El PNV mira a Urkullu como su mejor cartel
El EBB prepara ya el terreno para volver a presentar al lehendakari como candidato por cuarta vez, pero en un contexto de cambio social y con mayor desgaste en la gestión
En las próximas semanas, bajo las tormentas que se avecinan en la política española, el PNV prepara ya el terreno para la elección de su candidato a lehendakari. No hay todavía ninguna decisión tomada, pero la mayoría de las miradas apuntan a que, de nuevo, Iñigo Urkullu vuelva a presentarse a la reelección. El procedimiento es ya un clásico. Primero, la dirección del PNV pulsará la opinión de sus burukides y luego se pondrá en contacto con el lehendakari para conocer su disposición personal. Y si este se muestra abierto a repetir como cartel electoral, lo previsible es que el EBB realice una propuesta formal, que después tiene que ser refrendada por las bases del partido junto a otros candidatos.
El favorito de las quinielas internas es Urkullu. Su aceptación para repetir por cuarta vez como aspirante después de tres legislaturas zanjaría un debate interno soterrado, precisamente, después de un ciclo muy difícil, primero marcado por la pandemia, y luego por síntomas de desgaste en la gestión que el PNV no conocía desde hacía años. La crisis en los servicios públicos, en especial la Sanidad, han encendido las luces de inquietud. Y los reveses en las elecciones de mayo y julio obligan al PNV a moverse con destreza para frenar la caída.
La presión del PP en las autonómicas refuerza la opción de Urkullu para retener el voto moderado
Urkullu es un valor seguro y, según las fuentes jeltzales, sigue siendo el mejor activo que ofrece el PNV para asegurarse el apoyo del eje de la centralidad del país. Sobre todo en un momento en el que la confrontación con EH Bildu va a subir muchos enteros en los próximos meses. La coalición soberanista quiere desarrollar una campaña alejada del rupturismo, consciente de que su aspiración es conectar con nuevos sectores sociales y abanderar la idea de un 'cambio tranquilo'. Y los jeltzales diseñan una estrategia para no facilitar la apuesta de la coalición abertzale, que baraja presentar como candidato a lehendakari a Arnaldo Otegi, en lo que sería un choque de pesos pesados. El objetivo del PNV con Urkullu sería trasladar a la ciudadanía que lo que está en juego no es ya solo un debate sobre el modelo de país, sino también sobre el modelo de sociedad que vamos a dejar a las próximas generaciones. E incidir en que el cambio que pregona la izquierda independentista tiene pies de barro, que no es creíble, que sigue anclado a los dogmas y tabúes del pasado y que no ha hecho una mínima autocrítica política ni ética de lo que fue el terrorismo de ETA ni la cultura de imposición que conllevó. Además, el PNV tiene claro que un hipotético relevo pondría en riesgo determinados valores y un sistema de estabilidad que, con sus defectos, ha funcionado en Euskadi y ha permitido un modelo económico y social avanzado, perfectamente homologable al de los países nórdicos.
El EBB debe saber cuál es la disposición personal del mismo Urkullu antes de lanzar una propuesta
Todo apunta a que la cúpula jeltzale apostará por la seguridad y confianza que ofrece Urkullu en el espacio central y moderado de Euskadi, en donde, según avisó el propio Núñez Feijóo en su fallida investidura, el PP vasco buscará recuperar el voto que se trasvasó a la formación jeltzale, precisamente, en los años en los que Urkullu se hizo con la Lehendakaritza, alejándose del plan Ibarretxe que le precedió y que tensionó en su día las costuras de la formación jeltzale.
Iniciativa política
Urkullu arrancó a finales de agosto el actual curso llevando la iniciativa política vasca al anunciar su propuesta de convención constitucional para activar el Estado plurinacional que reivindica. Eso sí, una iniciativa que, como las que viene avalando en los últimos años a los presidentes de Gobierno, están alejadas de la ruptura unilateral que patrocinan en las últimas fechas los independentistas catalanes.
Así las cosas, todos los pronósticos internos señalan que los jeltzales van a optar por el valor de lo ya conocido antes de abordar una renovación de efectos internos imprevisibles. De entrada, porque no da tiempo para afrontar un relevo en una coyuntura en la que el debate sobre la gestión sustituirá en buena medida a la cuestión identitaria. Todo parece indicar que la posibilidad de un cambio se plantearía con fuerza para 2028 –ya con una renovada dirección del EBB– y será entonces cuando quizá esté absolutamente madura y decidida la apuesta de una renovación de cartel, que pudiera ser encarnada por una mujer, como en la actualidad ocurre con las diputadas generales de Gipuzkoa y Bizkaia.
La posibilidad de un relevo en la candidatura coge fuerza para las autonómicas de 2028
Ahora solo falta despejar varias incógnitas del horizonte político que sin duda influirán en la decisión de cuándo el lehendakari convocará las elecciones vascas. En primer lugar, habrá que saber si hay o no repetición electoral del 23-J y eso se sabrá antes del 27 de noviembre, ya que si el 14 de enero se repiten los comicios, el lehendakari Urkullu, si quisiera convocar los comicios vascos después de la repetición de las generales, tendría que situarlos antes de la próxima Semana Santa, el 17 o 24 de marzo. Estas fechas podrían servir si también decidiera convocarlas antes de las elecciones europeas, fijadas para el 9 de junio.
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