«Pepe Mujica bromeó al conocer su origen guipuzcoano»
El expresidente uruguayo visitó hace diez años el caserío caserío Muxika del barrio Astigarreta de Beasain' del que procedía su familia. «Pepe y su mujer salieron encantados», recuerda la dueña
En mayo de 2015, poco después de dejar la presidencia, Pepe Mujica llegó al fin al barrio Astigarreta de Beasain de donde procedían sus antepasados. Acompañado por su esposa, la senadora Lucía Topolansky, acudió al caserío 'Muxika', enclavado en el barrio rural del mismo nombre y un paraje espectacular, al pie de Murumendi. Lo recibió la familia que allí vivía: Pedro Mari Alustiza (ya fallecido) y Rosario Mujika, quien curiosamente comparte apellido pero no parentesco con el mandatario.
La visita fue breve, pues su agenda se había llenado pese a sus deseos de mantener un viaje discreto. Pero en ese rato, Mujica conoció la casa, vio fotos antiguas, charló con los moradores y, sobre todo, quedó «impresionado por la ganbara», aquel desván de madera que le conectó con la vida de hace siglos. «Ahora resulta que soy de origen guipuzcoano», dijo con una sonrisa cargada de ternura.
Lucía, móvil en mano, le pedía que se colocara bien para la foto. Él posaba, obediente y divertido. «Acércate más, que se vea la puerta del caserío», decía ella. Era un instante íntimo, casi doméstico, en mitad de un reencuentro emocional. En Astigarreta, Mujica no fue una autoridad. Fue un nieto, un bisnieto que volvía a pisar la tierra que un día abandonaron los suyos.
Ahora, 10 años más tarde, en la casa sigue viviendo Rosario Mujika, de 85 años, quien recuerda perfectamente aquella jornada de mayo de 2015. «Nos visitó hace justo 10 años. Recuerdo que se estaban celebrando las fiestas de Beasain en ese momento, fue un martes», relata. «Tanto Pepe como su mujer llegaron encantados, fue una visita oficial, por lo que tampoco tuvimos la oportunidad de disfrutar de su presencia todo lo que nos hubiera gustado... ni a nosotros ni a él», cuenta Rosario con una sonrisa. «Alucinó con el caserío y los grandes pilares que lo sostienen. Se le veía muy contento y cómodo con nosotros, tuvo la oportunidad de ver cada detalle del caserío en primera persona. Disfruto de cada uno de los rincones, y guardamos ese recuerdo con cariño», explica.

El sobrino de Rosario, Patxi Mujika, añade también varios detalles. «Su mujer no paraba de tocar la madera original de los pilares, que tiene ya alrededor de 600 años. Se mantenía en pie, robusta, como toda la historia que había allí dentro». El tiempo, sin embargo, jugó en contra. En aquellas fechas se celebraban elecciones y Mujica debía cumplir compromisos en Donostia ese mismo día. «Fue una pena para ambas partes. Le habían preparado algo de embutido y queso, y él estaba dispuesto a quedarse, pero tuvo que irse a cumplir con sus otras visitas. Lo entendieron, pero fue una pena. Les veían encantados, y se hubieran quedado a disfrutar de un rato más alrededor de la mesa, recordando algunas historias de sus antepasados, en un ambiente más distendido», lamenta Patxi.
Aun así, el momento fue inolvidable. «Aunque no nos hubiéramos visto antes, fue muy amable con nosotros y se le veía que disfrutaba el momento de estar en Muxika. Admiró con mucho gusto cada detalle del caserío», dice Rosario.
Investigación genealógica
En Beasain, la publicación del libro 'La familia vasca de José Mujica Cordano' del investigador donostiarra Mikel Prieto en 2023 volvió a traer su figura a la conversación. Se organizó una presentación en el Palacio de Igartza y se editó el árbol genealógico. El programa de televisión 'Todos los apellidos vascos' también pasó por el barrio de Astigarreta, mostrando a Euskal Herria esa conexión que, durante tanto tiempo, estuvo escondida entre papeles.
En palabras de Prieto 'Lo único que está documentalmente demostrado, sin asomo de duda, es que los antepasados de Pepe Mujica proceden de este minúsculo barrio rural escondido entre bosques del Goierri, pese a que un principio, el expresidente uruguayo pensaba que procedía de la localidad vizcaína de Muxika, del mismo nombre. «El apellido Muxika, que luego se transformó en Mujica, es tan de aquí como el caserío que lo lleva grabado en su piedra», recordaba el escritor.
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Y es que las raíces familiares del fallecido en Montevideo a los 89 años se hunden en el siglo XVI. El investigador donostiarra y miembro de 'Eusko Ikaskun-tza' recorrió archivos como el de Oñati, el diocesano de Donostia y los fondos de Aranzadi. Según sus hallazgos, doce generaciones de Mujicas vivieron en el corazón de Gipuzkoa. Fueron agricultores, trabajadores humildes, feligreses de la parroquia local. Uno de ellos, a finales del siglo XVIII, se trasladó a Urrestilla (Azpeitia), y luego otro descendiente marchó a Tolosa. Allí, en 1818, nació Francisco Muxika Yeregui, bisabuelo del expresidente. Se casó con Catalina Chipiriano Esnaola, hija de madre vasca y padre italiano, y en 1842 embarcaron desde el puerto de Pasaia rumbo a Montevideo, con dos hijos pequeños y una hermana de la esposa.
En América, Francisco trabajó como sereno y su familia prosperó. Tres generaciones después, el bisnieto nacido en 1935 se convertiría en presidente del país. Pero ni la guerrilla, ni la cárcel, ni los discursos ni los años le hicieron olvidar aquella incógnita: ¿de qué caserío venimos?
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- José Mújica Cordano
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