El órdago más sonoro del PNV
Aviso a Moncloa. Los jelzales hablan por primera vez del riesgo de ruptura con Sánchez si se incumple el traspaso del Ingreso Mínimo
Las relaciones entre el PNV y el Gobierno Sánchez no atraviesan por su mejor momento y, a tenor de los mensajes que han lanzado destacados burukides durante esta semana, el estado de la convivencia entre ambas partes atraviesa por una indisimulada tensión a raíz de un denunciado incumplimiento en las condiciones del traspaso de la gestión del Ingreso Mínimo Vital (IMV). El encontronazo se agrava con la falta de sintonía con algunos puntos de la reforma laboral que la vicepresidenta Díaz ha pactado con sindicatos y patronal. Desde el Gobierno desdramatizan el enojo jeltzale y aseguran que todo se reconducirá. «Hay sobreactuación», apuntó Itxaso.
Sánchez admite, y así lo reconoce en sus círculos más cercanos, que el PNV es un socio serio, pero al mismo tiempo asume que es «muy exigente». Aunque aún no se ha pronunciado públicamente sobre el actual contencioso abierto, el presidente, acostumbrado a llegar al límite en no pocas negociaciones, ha constatado que el enfado de los jeltzales, su socio más fiel de la legislatura, hacia la acción de su gabinete ha subido muchos decibelios. Quizá demasiados.
El PNV, que apostó desde el primer momento por este Gobierno de coalición, no está dispuesto a ceder a ningún trágala del Gobierno Sánchez –caso de la reforma laboral– o recepcionar una transferencia con sello Escrivá con carácter provisional, con el consiguiente sofoco para los socialistas vascos que juran y perjuran que la 'mercancía' competencial llegará a Euskadi como se había prometido.
Advierten de que el Gobierno no puede recurrir siempre al 'factor del miedo' para cerrar al límite sus acuerdosSi el presidente no logra saca la reforma laboral encajaría una sonora derrota que alentaría un posible adelanto electoral
Sin embargo, Koldo Mediavilla, burukide del EBB responsable de Políticas Institucionales, puso este miércoles pie en pared ante posibles incumplimientos que pudieran venir. «O se cumple lo firmado o el acuerdo firmado con el Gobierno de Sánchez puede pasar a mejor vida». Estas palabras son un inequívoco espejo del profundo hastío que transmiten los jeltzales por la velocidad de moviola con que a veces se materializan los compromisos desde el Gobierno central.
Aunque esta especie de tira y afloja pudiera interpretarse como un ritual previo a un acuerdo político, fuentes jeltzales avisan que el Gobierno de Sánchez no puede recurrir siempre al 'factor del miedo' –a que pueda llegar a la Moncloa el bloque de la derecha– para salvar los muebles, para cerrar en la bocina sus acuerdos, como pudiera ser el caso de la reforma laboral, cerrado sin el visto bueno de los nacionalistas, que exigen que en ese acuerdo se incluya la prevalencia de los convenios colectivos autonómicos sobre los estatales. Y avisan que no van a ceder.
Si Sánchez no logra sacar adelante este decreto en el Congreso el 3 de febrero el Gobierno sufriría un sonada derrota que dejaría al albur su futuro más inmediato, que, sin duda, alentaría las especulaciones de que el presidente pudiera barajar la posibilidad de apretar el botón del adelanto electoral para otoño, habida cuenta que las elecciones de Castilla y León y las presumibles de Andalucía darían aire al bloque PP-Vox.
Aunque el presidente se conjura en agotar la legislatura, los jeltzales recuerdan que aún faltan dos años para llegar a esa meta y que el Ejecutivo no cuenta con mayoría absoluta en el Congreso. Por este motivo, el PNV busca valorizar más que nunca su posición ante Sánchez, que necesita mantener la cohesión del bloque de la investidura porque, de lo contrario, empezarían a sonar los tambores de las urnas.
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