¿Por qué rechazamos las pseudoterapias?

manuel garcía bengoetxea

Viernes, 2 de noviembre 2018, 08:30

Si muchos profesionales médicos nos organizamos y manifestamos en contra de las pseudoterapias no es por una cuestión de arrogancia, sino porque sentimos el deber de velar por la seguridad de nuestros pacientes, que, a menudo, son desinformados y engañados. No digo nada nuevo cuando digo que la medicina es una ciencia y su guía es la investigación. Cuando se acepta un método diagnóstico o terapéutico, sabemos que está abierto siempre a nuevas investigaciones que demuestren inexactitudes o insuficiencias, permitiendo corregirlas para el futuro. Naturalmente, como bien dijo el Vicente Carrión en su artículo del 25 de octubre, todos somos libres de tomar el camino que prefiramos, incluso para que «uno decida que su cáncer se lo lleve sin quimio». Así es. Existe la libertad del paciente de elegir; pero existe, o debiera existir, el derecho a una información veraz de tratamientos o terapias.

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Y ese derecho, a día de hoy, se vulnera cada minuto, cada segundo. La influencia de la publicidad es arrolladora en temas relacionados con la salud. Nueve de cada diez personas buscan información sobre su salud en Internet, que es un universo libre, en el que a nadie se le pide su titulación o colegiación para escribir, aconsejar e incluso prescribir, no sólo medicamentos, también terapias sin ninguna base científica. Hay quien recomienda incluso remedios con lejía para curar el autismo.

Los médicos, en nuestro trabajo, debemos explicar cómo se hace el diagnóstico, cuando lo tenemos, cómo hacer el tratamiento (o médico con fármacos o quirúrgico, detallando en qué consiste), debemos darle al paciente un documento de consentimiento informado para que lo firme, informarle (para que las acepte) las posibilidades de curación de dicho tratamiento, sus efectos secundarios, las posibles secuelas, etc. Fuera de este circuito, ¿que suele ofrecerse? Pues sí, una de las cosas que se ofrecen es tiempo. Doy por sentado que el chamán y otros curanderos tendrán mucho más que cinco o diez minutos para dedicar a sus «pacientes». Y el tiempo es la base para establecer una confianza, un conocimiento, en el que el paciente pueda trasmitirle su dolencia al profesional médico. Es lo que nos falta, tiempo, y de hecho es una de las reivindicaciones de los médicos, sobre todo, de aquellos de Atención Primaria: ese tiempo necesario para trabajar la relación médico-paciente, que por sí sola mejora a muchos pacientes, sólo por el hecho de transmitir su preocupación. Si tuviéramos más tiempo serían menos necesarias algunas pruebas complementarias e, incluso, algunos tratamientos. Y quizás, ojalá, disminuyera el tiempo que los pacientes emplean en terapias engañosas.

Los médicos sabemos que lo que tenemos delante son personas, cada una diferente, cuya historia clínica suele reflejar un axioma universalmente aceptado: no hay enfermedades, sino enfermos. Cada ser humano padece las enfermedades y las expresa de forma muy distinta, aspecto que se añade a nuestro habitual miedo a perder la salud y a la muerte. Esta situación induce a la vulnerabilidad de la mayoría ante un proceso grave. Y es aquí donde la libertad del sujeto está condicionada por múltiples opciones que se le aconsejan en su entorno.

Los ciudadanos tienen que saber distinguir claramente lo que son creencias, brujerías, charlatanería etc., que a veces les hacen dejar un tratamiento médico, que aunque no siempre es curativo, puede ofrecernos algunas posibilidades de éxito. La vivencia de cada individuo, su vulnerabilidad ante la incertidumbre no puede quedar expuesta a cualquiera que le vaya con un cuento, muy bien contado, sobre lo bien que va esta terapia y cómo se curan sus pacientes. Hoy en día, dejando de lado trastornos de poca trascendencia, no hay ningún camino que resuelva procesos graves que no sea la medicina oficial.

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manuel garcía bengoetxea presidente del colegio de gipuzkoa#recen es tiempo. Doy por sentado que el chamán y otros curanderos tendrán mucho más que cinco o diez minutos para dedicar a sus «pacientes». Y el tiempo es la base para establecer una confianza, un conocimiento, en el que el paciente pueda trasmitirle su dolencia al profesional médico. Es lo que nos falta, tiempo, y de hecho es una de las reivindicaciones de los médicos, sobre todo, de aquellos de Atención Primaria: ese tiempo necesario para trabajar la relación médico-paciente, que por sí sola mejora a muchos pacientes, sólo por el hecho de transmitir su preocupación. Si tuviéramos más tiempo serían menos necesarias algunas pruebas complementarias e, incluso, algunos tratamientos. Y quizás, ojalá, disminuyera el tiempo que los pacientes emplean en terapias engañosas.

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