JOSEMARI ALEMÁN AMUNDARAIN

La larga carrera de liberación personal

Reflexiones, preguntas y respuestas en la conmemoración del Día Sin Alcohol 2024

Josean Fernández

Presidente de Aergi. Máster en Prevención y Tratamiento de Conductas Adictivas y Drogodependencias. Universidad de Valencia

Viernes, 15 de noviembre 2024, 01:00

Es muy probable que una de las cuestiones más complejas de explicar para una persona alcohólica sea, precisamente esta: la de «ser» una persona alcohólica. ... Para empezar nosotros mismos nos lo hemos negado de un sinfín de maneras a pesar de todos los golpes padecidos y hechos padecer. La carga peyorativa y estigmatizante de la palabra tampoco ayuda a ello y lo más curioso de la cuestión es que cuando alguien osa abordar el tema con quienes somos conscientes de padecerla también se refugia en la negación, se cubre, se protege, ante lo que le podamos decir al respecto. No gustan las explicaciones que damos sobre el asunto porque parece que arañan al interlocutor ya que, eventualmente, se trata de alguien que o bien está padeciendo los daños colaterales de la enfermedad o es un bebedor o bebedora habitual o moderado. Es tan incómodo como cuando alguien habla mal de alguien ante otro alguien que se envara por no compartir la opinión que le están dando o porque es amigo de a quien se está difamando y, a veces, lo dice y las más, se retira de la conversación dejando en el hablador la sensación flotante de haber cometido un error sin solución. Tal cual. Y esta situación deviene de nuestra propia vivencia anterior, ya que cada vez que alguien en el pasado tuvo el valor de plantearnos la cuestión de que tal vez consumiéramos en demasía salió trasquilado por la vehemencia con la que nos quitábamos de encima la más mínima alusión al respecto. De modo que, ahora, nos toca apechugar con la incomprensión de quienes no se quieren «contagiar» de conceptos tan claros como son los de «enfermedad», «crónica» o «recidivante». Y lo más preocupante de todo este circunloquio es que buena parte de la clase médica sigue, a pesar de la evidencia científica, negando la mayor sobre estas cuestiones o cuando menos banalizando no sólo los conceptos, sino incluso el hecho del consumo ante una demanda puntual de ayuda: «no beba tanto», «beba con el estómago lleno», «beba bueno», etc., y otras lindezas por el estilo. Al que suscribe le ha tocado escuchar en la puerta de un quirófano, de boca de la anestesista, que estas cuestiones son pura invención nuestra, de los alcohólicos. Según parece las investigaciones de Volkov, Damasio, Silkworth y otros como Pascual o Rubio, o la mismísima OMS, no merecen el aprecio estudioso de quien se endiosa en el «yo ya sé todo cuanto tenía que saber, el resto se basa en lo que 'creo' de lo que sea».

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Bien, al margen de tanto desatino ¿qué es o en qué consiste ser una persona alcohólica? ¿Beber demasiado alcohol? ¿Emborracharse? Bueno, miren, hay personas, muchas personas, que beben demasiado alcohol, personas que se emborrachan con relativa frecuencia y no «son» alcohólicas. Son, sencillamente, bebedoras excesivas que, si continúan con el consumo, terminarán padeciendo las conocidas consecuencias del alcohol en el organismo precisando de una desintoxicación para, posteriormente, continuar con su vida cumpliendo las directrices que sus médicos y, probablemente, al tiempo de la desintoxicación, retomen el hábito, que no la adicción, de consumir. Personas que caerán en una dependencia alcohólica que, dicho sea de paso, no es ninguna broma, pero, desde luego no es una adicción.

Lo característico de una persona adicta al alcohol o alcohólica es que habitualmente pierde la capacidad para dejar de beber una vez que comienza a hacerlo. Sencillamente no tiene esa posibilidad. Y, a pesar de que se engañe continuamente, sabe que no puede controlarlo, que debería dejar de consumir, pero no lo hace. La cuestión es que, a pesar de su incapacidad y de todas las evidencias en contra, se hace ilusiones de que lo hace porque quiere, cuando la realidad es que no puede, llegando a niveles de deterioro que, a veces concluyen en muerte. La situación se le escapa de entre las manos mientras intenta sujetarse a ella con todo lo que tiene. Sin embargo, y a pesar de todos los avisos e inconvenientes, ingresos hospitalarios, accidentes, etc., seguirá empeorando hasta perder todo control de vida, degenerar su entorno y a sí misma, para terminar, siendo odiada hasta por su propia familia. Tanto que, cuando finalmente muere, todo el mundo descansa.

Lo característico de un adicto es que pierde la capacidad para dejar de beber una vez que comienza a hacerlo

La adicción al alcohol, el alcoholismo, es una cárcel plagada de presos condenados a prisión permanente revisable de la que solamente unos cuantos privilegiados conseguimos escapar, con un portón enorme por el que entrar y apenas una gatera por la que salir. Lo más triste es que una vez fuera nos encontramos con demasiada gente que se esfuerza sobremanera para que volvamos a ella mientras, a la vez, nos preguntan porqué nos dirigimos de nuevo hacia el portón.

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