Pedro Sánchez quiso sumergirse en el catalanismo más simbólico para exponer los motivos por los que hoy indultará a los nueve dirigentes políticos catalanes que ... subvirtieron el orden constitucional para promover un proceso independentista que ha desgarrado Cataluña en los últimos años. El líder socialista, con el traje de presidente, se adentró en el corazón de la Barcelona más cultural y cosmopolita para defender el reencuentro y la concordia con quienes quisieron romper con España de manera unilateral. El presidente, que abogó por el borrón y cuenta nueva y la mano tendida, eligió los focos del Liceu, el gran teatro que hace 27 años fue destruido por un fuego pavoroso y que tres años después volvía a albergar las grandes óperas en su escenario tras un titánico esfuerzo de la sociedad catalana por levantar el edificio de sus cenizas. Sánchez utilizó la metáfora del Liceu para reforzar su tesis de la reconstrucción del diálogo y la convivencia rota con una Cataluña que aún restaña las heridas del desafío soberanista. En una solemne intervención de marcado carácter institucional, Sánchez defendió el futuro entendimiento con quienes en su día desbordaron la ley sobre el vigente marco constitucional. El cuidadoso cronograma monclovita para allanar el espinoso camino de los indultos culminará hoy en el Consejo de Ministros.
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Pero la inmersión catalanista de Sánchez tuvo su efecto más llamativo en el inicio de su discurso, cuando recitó unos versos del desaparecido Miquel Martí, el poeta más popular y querido de Cataluña, íntimo amigo de Lluis Llach. «I som on som». Con ese 'Estamos donde estamos' de Martí enlazó a renglón seguido con el libro de Juan Marsé 'Encerrados con un solo juguete' que le sirvió para defender la concordia frente a la discordia. Habrá que ver cómo cala el espíritu del Liceu en el receloso independentismo. Por de pronto, hoy ya hay nueve indultos.
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