El PNV busca enderezar el rumbo en un país diferente
DV radiografía a los partidos vascos. En el primer análisis, el desgaste del poder, la pérdida de conexión con los jóvenes y el crecimiento de Bildu amenazan la histórica hegemonía jeltzale
El PNV ha decidido ponerse las pilas para intentar la remontada ante las próximas autonómicas. Este es el resultado del primer análisis de una serie ... realizada por DV sobre las estrategias de los partidos vascos en una Euskadi en la que se han producido cambios de fondo. El sociólogo Narciso Michavila no cree que haya pulsión de cambio en el País Vasco, pero sí detecta que el desgaste del PNV es evidente y que el crecimiento de EH Bildu, sobre todo gracias al desplome de Elkarrekin Podemos, hace que el resultado de los comicios sea muy incierto.
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La pregunta que se hacen algunos dirigentes jeltzales es si el lehendakari Urkullu mantiene su caudal político o también se ve erosionado por la crisis. En principio, salvo mayúscula sorpresa, será el candidato a la reelección después de tres legislaturas. A corto plazo, los jeltzales no han rodado una alternativa y piensan, además, que es su principal activo. El más transversal, que le permite mantener un sector del voto moderado no estrictamente nacionalista y evitar que un PP al alza con el efecto Feijóo logre recuperar ese espacio de centroderecha que ve compatible lo vasco y lo español.
Urkullu ya ha dado algunas pistas de cuál puede ser su estrategia para enderezar el rumbo. Ya no es el momento de hacer autocrítica ni reconocer errores, como en principio se hizo. Ahora se trata de pasar a la ofensiva y de frenar a EH Bildu con un mensaje muy duro frente al catastrofismo que emplea. Urkullu denuncia un doble discurso que, por un lado, encierra formas suaves para ganar nuevos sectores -sobre todo de los caladeros de Elkarrekin Podemos- pero mantiene cargas de profundidad de fondo sin ninguna autocrítica respecto al pasado. Y un argumentario que, en opinión del PNV, alienta la conflictividad social y proyecta la imagen de un país anclado en un diagnóstico negativo y en el retroceso. Todo ello a pesar de que los datos sobre la economía, el empleo, la protección social y la desigualdad, claramente mejores que en el resto de España.
La hoja de ruta del PNV -que deberá plasmarse en una nueva ponencia política- abordará también el debate soberanista y la necesidad de la sociedad vasca de contar con nuevas herramientas que blinden sus competencias y permitan el afianzamiento del autogobierno derivado del Estatuto de Autonomía. El PNV no piensa renunciar a la bandera soberanista y regalársela al mundo de EH Bildu, pero tampoco se plantea recurrir a la vía de un procés unilateral que le llevaría al aislamiento y a la frustración. De entrada, por falta de apoyos en Europa. Pero también porque en este momento los índices de apoyo a la independencia en Euskadi son los menores de la historia y el debate identitario se ha enfriado considerablemente.
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Partido de cuadros
Al partido le pasa factura llevar demasiado tiempo en la zona de confort del poder, corre el riesgo de convertirse en un partido de cuadros, ha perdido frescura y no se ha dado cuenta del cambio social acelerado que se ha producido en Euskadi, una sociedad en la que el factor identitario, que ha sido mollar del discurso nacionalista, ha perdido fuelle y la dinámica izquierda-derecha o el debate sobre el funcionamiento de los servicios públicos han adquirido una fuerza extraordinaria. El propio documento 'Entzunez eraiki' es muy revelador al respecto al reclamar 'más camisetas y menos corbatas' y hace autocrítica de la soberbia.
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La pandemia también ha operado en la vida interna del PNV. No solo porque ha afectado al funcionamiento tradicional de los batzokis como depositarios de unos valores que se han transmitido de generación a generación. En este contexto se ha producido lo que Joseba Egibar intuye como una crisis de las ideas comunitarias frente al individualismo. Es una mutación del ADN de un país en el que el primer partido era una opción-refugio, un dique de contención del voto moderado no estrictamente nacionalista que era útil frente a la presión de ETA y el avance del rupturismo. El trasvase, que fue muy elocuente en las elecciones forales y municipales de 2015 con el objetivo de expulsar a EH Bildu del poder en la Diputación Foral de Gipuzkoa y del Ayuntamiento donostiarra, ha dejado de funcionar en los últimos comicios forales y municipales, en los que la recuperación del PP amenaza con erosionar al PNV en el espacio urbano no nacionalista.
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Experiencia y solvencia
El PNV jugará la baza de su experiencia y su solvencia. Pero el desgaste por el poder empieza a ser perceptible y le abre un flanco vulnerable cuando en el pasado no lo era. Los detractores del PNV aseguran que «el mito de la buena gestión empieza a tambalearse» y el propio partido es consciente de que ha perdido conexión con la sociedad, que era una de sus virtudes históricas, saber muy bien leer el terreno de juego y los cambios sociales.
Otro de los problemas es el relativo a la conexión con los jóvenes en un mundo en el que las redes lo han alterado todo, incluso a los partidos como clásicos instrumentos de intermediación. La modernización de la imagen de marca se ha convertido en una prioridad. No es que el PNV haya optado por políticas viejas. Se admite que los jeltzales han optado por políticas sociales avanzadas. El problema es que la imagen de la marca se ha quedado vieja. En este contexto se sitúa otro lastre: la falta de relevo generacional en sus cuadros.
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Las alianzas abren otro debate profundo. La entente con el PSE es sólida mientras los socialistas no puedan pactar con Bildu por su negativa a condenar a ETA. El principio de necesidad obliga a Sánchez a contar en Madrid con el PNV, que no tiene alternativa para irse con el PP mientras Vox siga en el tablero de juego de decantar las mayorías. Otra cuestión es que los jeltzales se sientan cómodos como socios de Sánchez. No lo están. Pero mientras los gobiernos dependan de sus alianzas con el PSE, el escenario de un pacto PP-PNV se antoja inviable. Al menos a corto plazo.
La estrategia
El PNV intentará poner en valor la gestión frente al 'catastrofismo' de EH Bildu. Se envolverá en la bandera del cumplimiento del Estatuto bajo una premisa: autogobierno equivale a pujanza económica y a bienestar social. El mensaje electoral pretende cubrir el flanco soberanista ante EH Bildu, pero también el espacio moderado frente a la competencia del PP. El primer objetivo: recuperar al nacionalismo sociológico que se ha ido a la abstención.
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Las fortalezas
1. La experiencia en la gestión favorece su discurso sobre la estabilidad en las instituciones vascas. Tener el poder es control del Boletín Oficial.
2. La alianza con el PSE cortocircuita una alternativa de pacto de izquierdas. La no condena de ETA por parte de EH Bildu le da margen al PNV.
3. Pedro Sánchez necesita al PNV en Madrid como aliado estratégico en esta legislatura. Todos los votos cuentan y todos los votos valen.
4. Las cifras económicas, de empleo y de políticas sociales son en Euskadi mejores que la media española pese a la fuerte contestación sindical.
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Las debilidades
1. Comienzan a aparecer síntomas de desgaste en la gestión. La polémica en torno a Osakidetza es un botón de muestra.
2. El crecimiento de EH Bildu le plantea un competidor en el flanco soberanista mientras que el PP le puede quitar votos en el centroderecha.
3. Se ha agudizado un déficit de conexión con los más jóvenes, un envejecimiento de la imagen de marca y problemas en las grandes ciudades.
4. Se detecta en este momento un problema de relevo generacional del PNV como un partido de cuadros curtidos en la Administración.
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El gurú del partido
Un ataundarra para el debate interno. Xabier Barandiaran (Ataun, 1969) es el gurú de la sociología en la dirección del PNV. El jeltzale guipuzcoano, uno de los convencidos de que los jeltzales deben cambiar de formatos para conectar mejor con la sociedad, combina sus clases en la Universidad de Deusto con su papel al frente del área de estrategia e innovación del EBB. Ya no sigue como asesor de la Diputación guipuzcoana. Fue el máximo responsable del trabajo 'Entzunez eraiki', un proceso de escucha activa en los últimos años que los jeltzales han desarrollado con sectores de la sociedad civil para adecuar el discurso del PNV a la realidad social.
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