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El propio Ministerio de Asuntos Exteriores recoge en su página web un apartado dedicado exclusivamente a la lucha contra la desinformación. «Constituye una de las mayores preocupaciones de los países democráticos», sostienen desde el Gobierno. Y es que la era de los bulos ha llegado para quedarse, según los expertos. Un fenómeno empleado también por una parte de la clase política, que tira de frases hiperbólicas para exagerar una media verdad, que ejerce como portavoz de informaciones sin contrastar o que directamente difunde noticias engañosas o falsas de manera deliberada. ¿El objetivo? Deteriorar la imagen del adversario en las urnas, condicionar a la opinión pública, generar inestabilidad... Lo que, sin duda, está contribuyendo al descrédito institucional.
Álex Rayón CEO de Brain & Code
«Las 'fake news' tienen una relevancia y un campo de juego que es muy importante». Así de rotundo se muestra Álex Rayón, CEO de Brain & Code y exvicerrector de Relaciones Internacionales y Transformación Digital de la Universidad de Deusto. Rayón tiene claro que la promulgación de bulos en el ámbito de la política es hoy un fenómeno extendido y empleado por quienes buscan 'tumbar' al contrincante en las urnas sin importarles si la información que extienden es real o no. «Sin dudísima: es un tablero de juego y son muy conscientes de ello», asegura. «Si al final tu rasero, tu nivel moral, está por los suelos y haces un análisis frívolo de mercado, si solo nos ceñimos a esa lógica, esto de los bulos tiene mucho recorrido», sostiene. Y se explica, desde la óptica de quienes no tienen reparos en difundir engaños: «Tú puedes llegar a diseñar algo que tu votante quiere escuchar, con independencia de que sea veraz o no, y también puedes fabricar algo que ataque a tu rival, con independencia también de que sea veraz o no».
Pero, ¿los casos de desinformación son aislados o se trata de un fenómeno en auge? «Hablar de auge es difícil porque la tendencia sigue creciendo», opina Rayón, quien augura que la difusión de noticias falsas –o parcialmente verdaderas– «van a seguir porque las generaciones que vienen todavía exacerban un poco este fenómeno».
El CEO de Brain & Code, además, destaca igualmente que la cercanía de unas elecciones suele provocar el crecimiento de esta cuestionable estrategia para, de alguna manera, condicionar a la opinión pública. «Donde está la tensión está la mentira», explica Rayón, que trata de no generalizar el comportamiento común de los dirigentes públicos: «Siempre, repito, desde ese punto epidémico del bajo nivel moral». Y pone un ejemplo: «Si la tensión ahora mismo es una tragedia humana en Valencia –dice en alusión a la catástrofe de la DANA–, te vas a inventar que en un garaje de un centro comercial hay mucha gente aislada». Rayón se refiere al bulo difundido en redes sociales respecto a las decenas de víctimas que supuestamente se quedaron atrapadas en el parking de Bonaire. Mentira.
«En una sociedad en la cual la gente toma posición social, política o económica a partir de información consumida de manera instantánea y rápida, las noticias que son diseñadas para capturar esa atención, ya sean falsas o no, tienen una ventaja competitiva», explica Rayón. Y señala, para entender por qué se extienden de manera tan rápida las 'fake', que «la información veraz es costosa de consumir, mientras que la información falsa es muy barata».
Entonces, ¿cómo se puede combatir este fenómeno? «Es un problema muy complejo...», reconoce. Aunque Rayón destaca la importancia de entender la «alfabetización mediática». Un término identificado por la Comisión Europea que hace referencia, según la Unesco, a la necesidad de promover habilidades indispensables para fomentar el pensamiento crítico y entender mejor la información que se recibe.
Ainara Villaño Experta en Comunicación política
Ainara Villaño, experta en Comunicación política, destaca que el fenómeno de los bulos no es nuevo, que ya empezó a calar esta estrategia política en 2016 con el Brexit o el primer triunfo de Donal Trump en las urnas. Aunque ahora, dice la politóloga, «su influencia es cada vez mayor». «Parecía que esto era algo ajeno a la cultura política europea, pero en estas últimas elecciones al Europarlamento se ha visto cómo algunos de los líderes que han tenido buenos resultados han basado su campaña en bulos y 'fake news'», manifiesta.
