«Mario Casas no tiene medio»

Kike Maíllo, que ganó el Goya a la mejor dirección novel por 'EVA' (2011) regresa con una cinta que tiene poco que ver con aquella. Se trata de un thriller en el que Mario Casas (Toro) y Luis Tosar (López) interpretan a dos hermanos muy diferentes enfrentados a un villano encarnado por José Sacristán en una Andalucía agreste y salvaje. Los guionistas de 'Anacleto' y 'La isla mínima' han colaborado en este filme que inaugura el festival de Málaga.

El uso de la violencia estilizada y la estética de 'Toro', con las luces de neón, me recordaron a las películas de Nicolas Winding Refn.

Creo que todos bebemos de las mismas fuentes. La manera de trabajar con la simbología es diferente en su filmografía. Las películas de Refn me encantan y no lo digo como una crítica pero me da la sensación de que están situadas en ninguna parte. Pueden tener lugar en Los Ángeles o en cualquier lugar y nosotros sí hemos querido reflejar en qué parte de España se sitúa la trama. Coincidimos en nuestra aproximación al noir desde el color.

Hay llamativas escenas de acción, como la persecución.

Lo que hicimos fue despiezarlas en tres días. Por cuestión de no paralizar el tráfico en días laborables, las hicimos en fin de semana. Teníamos un coche que podía conducirse desde el techo. En las escenas de más riesgo había alguien que controlaba desde arriba. Esa era nuestra idea principal aunque luego Mario acabó haciendo buena parte de las escenas. Como había una niña y una puerta abierta en el coche, intentamos darle mayor cobertura a la seguridad de esas escenas. Intentamos que la persecución se viera desde el coche de Toro para que la acción fuera más seca, más vívida y cercana a los personajes. Huimos de la tendencia de usar 25 cámaras en favor de centrarnos en el tono de la escena.

En otra secuencia Toro se descuelga por unos balcones. ¿Se prestó Mario Casas?

En algunos de los saltos recurrimos a especialistas pero aún así Mario saltó, se descolgó e hizo varias de las escenas. Si algo no tiene Mario es miedo. Hay que vencer algo completamente visceral. Te tienes que fiar de que el cable te sujeta y el cuerpo te dice que no. Además era un día de bastante viento.

Romano, el villano

Los tres protagonistas, encarnados por Casas, Tosar y José Sacristán, darían para su propia película.

Esa fue la razón por la que quisimos hacerla. Tanto los guionistas como yo estábamos enamorados por los personajes. Uno era un justiciero salvaje y otro el arribista que intenta sacar partido de cualquier situación. Con eso tiramos hacia delante, aunque al principio no teníamos claro que iban a ser hermanos. En el caso de Romano, el villano, sí que navegamos bastante. Primero pensamos en un personaje algo más joven pero no acabamos de dar con un actor que nos satisfaciera como Luis y Mario, así que decidimos subir la edad para que entrara en la terna uno de esos grandes actores de la escena del teatro y del cine de siempre. Nos reunimos con José Sacristán y aportó cosas al personaje. La concepción es casi shakesperiana, sin ánimo de ser pedante, en el sentido de que la confluencia de personalidades y sus relaciones no habla tanto de la lucha por el poder o por el dinero sino de la lucha por el interés.

¿Cómo diste con la niña, Claudia Canal?

Fue muy distinto al caso de 'EVA' con Claudia Vega. El peso de su personaje no era tan importante. Fue muy complejo dar con la actriz adecuada pero lo hizo muy bien. De hecho tuvimos que cortar algunas escenas con ella, excelentemente interpretadas, que no pudimos incluir en el montaje final.

La cinta comienza con una echadora de cartas. ¿Os interesaba la idea del destino?

El tema esencial de la película es el de la libertad. Hasta qué punto somos dueños de nuestro destino. Es una película sobre cárceles. Hay una física que es aquella de la que quiere salir Toro, pero luego hay otras cárceles psicológicas: la idea de creer o no en las cartas, la pertenencia a una casta o a una familia o, la más importante, la del propio carácter. Si uno puede cambiarlo o está atrapado en su propia personalidad. La película deambula sobre esta idea del cambio, de hasta qué punto los personajes están preparados para afrontarlo.