El presidente del PP 'in pectore' Alberto Núñez Feijóo se ha tragado el primer sapo -y de los grandes- que el barón castellanoleonés, Alfonso Fernández ... Mañueco, ha cocinado con Vox para mantener el Gobierno en su comunidad. El PP ha roto el techo de cristal ético y político que el defenestrado Casado mantenía como un fortín. La entrada por primera vez de Vox en un gobierno posibilita al partido que lidera Abascal escalar un peldaño más en su objetivo de 'sorpassar' al propio PP y visualiza la debilidad de un partido que aún se lame sus heridas y parece que aún navega sin rumbo fijo. La decisión del PP de abrir la puerta de un gobierno a una formación que cuestiona determinados derechos fundamentales y luce actitudes abolicionistas de las propias estructuras autonómicas, entre otros postulados extremistas, puede costarle muy caro a la formación que en breve dirigirá Feijóo. El dirigente gallego, que horas antes de que Mañueco cerrara el acuerdo, suspiraba por levantar un cordón sanitario en colaboración con el PSOE, mientras al mismo tiempo daba vía libre a Mañueco, tendrá que explicar con mediridiana claridad si avala esa decisión, si la coalición con Vox es una opción que valida para llegar a la Moncloa y si alienta el giro a los extremismos como el que ha dado el PP en Castilla y León.
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El inédito acuerdo del PP con Vox en Castilla y Léon sitúa a Feijóo ante una complicada encrucijada que debilita sensiblemente el flanco del centroderecha moderado, que se presumía en alza bajo la dirección del presidente gallego. Sin embargo, este movimiento refuerza claramente el sector duro del partido, con Ayuso a la cabeza, que desde la misma campaña electoral iba dejando 'migas' para señalar cuál era el camino a elegir. Y es que estratégicamente, y sin aún ser proclamado Feijóo presidente en el congreso, Isabel Díaz Ayuso le ha marcado un gol por toda la escuadra.
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