Villaño alerta en este sentido de las consecuencias que este fenómeno está provocando, y es que están llegando a la primera línea política partidos que «niegan los valores de la democracia liberal más básicos: la libertad de prensa, la pluralidad, la igualdad...», enumera.
Y explica cómo algunos dirigentes utilizan mucho la técnica denominada como 'la ventana de Overton'. ¿Y en qué consiste? Básicamente, en ampliar lo que sería 'aceptable' decir en público. Un ejemplo: «Trump suelta una barbaridad y dice un día que hay que matar a todos los periodistas y, un mes después, dice que simplemente habría que encarcelarlos... Y esto provoca que ya parezca medianamente aceptable. ¿Por qué? Porque ha ensanchado los límites de lo posible».
Además, según señala Villaño, este tipo de perfiles políticos que no ven inconvenientes en fomentar la desinformación basan mucho sus campañas en el entorno digital. «Y estos espacios no están tan regulados... Por eso es más fácil que los bulos sean exitosos».
Más ejemplos de quienes se aventuran a emplear este tipo de técnicas: «En el metro de Madrid hubo una campaña de Vox en la que se decía que el dinero que se da a los menas se lo quitan a nuestras abuelas de las pensiones... O, de nuevo Trump, asegurando que en la ciudad de Springfield, en Ohio, los inmigrantes haitianos se comen a los gatos de los vecinos. Todo mentira. Sin embargo, se genera un marco mental en el que se caricaturiza a los inmigrantes como personas no civilizadas y luego, cuando se habla de que hay que deportarles, a algunos ciudadanos no les parece ni tan mal».
Villaño apunta, además, a la «coordinación muy meditada» que hay detrás de la desinformación. Y cuyos efectos colaterales se aprecian en los resultados electorales: «Existe la guerra cultural que busca cambiar el estado de pensamiento de la sociedad para que, cuando lleguen los comicios, los mensajes que se lancen calen mejor o sean más favorables. Por eso digo que es una estrategia de goteo que luego se intensifica en momentos electorales».
Último ejemplo sobre este último concepto: «Durante la tragedia de la DANA en Valencia se ha ido dejando el goteo de que el Estado no sirve para nada, de que los recursos públicos están mal distribuidos... Y eso va calando en la sociedad, va generando un estado de la opinión pública y cuando lleguen las elecciones, obviamente tiene sus efectos». Por todo ello, «y ante el impacto emocional tan grande que tienen los bulos», Villaño resalta la importancia de que los políticos «contrasten o busquen una verosimilitud a las cosas que trasladan».
Pablo Simón Editor de Politikon
Pablo Simón, editor de Politikon, clasifica en tres grupos las clases de desinformación que hoy acechan a la política, los bulos que se lanzan con ánimo de generar desestabilización: la externa, la local y la que generan los gobiernos. La primera de ellas, explica, se da en un contexto de «competición geopolítica» donde distintas potencias extranjeras, dice, tratan de influir de manera directa o indirecta en la política de otros países. «Es relativamente novedoso, pero cada vez es más agresivo», sostiene Simón. Un ejemplo: durante el azote de la DANA hubo perfiles en redes sociales, con nombres más típicos de Valencia, que escribían a favor y en contra del Gobierno, pero si uno prestaba algo más de atención y pinchaba sobre los perfiles se daba cuenta de que estaban radicados en la India. «Hay flujos de desinformación o de construcción de realidad alternativa, de perfiles falsos y ejércitos de 'bots' que vienen entrenados desde Rusia, Corea del Norte o China para tratar de inducir a la polarización, al desconcierto... Que buscan influir en nuestros sistemas democráticos, sobre todo en contextos de catástrofe», expone Simón.
El segundo tipo de desinformación, según identifica Simón, sería la local. Un fenómenos que viene generado por la «crisis de intermediación política que vivimos en todas las democracias». «Hoy en día –explica el politólogo– cada ciudadano o potencial 'influencer' se convierte en un medio de comunicación en sí mismo, y prácticamente la mayor parte de la población recibe los impulsos de la política a través de las redes sociales. Y estos sujetos –dice en alusión a quienes provocan el engaño– se benefician del hecho de que en redes no existe la regulación que sí hay en un periódico». «Y esto permite desinformar de una manera más abierta», asegura.
El tercer grupo, según Simón, es la desinformación generada desde los propios gobiernos. «De cara a la opinión pública, los gobiernos también generan información que es falsa, y tratan de arrimar el ascua a su sardina... Buscan hacer enredos de carácter político dando información parcial», relata el politólogo, que lamenta que hoy en día sea prácticamente «imposible» la comunicación entre diferentes. «Y en el momento en que ya no importa la verdad, si no mi verdad, la conversación se rompe», continúa Simón, que destaca en la misma línea que Álex Rayón que el contexto de unas elecciones suponen un pico alto de bulos. «La gente retrasa cada vez más la decisión del voto, y los políticos saben que el último regusto de opinión pública que generen puede tener un impacto electoral relevante, sobre todo si la campaña está ajustada... Por eso se sabe que son momentos en los que se genera esa desinformación».
Rubén Sánchez Secretario general de Facua y autor de 'Bulos: manual de combate'
Rubén Sánchez tilda directamente a los políticos que favorecen la difusión de cualquier bulo de «mercenarios de la desinformación». Y en su última publicación 'Bulos: manual de combate' trata de dar contexto a lo que él califica como «la maquinaria de la mentira» que hoy sufren los países. «Y no solo en España –destaca–, si no a nivel mundial, porque esta maquinaria de la mentira es la que ha llevado a ocupar el poder a líderes como Viktor Orbán (Hungría), Donald Trump (EE UU), Javier Milei (Argentina) o Nayib Bukele (El Salvador)».
El secretario general de Facua asegura que el empleo de esta estrategia «está muy enfocado hacia la difusión de bulos sobre el rival político y también sobre colectivos vulnerables, muy especialmente para criminalizar a inmigrantes, personas del colectivo LGTBI, feministas... Porque con eso se puede contribuir a generar el discurso del odio que lleva al poder a estos perfiles políticos de extrema derecha», sostiene.
¿Y qué influencia está teniendo hoy en día, por tanto, la desinformación en la política española? «La influencia es absolutamente descomunal», asegura con rotundidad. Y nombra directamente a Alvise Pérez –líder de la agrupación ultra y antisistema 'Se acabó la fiesta' que irrumpió en la Eurocámara con tres diputados– para exponer un ejemplo: «Vive a costa de difundir continuamente bulos... Ha llegado a publicar la fotografía de un joven diciendo que era el responsable de la muerte de dos guardias civiles, y era mentira», cuenta Sánchez, que no hace distinción entre políticos de izquierdas o de derechas: «Todo el mundo difunde bulos en algún momento». Aunque también puntualiza que hay quienes lo hacen «de mala fe, otros por falta de profesionalidad y otros por error». «Pero es el bulo de mala fe –señala– de lo que estamos hablando como un fenómeno de nuestros días: mentiras o informaciones que se exageran para que sean mucho más espectaculares».
Sánchez asegura que, por lo general, este tipo de mensajes tienen una «caducidad inmediata». «Hoy puedes decir una cosa y mañana la contraria, porque la gente se olvida. Lo importante es erosionar al rival: tú lo erosionas con mentiras y sabes que parte de ellas van a calar en el electorado. Y si hoy no cala, calará mañana», dice. Y continúa: «A lo mejor, de 100 bulos tú no te crees 35, pero no pasa nada porque te habrás creído otros 65 y así se va deteriorando la imagen del rival político». Por ello, Sánchez defiende la necesidad de que «todos los partidos demócratas valoren la gravedad de la maquinaria del bulo, aunque al rival político al que esté perjudicando esté en sus antípodas ideológicas».
Sobre la divulgación de las 'fake news', Sánchez hace hincapié en que siempre ha existido: «Las antiguas redes sociales antes eran la barra del bar, y 'retuiteábamos' el bulo ahí porque se lo contábamos al que estaba sentado a nuestro lado». Con una pequeña diferencia: «Los bulos tienen ahora una mayor carga de viralidad».
Por eso, Sánchez opina que es necesario contar con formación suficiente, también en los colegios, para saber cómo contrastar una información. «Creo que nos tendrían que explicar nociones básicas en materia de comunicación: sea relacionada con contenidos comerciales, en cuanto a que te van a convertir en un consumidor, como en relación a los mensajes que condicionen tus ideas políticas, tus valores... Porque a base de bulos –asegura– se manipula a la gente y se la convierte en homófoba, en machista, en misógina». E insiste: «Es necesaria una formación porque estamos muy desprovistos de mecanismos para desentrañar cuándo algo huele a mentira».
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
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