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Las estrategias de los partidos vascos | PP

Un nuevo cartel para recuperar el voto perdido y ser influyente

Vasquismo cordial. El nuevo líder del PP vasco, Javier de Andrés, buscará el cuerpo a cuerpo con el PNV, para reivindicar la moderación de su partido frente a los jeltzales.

Javier Roldán Moré

San Sebastián

Domingo, 26 de noviembre 2023, 01:00

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El PP vasco prepara desde hace meses su maquinaria para recuperar los votos –unos cuantos miles– que se 'fugaron' tras el final del terrorismo de ETA a las filas del PNV. El denominado voto útil jugó una mala pasada a los populares vascos, sobre todo después de que EH Bildu, en mayo de 2011, se hiciera con el poder de la Diputación de Gipuzkoa y la Alcaldía de San Sebastián.

Fortalezas

  • 1 Feijóo logró ser el partido más votado en las pasadas generales, aunque no logró el Gobierno. Lidera la oposición al bloque de la investidura.

  • 2 El retroceso del PNV en los últimos comicios es una tendencia que intentarán aprovechar para volver a sus mejores resultados.

  • 3 La influencia que el PP de Gipuzkoa ha logrado para inclinar la balanza a favor de la diputada general, la jeltzale Eider Mendoza. Tienen la llave.

  • 4 El PP vasco está tratando de renovar sus cargos y en rejuvenecerlos. En Gipuzkoa han salido nuevos carteles de la 'cantera' del territorio.

Paradójicamente, tras ser el PP vasco uno de los objetivos prioritarios del terrorismo etarra –asesinó a quince de sus cargos en España–, los conservadores han vivido en los últimos años una depresión electoral porque una parte de su antiguo electorado eligió trasvasar su voto al PNV para frenar el empuje independentista. Ahora quieren recuperar ese voto perdido para volver a ser influyentes, como ya lo fueron en su imprescindible apoyo para que el socialista Patxi López fuera lehendakari en 2009, con la izquierda abertzale ilegalizada.

La marcha del PP vasco y sus resultados electorales siempre han estado muy vinculados con la cotización del partido en la política española. Es una formación muy presidencialista donde su líder lo controla todo. La mayoría de los 'barones' regionales son ungidos por Génova y en algunos casos este dirigismo ha llegado a provocar cismas políticos, como fue la inesperada salida de Alfonso Alonso el 23 de febrero de 2020 porque el entonces líder del PP vasco se oponía a que Pablo Casado colocara a Ciudadanos en puestos de salida en las listas de una coalición con los 'naranjas' que restó más que sumó.

La salida del vitoriano Alfonso Alonso, ministro y portavoz en el Congreso con Rajoy como presidente, provocó que el partido entrara directamente en la UVI. El partido se quebró. El dirigente alavés, que tenía en el Parlamento Vasco al irunés Borja Sémper como su lugarteniente, se aprestaba a encarar una elecciones vascas con su habitual discurso moderado, pero tuvo que abandonar el barco de manera precipitada. Los planteamientos más derechizados de Casado se impusieron y en una decisión exprés tuvo que echar mano de Carlos Iturgaiz, siempre afín a las tesis 'aznaristas' de San Gil. Casado, que meses antes había mandado al paro a Iturgaiz al descartarle de las listas europeas, le confió el mando de una nave que estaba a punto de naufragar.

Debilidades

  • 1 La cohabitación con Vox en diferentes ayuntamientos y gobiernos autonómicos españoles es un auténtico lastre que sus rivales azuzarán.

  • 2 Las declaraciones, alejadas en algunos casos de la moderación, que surgen de sus altos cargos, como el «me gusta la fruta» de Ayuso

  • 3 Orgánicamente el PP en Euskadi tiene sus estructuras limitadas, fruto del hostigamiento del terrorismo de ETA que soportó hasta 2011

  • 4 La previsible polarización entre PNV y EH Bildu en la próximas elecciones puede perjudicar al PP por la posible activación del voto útil.

