Juan Carlos Cano (Portavoz del PP en las Juntas Generales de Gipuzkoa): «Está repuntando una violencia de odio que deberíamos extirpar»

-Lleva en las Juntas desde 1999. ¿Este último año ha sido el más complicado de su carrera?

-No, porque el acoso personal que sufrimos cuando ETA funcionaba a pleno rendimiento es incomparable con lo que vivimos ahora. Y veo que está repuntando una violencia de odio que deberíamos extirpar de raíz, y me preocupa que EH Bildu todavía no haya recorrido un camino hacia la condena.

-¿Cree que llegará el día en que EH Bildu condene hechos como el que sufrieron Mikel Iturgaiz o Iñaki García Calvo, por ejemplo?

-No sé cuántas generaciones van a necesitar para hacer ese rumbo. Pero ellos sabrán. Es un camino que, al no recorrerlo, les ubica en todas las plataformas que en Europa se denominan fascismo.

-¿Cómo ha vivido entonces esta primera mitad de legislatura marcada por la pandemia?

-Ha sido difícil. Sobre todo porque la pandemia ha sido muy cruel con las personas mayores. Y ahora estamos en una situación socioeconómica muy complicada. Vamos a tener que aprender a convivir con la epidemiología casi como con el catecismo en la mesilla.

-¿Ha echado en falta algo en la gestión de la Diputación...?

-Una mayor presencia del diputado general. Y no solamente en las fotos, sino en los conflictos que ha habido. Un ejemplo: Corrugados. Es un problema de 700 empleos, en los que Bildu ha preferido el 'pelotazo' inmobiliario antes que el emprendimiento, y Markel Olano no ha aparecido.

-¿Ha estado Olano a la altura de las circunstancias en esta crisis?

-No se ha puesto a ninguna altura porque ha desaparecido. Y entre que EH Bildu ya está en campaña, y que la Diputación solo hace marketing, parece que ya hemos tirado la mitad de la legislatura. Y un Gobierno no se puede parar.

-¿Cree que la Diputación ha estado paralizada estos meses?

-Para ser justos, hay que reconocer que el departamento de Política Social, con Maite Peña a la cabeza, ha hecho un esfuerzo ímprobo y hay que felicitarles. Pero el resto parece que ha cogido el Covid. El producto político estrella en estos dos años han sido los peajes y mire, con esa prepotencia el fracaso ha sido estrepitoso...

-¿Sigue temiendo que Gipuzkoa se quede relegada en el reparto de los fondos europeos?

-Es que el nacionalismo guipuzcoano siempre responde a parámetros de país. Y eso está muy bien, pero no a costa de los guipuzcoanos. En cambio, el nacionalismo vizcaíno responde a parámetros vizcaínos. Y eso nos lleva haciendo daño mucho tiempo.

-¿Cómo ve al PNV en la gestión del Gobierno foral?

-Se deja convencer muy rápido cuando hay que tomar decisiones de país, pero cuando esas decisiones terminan invirtiendo en Bizkaia, ¿qué pasa? ¿Es que somos tontos?

-Usted, que ha sido muy crítico con la Ley de Aportaciones. ¿Qué le parece el acuerdo?

-Mire, no queremos parches, ni tiritas, queremos une ley de Aportaciones justa. Y el resultado es más centralismo financiero, más recursos para el Gobierno Vasco y menos para las Diputaciones. Una vez más, el PNV de Gipuzkoa no ha defendido a los guipuzcoanos y han sido consentirores de una injusta subida de las aportaciones económicas.

-¿Qué papel diría que ha tenido el PP en estos meses tan críticos?

-Un papel humilde, pero reivindicativo, fundamentalmente en sectores pequeños. En intentar ayudar para que se consigan cosas en sectores como la oveja lacha, la asociación del cáncer, la sociedad canina... Hemos ayudado de una forma callada, pero realista.

-¿Y le duele que la sociedad no valore ese trabajo en la sombra?

-No nos engañemos, un Gobierno con mayoría, aquí y en Sebastopol, hace y deshace. Con lo cual, hay que ser inteligente y empático para ir consiguiendo cositas.

-Con un escaño, ¿se ha visto desbordado en algún momento?

-No, porque he aprendido a priorizar. Por ejemplo, he conseguido que se genere una mesa para el futuro de Gipuzkoa en la que estamos todos los partidos. Y ya llevamos meses trabajando.

-Ha llegado incluso a apoyar los Presupuestos forales aun no necesitando su voto...

-Precisamente porque conseguimos varias enmiendas parciales que reflejaban problemas de segmentos pequeños de la sociedad.

-¿Y por qué ese entendimiento aquí con PNV y PSE no es extrapolable al Parlamento Vasco?

-Probablemente porque los problemas que se tratan en el Parlamento Vasco tienen una dimensión que no se tiene en Gipuzkoa.

-¿Cómo afronta estos dos próximos años de legislatura?

-Igual. Mis 18.000 votos se reflejan en un escaño que tiene que hacer maravillas para que se traduzca en cosas concretas. Así que intentaré ayudar en lo posible.

-¿Serán sus últimos dos años?

-Cuando acabe la legislatura tendré 65 años y medio. Y llevo 28 años de cargo público en Gipuzkoa. Creo que me merezco...

-¿Un descanso?

-¡Incluso una felicitación! (se ríe). Hace falta dar paso a la juventud.

-¿Le preocupa que el PP pierda ese único escaño?

-Siempre me preocupa. Desde 2001 ha habido un deterioro electoral y hay que recomponer esa situación. Probablemente, con personas nuevas y atractivas que sean capaces de satisfacer las necesidades de los guipuzcoanos.

-Por cierto, ¿qué opinión le merece la remodelación de Pedro Sánchez en su Gobierno?

-El 'neosanchismo' es una ficción mientras Sánchez sea Sánchez. Se ha propuesto soltar lastre sin percatarse de que el lastre es él.