Dios, Maquiavelo, Irán y la 'pax hebraica'

Martín Alonso Zarza

'El rabo mueve al perro. Israel y Estados Unidos en el devenir de Oriente Próximo' (El Viejo Topo, 2025)

Lunes, 21 de julio 2025, 02:00

La 'guerra de los doce días' estuvo saturada de justificaciones religiosas. Tras la operación 'Martillo de medianoche', superpuesta a la 'León rampante', Benjamin Netanyahu acudió ... al Muro de las Lamentaciones a pedir a Dios «que bendiga al presidente Trump» por comprometer a su ejército para «expulsar el mal y las tinieblas del mundo» y agradecer «la ayuda divina» a la hora de «cambiar el rostro de Oriente Próximo». Trump redundaba: «quiero decir simplemente que te queremos, Señor».

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El fervor mesiánico y el lenguaje ponerológico evocan la atmósfera que precedió a la intervención en Irak en 2003. Las respuestas de ambos gobiernos a la pregunta de las evidencias sobre las eventuales armas han reverdecido aquella respuesta insondable del secretario de Defensa Donald Rumsfeld que distinguía tres formas de conocimiento –lo conocido que sabemos, lo desconocido que sabemos y lo desconocido que no sabemos– para justificar una guerra que predicaba la camarilla neoconservadora que dominó el Gabinete de George W. Bush. Ese grupo de 'halcones' sionistas instaló un nuevo lenguaje: unilateralismo, cambio de régimen, Gran Oriente Próximo, eje del mal, guerra global contra el terror, paz por la fuerza, guerra preventiva... La mayor concreción de esa cosmovisión se resumía en el empeño geopolítico de reconfigurar Oriente Próximo.

Ese empeño bebía de dos fuentes, ambas deudoras del realismo de Maquiavelo y escasamente conocidas. En 1982 la revista 'Kivunim' de la Organización Sionista Mundial publicó un artículo de un exfuncionario del Ministerio de Exteriores israelí, Oded Yinon, titulado 'Una estrategia para Israel en los años 80'. De él cabe destacar tres aspectos: la defensa del Gran Israel exclusivamente judío, la balcanización de Oriente Próximo dirigida a debilitar los Estados a partir de la exacerbación de las tensiones religiosas, étnicas y sectarias, y una anticipación del cambio del rumbo político hoy evidente: «el proceso dominante es la ruptura con la concepción racionalista y humanista como piedra angular de la vida y los logros de la civilización occidental desde el Renacimiento».

El fondo sionista de este documento se adaptó al escenario de la posguerra fría por un elenco de neoconservadores en un documento titulado 'Una ruptura completa. Una nueva estrategia para asegurar el reino', elaborado en 1996 para un recién elegido Benjamin Netanyahu. Allí se proponía la doctrina de la paz por la fuerza, los hechos sobre el terreno para desautorizar las negociaciones con los palestinos, justificar los ataques a Irán y trascender el conflicto árabe-israelí mediante la táctica de la libanización de los Estados rivales de Israel –el 'divide et impera' de Maquiavelo–, que debía empezar por el derrocamiento de Sadam Hussein en Irak. La invasión de Irak tendría ese cometido. Un año después (25-10-2004), el semanario 'In These Times' titulaba: «¿Es Irán el próximo? Los 'neocon' del Pentágono que alentaron la guerra de Irak tienen un nuevo objetivo».

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Escribe en sus memorias Wesley Clark, ex alto mando de la OTAN, que poco después de los atentados del 11-S un memorándum del secretario de Defensa contemplaba un plan para destruir siete países: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán. Para apuntalar la vigencia de esta visión, a finales de 2017, el presidente del Jewish Institute for National Security Affairs, Michael Makovsky, sentenciaba en 'Fox News': «¿El modo de contrarrestar la agresión iraní? Cambiar el mapa de Oriente Próximo».

En 'Restaurando la disuasión: Desestabilizando el régimen iraní', un informe de 2024 del 'think tank' neoconservador The Henry Jackson Society escrito por Barak M. Seener, se concluye que «la escalada en Oriente Próximo es inevitable porque Irán está a punto de convertirse en potencia nuclear». Un mapa que mostró Netanyahu en la ONU no incluía a Palestina y otro mostraba a Irán como parte del arco de la maldición, con un aviso: «no hay lugar en Irán que no puede alcanzar el largo brazo de Israel». Una concreción inapelable de la estrategia de Yinon: el gran Israel y la libanización de Oriente Próximo, la 'pax hebraica'. Gaza es un detalle insignificante en el 80 aniversario del fin del nazismo.

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Como colofón, el tercer elemento del plan Yinon: la ruptura antidemocrática que ha materializado la involución epocal: autoritarismo, iliberalismo, unilateralismo e irracionalismo. Un efecto contagioso en casa del empeño en el cambio de régimen.

Martín Alonso

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