El líder del PP, Pablo Casado, interviene en una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados. ep

Escarnio innecesario

Las prisas y cierta humillación en forzar la salida de Casado se antojan como un final indigno que lo convierte en la gran víctima política de esta historia

Alberto Surio

San Sebastián

Jueves, 24 de febrero 2022, 06:42

No hubo 'leña del árbol caído' por la mañana pero por la noche llegó la hora de un innecesario escarnio. Pablo Casado comenzó su despedida ... tras unos días frenéticos. Lo hacía el 23-F en el hemiciclo del Congreso, el mismo en el que hace 41 años fue el escenario del asalto de Tejero. Perdido ya el barco, se empeña en salvar la honra, rodeado de sus incondicionales, emocionados y aturdidos por la implosión traumática y cruel de su partido. Exhibió un tono de moderación y concordia que era un buen epitafio y una enmienda a la totalidad al estilo hiperbólico de demasiadas sesiones parlamentarias. Pedro Sánchez fue elegante. Hay quienes le reprochan gelidez en su intervención. Pero no hizo sangre y un gesto de más hubiera podido interpretarse también como una impostada actitud 'perdonavidas'.

Publicidad

Por la noche, la reunión de Casado con sus barones territoriales para evitar la imagen de 'revolución' sangrienta fue un nuevo trago muy amargo. La mayoría de los dirigentes exigió una dimisión inmediata que impedía a Casado una salida digna. En este clima de apuñalamientos llega el momento de Núñez Feijóo con un congreso que será de aclamación y con el que el PP quiere cerrar las heridas y ponerse las pilas para superar el colapso. No va a ser fácil, más allá del empeño que pondrán todos en envolverse en la bandera de la unidad. Feijóo, obligado moralmente a decir 'sí', debe pasar la página, pero para eso tiene que despejar serias incógnitas. ¿Habrá un pacto de gobierno con Vox? Los coqueteos que se atisban en Castilla y León, con Mañueco entre la espada y la pared, son una perversa bomba de relojería.

Falta el último capítulo, que quizá no tenga un final tan feliz para Isabel Díaz Ayuso. El nuevo líder del PP deberá ejercer la autoridad para limpiar de verdad el partido. Por eso, las prisas y cierta humillación en forzar la salida de Casado se antojan como un final indigno que lo convierte en la gran víctima política de esta historia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad