Cómo es el ser humano, capaz de firmar lo mismo gestas heroicas que ruindades absurdas. Por ejemplo: ¿cómo es posible que sucumban al primer envite del Imperio gringo las mismas personas que por puro y desinteresado patriotismo pronuncian 'España' como si fuera una bofetada e incluso van por la vida con una pulserita con la bandera española -una gesta, se mire como se mire-?
El Festival de Cine Europeo de Sevilla no se había suspendido nunca en sus veinte años de historia e incluso en aquel 2020 pandémico se ... celebró en condiciones precarias. Lo que en rigor es una suspensión se ha vendido como un aplazamiento: el Festival se celebrará en 2024, en ese lapso de tiempo que limita al norte con el Rocío y al sur, con Cannes. Por ahí debe andar la modernidad en España.
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No siempre es fácil ser un patriota. Muchas veces exige sacrificio y abnegación, pero en otras ocasiones resulta bien sencillo: hubiera bastado con decir «lo siento. En esas fechas no es posible». Hasta este año, la vinculación de Andalucía con los Grammy Latinos ha sido nula y a partir del próximo año volverá a serlo. Están tirando veinte años de Festival a cambio de una relación efímera y de pago.
Luego hay quien alerta contra la teoría del 'gran reemplazo'. Más reemplazo que suspender tu encuentro de cine europeo para sustituirlo por una mamarrachada de la industria discográfica de Florida no se me ocurre. Si el patriotismo no sirve ni para poner patuco en pared ante situaciones como ésta, entonces es que no sirve. Y mientras tanto, los andaluces y la industria cinematográfica en general andan como el poeta: buscando en las noticias un poco de esperanza / que no venga de Miami.
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