Y pocos pensaban que dos años después, en marzo de 2022, Iturgaiz iba a ser el primero de sus 'barones' en dar la puntilla a Casado por protagonizar un pulso letal con Díaz Ayuso. Nunca el PP había afrontado una crisis interna con semejante escenografía wagneriana ni con consecuencias tan catárticas. El PP vasco pudo quedarse en tierra de nadie, pero Iturgaiz vio enseguida la jugada al ponerse a la cabeza del movimiento que pidió a Feijóo que liderara el partido. Con el dirigente gallego regresaba la moderación y desde ese mismo momento Iturgaiz, que sabía que su función era coser al partido en Euskadi y curar las heridas internas, supo que su relevo estaba a la vuelta de la esquina. Y así fue.

La sustitución de Iturgaiz, anticipada en unas declaraciones a este periódico por la líder del PP en Gipuzkoa, Muriel Larrea, se produjo en un santiamén. En este caso no hubo interferencias y los cuadros directivos del PP vasco apostaron por el vitoriano Javier de Andrés, diputado en el Congreso, ex delegado del Gobierno en la época de Rajoy y antiguo diputado general de Álava. Feijóo aplaudió su elección por considerarle un dirigente moderado y con «trazabilidad», ya que había ganado elecciones. Se buscaba estabilidad porque un dato muestra que este cargo es una auténtica silla eléctrica. De Andrés es el séptimo presidente del PP vasco en los últimos 20 años.

La idea que Feijóo tenía preconcebida para Euskadi antes del 23-J se basaba en una especie de «cordialidad» vasquista para reivindicar con nitidez la esencia del foralismo. La defensa de lo vasco, y de sus derechos históricos dentro de España. Y para ese planteamiento los populares vascos son conscientes de que tienen que entrar al cuerpo a cuerpo con el PNV.

Los reproches de Feijóo

Quieren recuperar el voto que se 'fugó' a las siglas jeltzales porque consideran que la gestión del Gobierno Urkullu en los últimos años –pandemia, crisis económica y Osakidetza– coloca al PNV en una posición vulnerable avalada por la pérdida de votos de los peneuvistas. Tanto Feijóo como De Andrés quieren visualizar a un PNV empotrado en el eje de la izquierda del Congreso, votando a Sánchez junto al Junts de Puigdemont, EH Bildu de Otegi y ERC de Junqueras.

De Andrés saltará a la lona electoral de las próximas autonómicas buscando el hígado del PNV, con el objetivo de ocupar la centralidad vasca y volver a ser influyentes. Dejar el córner de la política vasca. En la pasada investidura el propio Feijóo ya abrió la espita de los ataques contra los nacionalistas. Los jeltzales tuvieron que escuchar acerados reproches del líder popular, que no perdona que el PNV le diera un portazo al día siguiente del 23-J por llevar a los ultraderechistas de Vox en su ecuación.

Y es precisamente el lastre de la cohabitación del PP con la extrema derecha en ayuntamientos y comunidades autónomas –reconocido por el mismísimo Feijóo–, el principal factor de riesgo para las expectativas de los populares vascos en las próximas elecciones vascas. Un peligro impredecible de cuantificar, sobre todo porque Feijóo aún no ha diseñado la intensidad de su oposición al Gobierno Sánchez y a su ley de amnistía, y si lo va a hacer solo o junto a Vox. Este factor también influirá en la próxima campaña, aunque los populares vascos intentarán buscar las siempre difíciles distancias.

Los populares también buscarán en sus listas la renovación. En las últimas municipales y forales el PP de Gipuzkoa, con Muriel Larrea de jefa de filas, ha logrado reanimar la formación en este territorio con gente de la cantera guipuzcoana, militantes jóvenes en su mayoría, que nada que tienen que ver con el hostigamiento que este partido vivió en el pasado. Trabajar por mejorar la vida de los guipuzcoanos por encima de siglas. Y sobre todo para volver a ser decisivos, como fue el voto del PP que lidera Mikel Lezama en las Juntas de Gipuzkoa para que la jeltzale Eider Mendoza lidere la Diputación. Por eso, los populares vascos aspiran a tener la llave de la estabilidad en el próximo Gobierno Vasco.

La estrategia del partido

Remontada. El objetivo de los populares vascos es remontar los resultados obtenidos en las últimas autonómicas y volver a superar los 100.000 votos que ya lograron en 2016 y le dieron nueve escaños. Javier de Andrés buscará recuperar el voto de la centralidad que en su día se fue al PNV. Los populares vascos buscarán identificarse como un referente del constitucionalismo español, frente al bloque de los aliados de Sánchez que han apoyado la ley de amnistía.

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