El regreso del PSC
El liderazgo de Salvador Illa puede ser la carta que guarde el socialismo español si los planes no le salen bien a Pedro Sánchez
El PSC siempre ha sido un partido singular, incluso por su propia articulación histórica en el PSOE como una formación soberana para el ámbito de ... la política catalana, con un espíritu claramente federal en la construcción de la España plural. Hay que entender, de entrada, que su creación como partido político en julio de 1978 fue diferente al ser el resultado de la fusión al inicio de la Transición entre dos partidos catalanistas de izquierda –el PSC Congrés y el PSC Reagrupament– con la entonces Federación Catalana del PSOE, que era minoritaria. Eso le proporcionó una personalidad política propia que siempre ha sido vista con interés, por ejemplo, en el nacionalismo vasco a la hora de emplazar a sus socios del PSE a que emulasen la autonomía de sus compañeros catalanes.
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En los últimos tiempos, el procés secesionista había reducido considerablemente el espacio en la práctica al socialismo catalán, que durante años había jugado un papel de hegemonía transversal, con fuerte peso municipalista frente a CiU. La crisis de la centralidad pactista catalana ha sido un desastre mayúsculo, resultado de una política de colisión de bloques identitarios. Su margen de maniobra se achicó considerablemente mientras chocaban el bloque independentista y el constitucionalismo antinacionalista de Ciutadans.
El hundimiento del procés –visualizado con claridad en la ruptura del Govern ERC-Junts– empieza a permitir que algunas aguas vuelvan a su cauce y que ese radicalismo identitario haya perdido fuelle notablemente. Y cuando baja la marea, se ven los restos del naufragio. Pero el PSC ha vuelto. Es, de entrada, la primera formación de Cataluña, empatada en escaños con ERC. El liderazgo de Salvador Illa es incontestable y sus expectativas para las municipales son buenas. Incluso, con la ilusión de reconquistar una alcaldía socialista en Barcelona. Es muy difícil, pero es posible. Y sería un acontecimiento extraordinario para el PSOE.
El hundimiento del procés soberanista devuelve al socialismo catalán al carril central
Es evidente que el PSC es muy importante para el PSOE. No solo porque nutre de cuadros valiosos al partido en el poder y al Gobierno. Cataluña puede volver a ser el granero electoral de la izquierda, sobre todo en estos tiempos en los que Andalucía ha basculado a la derecha. El socialismo catalán tiene un papel crucial en el debate territorial español. Tuvo en su momento que resolver sus propias contradicciones internas. Un sector favorable al derecho a decidir dejó el partido. Lo encabezaban estrechos colaboradores de Pasqual Maragall como su hermano Ernest o Joaquim Nadal, durante muchos años el alcalde socialista de Girona y que hoy es conseller con Pere Aragonès.
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Luego el PSC tuvo que bregar con otras federaciones socialistas del sur de España para buscar un modelo equilibrado en Granada que hiciera compatible la bandera del reconocimiento de la España plurinacional con la solidaridad autonómica y la apuesta por la Constitución. Eran los tiempos de Rubalcaba y el papel lo aguantaba casi todo.
Las expectativas del PSC se centran en recuperar la Alcaldía de Barcelona. Es muy difícil pero posible
Por eso, lo que piense y diga el PSC vuelve a ser importante en este paisaje de cambios en los que el dramatismo de la guerra de Ucrania obliga a la Unión Europea a moverse con pies de plomo. Y por eso va a adquirir un especial protagonista el liderazgo tranquilo de Illa, cuyo papel al frente de la lucha contra la pandemia ahora sale reforzado con la perspectiva del tiempo. En este momento su nombre puede subir enteros en los próximos meses. Porque, incluso, en el prematuro panorama de una derrota electoral de Pedro Sánchez, si la inflación sigue disparada y si los números entre el PSOE, Unidas Podemos y las ententes con la periferia no arrojan una mayoría suficiente para gobernar, la alternativa Illa emergerá como futuro recambio en el PSOE.
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El PSC tiene que optar ahora por una estrategia en Cataluña que le permita asentarse como alternativa real. Desde ciertos ámbitos conservadores incitan a Illa a que presente una moción de censura, aunque los números no darían, pero se visualizaría que existe otro modelo alternativo a Esquerra. Otros recomiendan al PSC que sea más sutil, que 'mate a besos' a los republicanos con ofertas de estabilidad a Aragonès, condicionadas, claro está, a una reorientación estratégica. El cambio de rumbo ha comenzado ya a pesar de los tremendos recelos de Oriol Junqueras a que pueda visualizarse un acercamiento con el PSC. A Junqueras le dolió personalmente la actitud de los principales dirigentes socialistas catalanes ante el Supremo durante el proceso que sufrió y no desperdicia la ocasión para lanzar algunos dardos de resentimiento. Todavía guarda la factura. «Cada uno tiene que ser responsable de sus actos», le respondió una vez Miquel Iceta con una lacónica contundencia.
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