Posverdad y poscomplejidad

El oficio de vivir ·

Umberto Eco se quejaba de la discriminación que sufren los aficionados a los placeres culturales en relación a los deportivos

Domingo, 24 de octubre 2021, 07:46

Queda uno pasmado al escuchar algunas de las conversaciones entre aficionados al fútbol a diario, pero especialmente en el 'post coitum' de los partidos. Admirado ... ante la erudición y sutileza de sus análisis. Cualquier bar, terraza o espacio urbano se hace cátedra desde donde peroran los doctos sobre tácticas en rombo, en trapecio o en línea de cuatro, con carrileros, laterales o volantes, permutas y coberturas, pivotes y trivotes, etc.

Publicidad

Umberto Eco se quejaba de la discriminación que sufren los aficionados a los placeres culturales en relación a los deportivos. Pues quien que en público se exprese sobre un concierto, una exposición de arte o una representación de teatro con la sapiencia con que lo hace el futbolero experto cuando teoriza sobre el juego de su equipo, aquel irá a parar directamente al pelotón de los 'intelectuales'. Sin embargo, dice Eco, tan intelectuales (léase cultivadores del entendimiento) son los hermeneutas del balompié como los de las artes y las letras.

Acaso sea todo más natural si asumimos la complejidad de las cosas humanas. Complejo es lo formado por partes diferentes que interactúan entre sí haciendo surgir de esa unión algo que es más que la suma de sus componentes. Un equipo de fútbol y una orquesta pueden concebirse como sistemas igualmente complejos al servicio de experiencias estéticas: el uno, pone en movimiento a once jugadores felizmente dotados en el arte combinatorio con balón; la otra, uniendo tonos, timbres y notas, forma una masa sonora que deleita.

Pero complejo es concepto hoy malquisto. El también italiano Giacomo Papi en una divertidísima distopía imagina un futuro en el que oficia un Ministerio para la Represión de la Complejidad. Desde las altas instancias del Estado se denuncia la complejidad como arma de la casta intelectual para humillar al pueblo y sabotear la acción del mercado; es aburrida, y por tanto inútil; pedante, y por ello odiosa; confusa, por ende nociva; elitista, o sea antidemocrática. En consecuencia, hay que simplificar lo complicado en vez de complicar lo elemental. «La verdad es sencilla y popular: democrática; lo complejo es el error», sentencia la orden ministerial llamando a su radical extirpación.

Publicidad

Entre bromas y veras, el novelista alerta ante un mundo donde la posverdad viene de la mano de la poscomplejidad. Feo panorama, desde luego, si además se confirma que tendremos Mundial cada dos años y en todos Mundialito, Superliga, Liga y Copa del Rey. A ver cómo se explica tanto partido.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad