El relevo en el PNV agita las aguas del debate de un nuevo estatus
Deshielo. Ortuzar ya había realizado hasta ahora un discreto acercamiento hacia EH Bildu y el PSE en busca de un nuevo pacto sobre el autogobierno
El cambio de liderazgo al frente del PNV somete al debate del estatus de autogobierno a su test más decisivo. Los partidos tienen que retratarse ante esta disyuntiva a lo largo de este año 2025. La salida de Andoni Ortuzar y la llegada previsible de Aitor Esteban a la presidencia del EBB no tiene por qué cambiar la relación política. Pero el factor humano influye siempre. Y en política, más. Y los matices pueden ser interesantes. Todos están atentos a los movimientos que puedan empezar a darse esta primavera. A la música y a la letra que vaya a imprimir Esteban.
El propio Ortuzar ha realizado ya en los últimos meses un discreto trabajo de aproximación hacia EH Bildu y el PSE en busca de elementos comunes. Los partidos nacionalistas se mueven hoy en un registro gradualista pero hay determinadas objeciones ideológicas de fondo que asoman en el horizonte. Ha habido ciclos de mayor conflictividad y tensión. Ortuzar se ha mostrado dispuesto a explorar reservadamente terrenos compartidos para averiguar si hay agua en la piscina antes de abordar la discusión. Con la izquierda soberanista ha constatado una coincidencia: es el momento de hincar el diente al debate del nuevo estatus. Comparten una base: el reconocimiento de Euskal Herria como una nación y la necesidad de buscar un nuevo pacto con el Estado sobre un planteamiento 'plurinacional'. También coinciden EH Bildu y PNV en la institucionalización del reconocimiento del derecho a decidir con un pacto posterior sobre su ejercicio con el Estado español.
Desde la izquierda independentista se busca un entendimiento primero con el PNV y con la 'izquierda confederal' –Podemos y Sumar– que pivote sobre estos dos elementos: el reconocimiento nacional de Euskal Herria y la defensa del derecho a decidir, aun cuando se flexibilice la fórmula retórica para despejar algunos recelos. Sólo a partir de ese acuerdo previo entre abertzales y una parte de la izquierda se presentaría a la negociación con las instituciones del Estado. Los jeltzales no ven clara la viabilidad de la propuesta. Quieren convencer al PSOE de que aproveche la oportunidad y, de paso, busque una salida 'nacional' para el conflicto de Cataluña.
Esteban se mueve en el mismo terreno que Ortuzar, pero en política el factor humano es un ingrediente esencial
Andueza y Otegi apenas han tratado con Esteban, mientras con Ortuzar han llegado a establecer una relación de confianza
A su vez, el PNV ha tanteado con el PSE cómo puede venir un acercamiento. Les une el acuerdo de gobierno, en el que ambos partidos se comprometen a buscar un nuevo pacto estatutario «desde el respeto a la legalidad», una fórmula ecléctica que para el PSE es una cláusula de seguridad jurídica. Eneko Andueza no pone pegas a un reconocimiento nacional de Euskadi pero sí a que la reforma del Estatuto se inspire en una interpretación de más nacionalismo. El líder del PSE cree que la pérdida de pulsión soberanista es una realidad insoslayable. En Euskadi, según los socialistas, se debe primar los elementos que unen, no los que dividen a la sociedad. También se muestran partidarios, sobre todo, de introducir en el nuevo Estatuto un reconocimiento de los nuevos derechos sociales. En ese terreno, Elkarrekin Podemos también ha marcado su propio terreno de juego desde la prevención a que los partidos nacionalistas utilicen la reforma de la vía estatutaria como un subterfugio hacia la construcción de un modelo nacionalista.
La propuesta de la ponencia del PNV traza la hoja de ruta respecto al proyecto de ampliación del consenso. El trabajo que deberá refrendar la asamblea general del PNV el 30 de marzo en San Sebastián pretende reactivar un debate que ha permanecido atascado en el País Vasco en los últimos años. El acuerdo de bases alcanzado por el PNV y EH Bildu en el Parlamento Vasco dibujaba una relación confederal con España sobre la base de la percha de los derechos históricos de los territorios forales. El lehendakari Urkullu enfrió la iniciativa pero, tarde o temprano, va a aflorar el pulso por el nuevo marco jurídico. El lehendakari Pradales prefiere situarse en un discreto plano secundario, aunque ya ha mostrado su disposición a implicarse en una fase final si hiciera falta para dar un impulso definitivo.
La convicción de Ortuzar, y en eso está de acuerdo Otegi, es que hay que aprovechar la actual relación de fuerzas en Madrid para abrir la reflexión de fondo sobre el modelo plurinacional del Estado. Es decir, que la actual debilidad parlamentaria del Gobierno de Pedro Sánchez ofrece una oportunidad para encajar una cuestión que quedó pendiente del inicio de la Transición y que debe buscar una salida diferente al encaje de las nacionalidades históricas. Esteban –un portavoz muy valorado Madrid– apenas ha sido tratado por Otegi y por Andueza. El dato introduce una incógnita sobre el futuro más inmediato, pero las corrientes políticas de fondo son más profundas.
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