vuelco.
El dominio de la alianza de izquierdas ha sido claro en las tres circunscripciones del País Vasco-francés en el Departamento de los Pirineos Atlánticos: la sexta, que engloba a la costa labortana, y que ha ganado el abertzale Peio Dufau, de EH Bai, y que forma parte del NFP; la cuarta, que comprende Pays Basque y Béarn, y en la que quedó en primer lugar el socialista Iñaki Echaniz, y la quinta, que incluye Baiona y su cinturón, que dirige la exsocialista Collete Capdevielle.
Los tres distritos elegirán un diputado cada uno por el sistema mayoritario. Para ello el domingo concurrirán los tres candidatos más votados. El abertzale Dufau venció en la circunscripción de Hendaia con el 29,42%, y deberá competir con un candidato de centro, Christian Dezeve, del partido de Emmanuel Macron, que logró el 26,92%, y con Victor Lastecoères, de la extrema derecha, que obtuvo el 25,29%..
Los candidatos más centristas empiezan a retirarse para batir a los ultras con un frente de unidad republicana
El triunfo más nítido que le coloca prácticamente en la Asamblea legislativa de París corresponde en la cuarta circunscripción al socialista Iñaki Echaniz, del Font Populaire, que se colocó con un 38,01%. e4ndrá que competir con la ultraderechista Sylvianne Lopez (26.53%) y con el histórico centrista sin adscripción Jean Lasalle (18,05%). Echaniz ha sido diputado desde 2022.
Bayona y su metrópoli tienen también una ganadora de izquierda. Es la exdiputada socialista Collete Capdevielle, con el 33,3% y que deberá batirse en duelo con el ultra Serge Rosso, que consiguió el 27,65%. Tendrán la última palabra los electores de la centrista Florence Lasserre, que quedó en tercer lugar (26,62%) y que ayer a la tarde anunció su retirada para evitar la victoria ultra pese a los recelos que suscita la evolución ideológica de Capdevieille, escorada hoy hacia la Francia Insumisa, el equivalente a Podemos.
Los resultados muestran un claro avance de la izquierda, que ha movilizado voto de la abstención y ha rentabilizado la rápida unión para hacer frente a Le Pen entre socialistas, comunistas, ecologistas y abertzales, y que incluso podrían tener como aliado en un futuro al 4% de votantes del PNV en la primera vuelta. También es cierto que el partido de Macron, que ganó las últimas legislativas en el País Vasco francés, ha retrocedido terreno y hoy se resigna a ganar solo en algunos enclaves como San Juan de Luz, Anglet y Biarritz.
La marea ultra también ha llegado al País Vasco francés, pero bastante amortiguada. El voto nacionalista, que es creciente pero minoritario, trastoca cada vez más una relación de fuerzas que históricamente ha venido dominada por la vieja derecha gaullista. La Macron supuso la implosión de todo el sistema político galo. Y ahora viene la dolorosa resaca de aquella voladura.
Rassemblement National, los herederos del partido de Le Pen, han suavizado sus formas pero sus contenidos siguen siendo vistos como una amenaza a la democracia liberal más europeísta. Pero lo cierto es que han conectado con el malestar de fondo de un sector de la ciudadanía francesa a la que el empeoramiento de su nivel de vida, la precariedad y la globalización provocan miedos y ansiedades y una serie de fracturas que se visualizaron con el conflicto de los 'chalecos amarillos' hace unos años.
Temor al futuro
El problema de fondo es que, a pesar de que se veía incubando ya hace bastantes años, las élites políticas y económicas galas han seguido ajenas a ese descontento en una parte de las clases medias y populares que sienten temor a empobrecerse. Son los antiguos feudos de la izquierda hoy son los principales caladeros de la extrema derecha soberanista. Los llamamientos de Kylan Mbappé, capitán de la selección francesa y activista del frente republicano para aislar a Le Pen, han quedado a medio camino.
El mensaje agónico del miedo, que en su momento ha funcionado con éxito, y la demonización del movimiento ultranacionalista empieza a agotarse cada vez más entre las nuevas generaciones a las que parece que deja de asustar como antes la posibilidad de victoria de un populismo que explota con éxito ser el único partido crítico el establishment del poder.
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